El atasco del Ever Given ya se ve como una simple anécdota frente a la gran crisis logística que tenemos a nivel global. Con los puertos colapsados, los costes de envíos están en máximos históricos y el precio para enviar un contenedor se ha multiplicado. Una solución que se aplicó fue la de aumentar el número de contenedores para cada barco, pero lejos de aliviar la situación, esto solo está provocando que el problema se agrave.
Según datos de IHS Markit, los barcos están más llenos que nunca. En puertos como el de Long Beach en Los Ángeles, un barco tradicionalmente antes de la pandemia de media solía trasladar unos 4.000 contenedores, ahora ese número se ha incrementado hasta los 7.000 contenedores, un 70% más de promedio.
Los puertos no están preparados para descargar tan rápido
En puertos como Rotterdam o Hamburgo el incremento promedio de contenedores no es tan pronunciado, siendo del 12% y del 14% respectivamente, pero muestra una tendencia global donde los barcos están transportante una gran cantidad de material. Esto provoca que también haya más contenedores para descargar de cada barco, lo que aumenta el estrés de las infraestructuras de cada puerto.
La infraestructura del puerto es una gran maquinaria donde se busca la máxima efectividad y hay poco margen de error; esta avalancha de contenedores a raíz del aumento de la venta online está provocando que la tensión en los puertos se haya incrementado.
Cada amarre en un puerto tiene un número fijo de grúas, independiente del número de contenedores que el barco tenga. Hay algunos amarres con más capacidad que otros, pero el nivel de flexibilidad de los puertos es más reducido que el de los barcos y el brusco cambio en el nivel de contenedores transportados no se ha podido traducir en un cambio en la infraestructura. Los puertos no pueden incrementar su capacidad de satisfacer la demanda que sí han querido recoger los transportistas.
No hablamos solo de la cantidad de grúas, también del espacio en cada astillero para apilar y clasificar los contenedores. Cuantos más contenedores, más difícil es organizarlos y poder conseguir que se trasladen a otros lugares. En un mundo ideal, este aumento de la faena se habría podido gestionar de manera eficiente, pero en la práctica ha provocado importantes cuellos de botella.
Un pez que se muerde la cola que está disparando los precios
Los envíos a nivel global pasaron de detenerse por la pandemia a resurgir tras el incremento de la venta online. Y desde entonces, los precios del envío de contenedores no ha dejado de multiplicarse. Se trata de un pez que se muerde la cola: la congestión en los puertos contribuye a precios más altos y las navieras cobran tarifas adicionales para compensar los tiempos de espera más largos, explica John Butler, presidente del Consejo Mundial de Transporte Marítimo a Financial Times.
El tiempo promedio para descargar un contenedor depende de la región. Según datos de IHS Markit, en Asia es menos de la mitad que en los EE.UU. Esto puede ser debido a varios factores, desde que en Asia se exporta más que importa, hasta que la mayoría de puertos son más modernos. Mientras en EE.UU el tiempo promedio es de unos 76 segundos, en Asia es de 27 segundos por cada contenedor. En el norte de Europa este tiempo está en una media de 46 segundos.
"La cadena de suministro está definitivamente interrumpida y lo ha estado durante algún tiempo. Estamos en modo de crisis", ha asegurado recientemente Mario Cordero, director del puerto de Long Beach, uno de los más importantes de Estados Unidos y que se está enfrentando a colas de espera de récord, con hasta 73 barcos cargados de contenedores esperando para entrar.
Imágenes | Ian Taylor | Cameron Venti
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