Hace algo más de un año que el escándalo de Facebook y Cambridge Analytica salió a la luz. Más de 50 millones de perfiles en la red social fueron recolectados para acabar configurando perfiles ideológicos que luego serían vitales para orquestar campañas políticas.
Aquella polémica hizo que Mark Zuckerberg acabara compareciendo ante el Congreso y el Senado de los Estados Unidos, y desató un movimiento en contra de la red social que abogaba por abandonarla. Un año después, eso sí, Facebook sigue tan fuerte como antes en usuarios e ingresos... o incluso más.
Un 2018 para olvidar en materia de privacidad
Cuando el científico de datos Christopher Wylie apreció desvelando el escándalo en The New York Times y en The Guardian aquel 17 de marzo de 2018 todo estaba relativamente tranquilo para Facebook.
Los datos que revelaba Wylie dejaban claro cómo Facebook se había mostrado muy descuidada a la hora de ofrecer acceso a los millones de datos que sus usuarios comparten en esta red social. Aquello provocó diversas reacciones, entre las que destacaron las de los reguladores, los medios de comunicación y los propios usuarios, que criticaron la actitud de Zuckerberg y su empresa de forma clara y contuntente.
En estos meses Zuckerberg ha tenido que lidiar con las críticas de forma reiterada. Al escándalo de Cambridge Analytica se le sumaron más tarde otras noticias que dejaban claro que los descuidos en el ámbito de la privacidad han sido constantes, notables y sorprendentes.
Poco después de las declaraciones de Wylie, Cambridge Analytica anunciaba su cierre aunque como revelaban en The Register no era un cierre total y la empresa renacía con otro nombre, Emerdata Limited.
En Europa la puesta en marcha de la GDPR castigará de forma notable a las empresas -ya hay una sentencia de 50 millones de euros para Google-, y en Estados Unidos empresas como Apple e incluso Facebook -en un discurso curioso para quien más las ha violado- piden una regulación similar.
Zuckerberg se compromete con la privacidad (y no nos lo creemos mucho)
Todos estos problemas en el ámbito de la privacidad han hecho que Zuckerberg haga un propósito de enmienda para reforzar el cifrado y la privacidad en Facebook.
El creador de esta red social indicaba que quería arreglar la plataforma en su mensaje de bienvenida de 2019, pero esa ambición fue aún más patente con un extenso comunicado en el que habló de ese reto absoluto de cara al futuro que suponía la protección de la privacidad de sus usuarios.
Ese discurso, no obstante, no parece demasiado creíble conociendo el historial de una Facebook que ha sido criticada por su gestión de la privacidad desde sus comienzos. Nuestros compañeros de GenBeta ya analizaron las claves por las que resulta (muy) difícil creer a Facebook en este ámbito, sobre todo con planes como los de integrar (parte de) Facebook con Instagram o WhatsApp o las polémicas medidas en torno a la privacidad que han hecho que los creadores de WhatsApp o Instagram salgan de la empresa haciendo bastante ruido.
De hecho el 1 de mayo de 2018 Facebook prometió la creación de una herramienta para "limpiar el historial" de los usuarios de forma que pudieran borrar toda la información que la red social recolecta a medida que navegan por internet. En aquel momento Facebook indicó que tardaría "algunos meses" en desarrollar la herramienta. Ha pasado casi un año y lo único que sabemos es que la empresa pretende lanzarla en 2019.
Cambios en la dirección
Uno de los apartados en los que Facebook ha cambiado de forma notable tras el escándalo de Cambridge Analytica ha sido en la composición de su cúpula directiva.
Varios de los altos ejecutivos de la firma la abandonaron tras aquellos problemas. Jan Koum, el co-fundador de WhatsApp, lo hizo en abril de 2018 tras supuestas presiones para debilitar el cifrado de datos de la aplicación de mensajería. Unos meses antes Brian Acton, el otro co-fundador de WhatsApp, había decidido abandonar también la compañía y acabó convirtiendose en uno de sus mayores críticos.
Elliot Schrage, que llevaba 10 años en Facebook y era el responsable del departamento de Comunicación, también dejó la empresa en junio de 2018. En agosto lo haría Alex Stamos, Chief Security Officer, una de las personas que trató de avisar a Mark Zuckerberg del potencial peligro de interferir en las elecciones de Estados Unidos en 2016.
