Hace ya tiempo que vimos en la ficción a KITT, también conocido como 'El Coche Fantástico'. Este vehículo tenía la facultad de circular por la carretera sin conductor, una utopía que por ese entonces era difícil de concebir en el mundo real. Ahora, casi cuatro décadas después de la serie, aparece ante nosotros la primera generación de coches autónomos.
Según los últimos pronósticos, el año clave para la irrupción de esta tecnología en nuestras carreteras será 2020. Y, desde el momento en el que circulen por las calles, la forma de entender la automoción cambiará drásticamente. Pero no abras todavía el champagne, la incorporación del coche autónomo en las ciudades podría traer consigo un déficit en los ingresos de las grandes ciudades.
Adiós a las multas (y a su jugosa recaudación)
¿En qué medida esta nueva tecnología afectará a la economía de las ciudades? Vayamos por partes. Los ayuntamientos se financian a través de la recaudación de impuestos, pero también ingresan capital por otras vías y, de perderlas, crearían una pequeña grieta en sus economías, pero insustancial en términos totales.
La llegada del coche autónomo a los asfaltos urbanos evitará que los ciudadanos reciban sanciones de tráfico. Precisamente por eso, porque estos automóviles no necesitan piloto, todos sus pasajeros están exentos de responsabilidades en la conducción. Es decir, si el vehículo excede la velocidad, se salta un semáforo o colisiona con otro automóvil, la culpa no será de los pasajeros sino del propio coche autónomo.
En lo que llevamos de 2018, el Ayuntamiento de Madrid ha recaudado casi 104 millones de euros en multas de tráfico, de estos, 41,4 millones pertenecen a ingresos por vía voluntaria, es decir, por pronto pago, mientras que los 62,5 millones restantes hacen referencia a los importes transferidos por la vía ejecutiva (afectados que ya no pueden acogerse al descuento), según los datos ofrecidos por el propio consistorio.
Pero si nos fijamos en 2017, Madrid recibió unos beneficios totales de 197,9 millones de euros por este concepto. Esta cifra es solo una hormiga en comparación con el total recaudado por el Ayuntamiento, que son 5.009 millones de euros, en concreto, las multas de tráfico en Madrid suponen casi un 4% de la recaudación total. Estos ingresos son los más significativos que la administración vería mermados con la incorporación de estos vehículos por las vías públicas. Pero hay más partidas.
Entre otras ventajas, estos automóviles tampoco necesitarán estacionar en los Servicios de Estacionamiento Regulado (SER), podrían dejar a sus pasajeros en el destino y desplazarse hacia zonas donde no sea obligatorio pagar por estacionar o, directamente, regresar al punto de salida. En particular, en esta partida, en 2017, la ciudad de Madrid percibió 5,3 millones de euros, lo que supone solo un 0,10% del total recaudado.
Pero si recogemos el conjunto de ingresos de estacionamiento de la capital española, la cifra aumenta a 96 millones de euros, aun así, el porcentaje continúa siendo bajo, un 1,9% respecto al total. El ayuntamiento de Madrid entre multas de tráfico y estacionamientos en 2017 recaudó 294 millones de euros.
Si ponemos el foco en otras metrópolis, los datos varían bastante. Por ejemplo, el Ayuntamiento de Bilbao recaudó en total 527 millones de euros en 2017, de los cuales un 1,9 % pertenecen a lo ingresado por la tasa de estacionamiento de vehículo de tracción mecánica. Bilbao es una de las ciudades de España donde sale más caro aparcar. Aun así, este porcentaje respecto al total continúa siendo ínfimo.
No olvidemos tampoco que estos coches funcionarán con baterías eléctricas y dejarán de lado el uso del carburante. Esto supone una vuelta de tuerca al modelo económico actual. Los ingresos recibidos por el consumo de carburante descenderán en paralelo a la crecida de estos cuadrúpedos con ruedas. En 2016 la recaudación en esta partida fue de 18,7 millones de euros, según el último informe de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC). Tampoco son datos alarmantes.
