Dejar un trabajo nunca es fácil. Aunque el profesional se sienta mal en la compañía y esté deseando hacerlo, lo mismo da, a muchos el momento de sentarse delante del jefe, mirarle a los ojos y decirle “me voy de la empresa” se les atraganta. Y mucho más cuando el empleado sabe o intuye que su superior no se va a tomar bien la renuncia.
Algo habitual. Una reacción negativa a una renuncia por parte del jefe es relativamente habitual, según un artículo reciente de la Harvard Business Review que analiza las respuestas adversas ante la renuncia de empleados. “Lo ideal es escuchar a nuestro superior responder a nuestra partida con un apoyo incondicional […]. Pero ellos también son humanos, y eso no siempre sucede”.
Así, la investigación ha identificado los cinco comportamientos desfavorables a una dimisión más comunes por parte de un superior, y explica formas de afrontar cada una de ellas de forma profesional.
El jefe se enfada. Una de las reacciones más habituales ante una renuncia es el enfado. Si el jefe no se la espera, y la dimisión supone un varapalo para el trabajo del equipo a corto plazo, la sorpresa y el estrés que le suponen pueden despertar en el superior sentimientos negativos y tomarse la marcha del empleado como una traición que deja al equipo en la estacada.
En este caso, los autores del artículo recomiendan mantener la calma, ya que en la mayoría de los casos se trata de una reacción pasional que, con tiempo y razonamiento, se irá calmando. Así, explican que lo ideal es seguir siendo amable con el jefe, dejarle espacio para que procese la noticia y tratar de ser comprensivo. Enfrascarse en una discusión llena de reproches puede ser muy desagradable y, además, cerrar puertas en el futuro al profesional.
Criticar la nueva empresa. Hablar mal del próximo destino del empleado es otra de las reacciones habituales, con comentarios como “nadie es feliz trabajando allí”. Una situación que puede llevar al profesional a responder, a su vez, con las carencias que él ha identificado en la compañía en la que todavía trabaja, lo que es una mala idea.
Los autores recomiendan que el profesional trate de desviar la conversación para eludir el tema o agradecer la preocupación del jefe para después reafirmarse en su decisión y decirle que considera que es el mejor paso para su carrera.
Bajar la autoestima. Algunos superiores, ante la noticia de la renuncia, echan en cara al empleado sus debilidades para tratar de disuadirles de su decisión, sean estas reales o no. En este caso, los autores señalan que una reacción de ese tipo debe servir, en realidad, para reafirmar la decisión del trabajador, puesto que el superior está demostrando, al actuar de una forma tan poco profesional, que no está a la altura para dirigir equipos.
Cuando se da esta situación, el artículo señala que el profesional debería pedirle al jefe que le diga lo que opina, luego le dé las gracias y se marche sin decirle nada al respecto.
Chantaje emocional. Una de las reacciones más incómodas es la del jefe que intenta hacer sentir culpable al profesional por su decisión, con preguntas como “¿eres consciente de todo lo que hemos hecho por ti?”. Esta situación es particularmente compleja porque muchos profesionales ya se sienten culpables y algo inseguros de por sí por abandonar la empresa, por lo que esta suerte de chantaje emocional puede hacer especial mella en el empleado.
Los autores recomiendan al profesional hacerle saber al jefe que es consciente de todo lo que la empresa ha hecho por él, darle las gracias y explicarle que no ha sido una decisión fácil de tomar, pero que consideraba que era lo adecuado para su carrera y que siempre estará agradecido de haber podido trabajar en la compañía.
La contraoferta. Por último, una reacción común que no es negativa, pero sí puede incomodar al profesional si no la espera, es que el jefe haga una contraoferta. Por lo tanto, es aconsejable que el empleado piense, antes de comunicarle al superior la renuncia, si la decisión de irse a otra empresa es definitiva o aún habría algo que podría hacer que se quedase. Y, en el segundo caso, conviene pensar en las mejoras laborales necesarias para desistir de la dimisión previamente para poder demandárselas todas en la reunión.
Dejar puertas abiertas. Todas estas recomendaciones pueden ser de ayuda para afrontar la comunicación de una dimisión con mayor seguridad y estar preparado para situaciones incómodas. Además, también sirven para que el profesional sepa a qué atenerse y que los posibles malos modos del superior no le arrastren a una discusión del todo innecesaria y contraproducente.
Porque, como explicaba otro artículo de la Harvard Business Review, lo más inteligente para ambas partes es hacer la salida de un empleado lo más amable y cómoda posible, ya que en el futuro los caminos de los dos pueden volver a cruzarse y no conviene perder la oportunidad de recuperar a un empleado competente o conseguir un buen empleo por un calentón pasajero.
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