Kevin Systrom y Mike Krieger, los creadores de Instagram, también decidieron abandonar la empresa tras haberla vendido a Facebook por 1.000 millones de dólares en 2012. Los rumores de nuevo apuntaron a las tensiones de estos cofundadores con Zuckerberg, y de hecho Systrom acabaría diciendo tras abandonar su cargo que "nadie deja un trabajo porque todo sea fantástico".
La apuesta de Facebook por la realidad virtual -compró Oculus en 2014 por 2.000 millones de dólares- también se ha visto comprometida, aunque puede que esto no tuviera nada que ver con el escándalo de Cambridge Analytica. Brendan Iribe llevaba 4 años dirigiendo esos esfuerzos tras la marcha de Palmer Luckey. Otros altos ejecutivos como Dan Rose, Rachel Whetstone o Alex Hardiman también acabaron dejando Facebook en verano de 2018.
Estos movimientos no han sido solo frecuentes en Facebook, y otras empresas como Google o Twitter también han sufrido la marcha de algunos de sus directivos. Sin embargo las últimas polémicas con la red social creada por Mark Zuckerberg han provocado un goteo constante de abandonos que han afectado a más y más cargos recientemente.
A Facebook le llueven las críticas...
Toda la polémica ha provocado un sentimiento aparentemente global del rechazo a la red social creada por Mark Zuckerberg. El movimiento #DeleteFacebook se ha reafirmado tras cada nuevo escándalo con mensajes en otras redes sociales en las que se animaba a los usuarios de esta plataforma a que borraran sus cuentas. Si quieres hacerlo, en GenBeta te explicábamos cómo.
A ese movimiento se añaden los mensajes de quienes ayudaron a crear esta red y ahora están en contra de su creación. Alex Stamos, Sean Parker, Chamath Palihapitiya o Antonio García-Martínez, antiguos directivos de la empresa, alertaban del peligro de una plataforma que según todos ellos crea dependencia (porque estaba pensada para hacer justamente eso).
Ha habido otros movimientos en ese sentido que el año pasado hicieron que algunas empresas como Apple o Google apostaran por el llamado "bienestar digital" en otro aparente síntoma de ese hartazgo de redes sociales y tecnología que se ha detectado en los últimos tiempos.
Esas críticas a Facebook son constantes. En los últimos días John Edwards, comisionado de privacidad en Nueva Zelanda, acusaba a los responsables de Facebook de ser "mentirosos patológicos en bancarrota moral", mientras que personalidades como Linus Torvalds afirmaba en una entrevista reciente que las redes sociales (no solo Facebook, sino también Twitter o Instagram) eran "una enfermedad".
...y mientras, no para de crecer
Todo eso no parece importar. Entre las consecuencias del escándalo estuvieron lógicamente las económicas, y tras la publicación de los datos de dichos suscesos las acciones de la empresa bajaron de precio de forma precipitada para luego volver a subir igual de rápido.
El impacto en el valor de la empresa pudo ser notorio en esos primeros meses, pero el perjuicio económico no existe para una empresa que presentó resultados financieros de su cuarto trimestre de 2018 a finales de enero y lo hizo sacando pecho.
De hecho ni Cambridge Analytica ni el resto de polémicas que han afectado a Facebook recientemente (y han sido unas cuantas) no parecen hacer mella en la empresa de Zuckerberg, que gana más dinero que nunca y crece en usuarios.
Parece algo contradictorio, pero los datos no mienten y revelan que o los seres humanos tenemos muy mala memoria o muy buen conformar: da igual lo mal que lo haga Facebook, porque aun sufriendo varapalos mediáticos la empresa no para de crecer en la dimensión económica.
Como decían nuestros compañeros de Genbeta, los servicios de Facebook dominan internet. La red social en sí, Messenger, Instagram y WhatsApp logran que cada día cerca de 2.000 millones de usuarios utilicen uno o varios de esos servicios. Es asombroso, y también lo es el hecho de que los ingresos medios por usuario no paran de crecer, y de media han pasado de 6,18 dólares en 2017 a 7,37 dólares en 2018.
Impresionante, desde luego.
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