Desde que comenzara la debacle de Nokia en 2011, alrededor de diez mil personas que trabajaban para el gigante de las comunicaciones se han quedado sin empleo en Finlandia, cifra bastante significativa si consideramos que estamos hablando de un país que cuenta con alrededor de cinco millones y medio de habitantes.
La pérdida de poder de Nokia supuso, al mismo tiempo, el ocaso de un país que había crecido rápidamente gracias a su empresa principal y que, con la misma rapidez, se había desinflado, dejando detrás un escenario terrorífico.
La historia de Nokia y Finlandia fue la de un matrimonio bien avenido hasta que el fracaso de uno ocasionó una crisis en otro. Esta unión, fundada en la adversidad para ambos, dio tantos beneficios que, para el año 2000, Nokia por sí misma producía el 4% del PIB del país y constituía el 21% de las exportaciones totales de Finlandia. En 2006, Nokia dominaba el 46% del mercado de teléfonos móviles mundial.
Para Finlandia, el éxito rotundo de la empresa supuso una transformación profunda en su modelo de negocios y su economía pasó de encontrarse en una profunda crisis a convertirse en una de las más especializadas en comunicaciones del mundo y reportarle muchos beneficios.
El crecimiento de Nokia en todos los niveles no solo promovió que Finlandia se convirtiera en uno de los países que contaba —y sigue contando— con una de las mejores calidades de vida de Europa, sino que ayudó también a convertir el sistema educativo del país en uno de los más aclamados del mundo.
Su éxito aumentó progresivamente, además, la necesidad de trabajadores altamente especializados en comunicaciones y tecnología, pero también creo muchos puestos de trabajo que no requerían tanta especialización en la materia. De esta manera, era muy probable que en Finlandia trabajaras, de una forma directa o indirecta, en algo relacionado con el gigante de las comunicaciones. Nokia era responsable del 2% de los empleos directos del país y de algo más del 2% de los empleos indirectos.
El hundimiento de Nokia y la recuperación de Finlandia
A pesar de la cantidad de trabajos que se han perdido desde que comenzara el hundimiento de Nokia, lo cierto es que no supuso ninguna sorpresa en el país. Conscientes de que la empresa era incapaz, por algún motivo, de hacer frente a la rapidez con la que el mercado de los teléfonos móviles estaba cambiando —ocasionado, en gran medida, por la aparición de los Apple, Android y nuevos smarthphones que aportaban valor añadido a la experiencia de los usuarios—, los finlandeses se concienciaban, poco a poco, de la necesidad de cambiar un modelo que les había funcionado muy bien hasta ese momento: crecer gracias al monopolio económico de una sola empresa gigante que actuaba, además, de paraguas o empresa madre para muchísimas otras alrededor del mundo y en propio suelo finlandés.
Así, el gobierno finlandés, comenzó a destinar más dinero a financiar y apoyar pequeños proyectos y empresas: el presupuesto destinado a esta causa ascendió a 550 millones de euros. En 2012 se inició un la puesta en marcha de un evento, Slush, con base en Helsinki, que busca reunir a emprendedores e inversores y que se ha repetido desde entonces de manera anual.
La idea de crear un evento así llegó a mentes como la de Peter Vetersbacka quien, en 2007, consideró que era un problema el bajísimo número de estudiantes que buscaba montar su propia empresa. Dos años antes, en 2010, un grupo de estudiantes creó la start-up Sauna, que busca acelerar el crecimiento de nuevos negocios captando inversores y que sigue siendo, a día de hoy, muy popular, respaldada por la universidad de Aalto.
Si bien no fue ninguna sorpresa, esta transformación no ha supuesto un camino fácil ni para los que trabajaban en Nokia ni para la economía del país. De repente, muchos trabajadores altamente cualificados y especializados en tecnología y comunicaciones se encontraban sin trabajo; algunos, después de llevar prácticamente toda la vida trabajando para Nokia.
