Una mirada, una sonrisa o un gesto de complicidad pueden salvarnos el día de trabajo. Mejor si es en persona, aunque también funciona por videollamada. Es la conclusión a la que llega un estudio conjunto de las universidades de Cornell (Estados Unidos) y Ryerson (Canadá), el cual señala que la forma más efectiva de pedir ayuda en el ámbito laboral es en persona o, si no es posible, por un medio en el que nuestro interlocutor pueda vernos o escucharnos.
El estudio ha comprobado que las solicitudes en persona fueron un 67% más efectivas que las llamadas de audio y vídeo, y cita los resultados de otra investigación que ya había demostrado con anterioridad que las peticiones de asistencia por vídeo y audio eran hasta un 86% más efectivas que las solicitudes por correo electrónico.
Es decir, cuanto más cerca esté la comunicación de una interacción física convencional, más probable es que nuestro interlocutor quiera ayudarnos. Sin embargo, la impersonalidad y frialdad de mensajes de texto o correos electrónico hace que los compañeros se sientan mucho menos dispuestos a prestarnos asistencia.
“Las personas acceden a solicitudes de ayuda por muchas razones: porque empatiza con la situación, porque quiere parecer una buena persona, porque espera reciprocidad en el futuro o porque quieren estar bien vistos en el grupo. Es probable que la intensidad de cada uno de esos factores dependa de cómo se hace la solicitud, y puede ser atenuada en función de los canales que se usen”, señala el documento.
Así, los autores explican que es mucho menos incómodo decir que no cuando uno no tiene que hacerlo a la cara del solicitante, y aún menos cuando la solicitud se hace por escrito. Otro estudio que cita esta investigación asegura que la presencia de un rostro humano fomenta el comportamiento prosocial y la confianza, facilita la interpretación de emociones y aumenta la voluntad de ayudar.
Imagen | Amy Hirschi
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