El polémico carné de conducir
¿Obligatorio tener carné de conducir si montas en un coche autónomo? De momento, la respuesta es clara: los pasajeros tienen que estar en posesión del carné de conducir, ya que deberán prestar atención a la circulación del automóvil en el caso de que surgiera una emergencia y tuvieran que intervenir como conductores.
A priori esta solución parece razonable, teniendo en cuenta que aún es una tecnología prematura y muchos ciudadanos podrían desconfiar de relegar el mando del vehículo a una máquina. Sumado a que, según un estudio de la Universidad de Southampton, un conductor tardaría hasta 26 segundos en reaccionar y tomar el control del coche, es decir, un tiempo de reacción demasiado elevado para poder evitar un accidente. Pero, ¿qué ocurrirá cuando esta tecnología esté más implantada en nuestra sociedad?
La Dirección General de Tráfico (DGT) ingresó en 2016 alrededor de 45 millones de euros en el pago del permiso al examen de conducir B1, pero este dato puede ser mayor si le sumamos las licencias de conducción para el examen, lo que supone un verdadero apoyo económico para el organismo. Estos números se verían afectados si el Gobierno legalizara la circulación de coches autónomos sin la obligación de aprobar el carné de conducir. Aunque como diría KITT: “Si me lo permites, tengo la solución”. La DGT buscaría otro tipo de carné para solventar este extravío de dinero.
Las ciudades deben buscar nuevas formas de recaudación, ya que, en muchos casos, la tecnología va por delante, y siempre impone su mandato. Lo hemos visto con los drones. En diciembre de 2017 hubo un cambio regulatorio que permite a estas aeronaves no tripuladas aumentar su campo de actuación. Ganó la tecnología. Pero esta transición del mundo analógico hacia el digital nunca es sencilla. Las alcaldías tienen un gran reto por delante: introducirse en este nuevo marco tecnológico y que les salga rentable.
¿Debe existir un cambio regulatorio para que estos coches puedan circular con normalidad? El debate está abierto. En el apartado legal, estos vehículos tienen aún un largo camino por recorrer. La mayoría de las pruebas se están realizando en Arizona (EEUU), ya que las leyes del Estado permiten circular automóviles sin conductor. Pero para seguir ingresando dinero en las cajas fuertes de los ayuntamientos, se barajan varias hipótesis, la que cobra más fuerza, y la más obvia, es la aplicación de impuestos y multas a las empresas fabricantes de estos coches.
Una fisura en el empleo
La tecnología avanza a un ritmo de no retorno. Subirse al carro de la transformación no es una recomendación sino un requisito indispensable. Cierto es que la tecnología abrirá grandes oportunidades laborales, pero si no eres un nativo digital te va a costar más integrarte en este nuevo marco digital.
Por eso la formación de los perfiles más rezagados es esencial para no destruir puestos de trabajo, aunque es inevitable que la transformación digital cause estragos en los empleos más analógicos.
El futuro se está fraguando en Phoenix, capital de Arizona (EEUU). Waymo, el área de coches autónomos de Alphabet, ha lanzado en esta urbe un proyecto de taxis con vehículos autónomos, en otras palabras, ya no será necesario pagar a un taxista para que nos traslade de un lado a otro de la ciudad. Este colectivo ya se había visto afectado por compañías como Uber o Cabify, que ofrecen servicios similares, pero con una ventaja tecnológica.
En 2016, en la ciudad de Barcelona, había 13.424 licencias, una ligera bajada del 2% en términos absolutos respecto a 1994, según revela la CNMV en su Informe económico sobre el decreto 314/2016, relativo a la actividad de mediación en los servicios de taxi de Cataluña. ¿Qué ocurrirá con este tradicional sector y otros similares como los transportes públicos? Quién sabe. Por el momento ya estamos viendo muchas protestas de taxistas contra VTC como Uber o Cabify.
Lo que está claro es que los ingresos de los ayuntamientos en estas partidas son insuficientes para hacer temblar sus arcas, aunque, eso sí, deberán hacer frente a desafíos desconocidos, y el valor diferencial estará en afrontarlos con solvencia, sin entorpecer el avance tecnológico.
Imágenes: Mark Chandler | Yiddam Quiriarte
En Xataka | El coche autónomo dejará un reguero de perdedores a su paso
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