Sin embargo, donde algunos podrían ver un escenario sin esperanza y abocado al fracaso, con el deseo de que llegue "otra Nokia" que vuelva a convertirse en un referente mundial, otros han sido capaz de entender que este nuevo escenario podría convertirse también en una oportunidad para promover el necesario cambio de ese modelo económico y diversificarlo. En definitiva, todo ese talento que ha salido por las puertas del gigante de las comunicaciones ha transformado el escenario en un torrente de ideas que han revolucionado otra vez, y al más puro estilo nórdico, la economía.
Entre software y startups, Finlandia parece bullir de nuevo
Desde un mercado con una constante demanda de programadores de software a pequeños negocios y start-ups, Finlandia parece bullir de nuevo. Con un PIB que se recupera lentamente y una tasa de desempleo que desciende poco a poco, los antiguos ingenieros y programadores de Nokia son los nuevos emprendedores del país, y han dado paso también a una nueva generación de estudiantes y recién graduados deseosos de llevar adelante sus propios proyectos. Destacan en este aspecto varios sectores: en primer lugar, el de los videojuegos y juegos para móviles, con las ya establecidas Rovio —artífice del archiconocido Angry Birds— o Supercell —con Clash of Clans a la cabeza—.
En segundo lugar, el de la educación, donde podemos encontrar desde 2016 start-ups como Lightneer, perteneciente a Veterbacka y que busca cambiar la perspectiva de asignaturas como la química o la física y convertirlas en algo más dinámico para aprender. En materia de realidad virtual también se mueve mucho dinero inversor, donde podemos encontrar ya nombres como Varjo, así como en geolocalización, con apuestas como Quuppa, o teléfonos móviles, con Jolla. Las comunicaciones también sufrirán un nuevo cambio cualitativo dentro de poco, con el testeo en el país de la nueva tecnología 5G.
A su manera, Nokia no quiso quedarse atrás en este nuevo camino. En 2011 fundó su programa Bridge, que duraría hasta 2014, un concurso donde ganaban las mejores ideas para crear una start-up. A finales de 2013, más de mil empresas habían logrado iniciarse gracias a este programa, 400 de ellas localizadas en Finlandia. En 2015, Finlandia batía el récord de inversiones en start-ups, con un total de 253 millones de euros de distinta procedencia —inversiones extranjeras y finlandesas—, aumentando el patrón de crecimiento en 2,5. En 2016, rompía su propio récord del año anterior, aumentando la cifra de inversiones un 42%, a 383 millones de euros.
Entre las compañías con más inversiones podemos encontrar M-Files, Verto Analytics, Visedo o Jolla. Lo más interesante de esta reciente realidad es que muchas de estas nuevas empresas son, de hecho, producto de antiguos trabajadores de Nokia. Quuppa, una apuesta por la geolocalización; HeiaHeia, un servicio de red social; Wantlet, una red que te conecta con personas que quieren comprar lo mismo que tú y que busca ofertas para ti; Applause, un empresa que desarrolla videojuegos; Fambit, una herramienta de control de tu tiempo libre a través de calendarios compartidos; Jolla, la llamada a sustituir a Nokia en telefonía móvil; consultoras de comunicación y presencia online como Cluetail; Notava, servicio de WiFi; Varjo, pionera en realidad virtual. Todas ellas llevan la misma huella: haber sido creadas y desarrolladas por antiguos ingenieros y trabajadores de Nokia.
El nuevo panorama muestra una tendencia clara: una economía dependiente del sector tecnológico en un alto porcentaje, desde luego, pero infinitamente más diversificada. La debacle de Nokia supuso, sobre todo, el fin de una era y un modelo que ya no tenía cabida en las necesidades del mercado laboral actual.
Sin embargo, y a la vista está, los resultados podrían tacharse de positivos. Donde hay diversificación, hay creatividad. Y donde hay creatividad, hay más posibilidades de que se creen nuevas "Nokia" modernas que sean embajadoras del país en el extranjero y un referente mundial.
Foto | iStock
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