Las empresas, por grandes que sean, no tienen el éxito a largo plazo garantizado. Y no lo decimos nosotros, sino la propia historia. Basta con mirar algunos años atrás. Nokia, BlackBerry, Blockbuster o Lehman Brother estuvieron en la cima o cerca de ella y después cayeron. Resulta curioso pensar que estas firmas alguna vez presumieron de poder y liderazgo.
En WeWork el panorama actual es complejo y desafiante. Puede que hayas oído hablar de esta empresa e incluso que hayas utilizado algunos de sus espacios de trabajo. Antes de la pandemia, WeWork manejaba un imperio de edificios que había resultado ser un éxito. Casi todos querían tener un lugar en ellos en un mundo donde las oficinas eran importantes.
WeWork y cómo sobrevivir después de la pandemia
La propuesta, en términos generales, era sencilla y atractiva. Podías alquilar espacios de trabajo de acuerdo a tus necesidades. Espacios completamente amueblados, con Wifi, impresoras y otros servicios. Y, lo más importante, sin compromisos de arrendamiento a largo plazo. Así, en su mejor momento, WeWork tuvo una valoración de 47.000 millones de dólares.
Aquellos tiempos de prosperidad han quedado en el pasado. La firma, que ha perdido millones de dólares en los últimos años, ha lanzado una advertencia a sus accionistas: tiene “dudas sustanciales” sobre su permanencia en el sector. En otras palabras, vislumbra un futuro complejo en que una de las opciones que se presentan en el horizonte es la quiebra.
Si bien los ingresos interanuales aumentaron un 4%, en el segundo trimestre fiscal la compañía se ha encontrado con una pérdida de 397 millones de dólares. Este golpe, sumado a las declaraciones públicas, se han traducido en una caída del 33% de las acciones after-hours, hundiendo aún más la ya golpeada capitalización de mercado de la compañía.
Un día después de aquella terrible jornada, la suma de las acciones de WeWork dan como resultado una valoración de 267,67 millones de dólares. Ahora bien, las posibilidades de recuperación de la compañía son muy limitadas en un mundo que, pese a cierta tendencia del regreso a la oficina, se mueve más hacia el trabajo remoto y menos presencial.
Este escenario tuvo su explosión con la pandemia, cuando las dinámicas laborales se transformaron por obligación. Compañías, trabajadores y clientes pusieron en marcha nuevos métodos de trabajo para seguir siendo productivos incluso en casa. Y, después de la pandemia, quedaron millones de oficinas vacías, algo que golpeó una vez más al negocio de WeWork.
David Tolley, el máximo responsable de la firma, describe el desempeño del último trimestre con las siguientes palabras: “El exceso de oferta en bienes raíces comerciales, el aumento de la competencia en el espacio flexible y la volatilidad macroeconómica impulsaron una mayor rotación de miembros y una demanda más débil de lo que anticipábamos, lo que resultó en una ligera disminución en las membresías”.
Imágenes: Sargent Seal | WeWork
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