Donald Trump ha anunciado aranceles del 25% para México y Canadá, y un 10% adicional a China desde el primer día de su mandato. Es una medida que afectaría especialmente, si se acaba produciendo, al sector tecnológico norteamericano, fuertemente integrado con estos países por distintos motivos.
Por qué es importante. La medida es estratégica: llega a menos de dos años vista de la renegociación del USMCA (el tratado comercial entre Estados Unidos, México y Canadá), lo cual hace que suene a táctica de presión y no tanto a política definitiva. Este proceder fue muy habitual en la primera legislatura de Trump y entronca con su pasado en la empresa, no en la política.
El sector tecnológico, con sus cadenas de suministro cruzando continentes, sería uno de los más afectados.
En cifras. Los tres países suman más del 43% del comercio exterior estadounidense:
- México: 15,4% de las importaciones
- China: 13,9%
- Canadá: 13,6%
El impacto tecnológico. Las empresas tecnológicas serían las más expuestas. Foxconn, NVIDIA, Lenovo y LG afrontarían problemas en sus cadenas de suministro: o canalizan los nuevos sobrecostes de sus productos, o tendrían que reorganizarse para evitar el incremento, lo cual no sería fácil ni rápido.
Las cuatro empresas mencionadas comparten una expansión reciente de sus operaciones en México con nuevas instalaciones de servidores o fábricas de componentes, según explicó Al Jazeera.
Entre líneas. Como decíamos, parece una estrategia diseñada para conseguir concesiones antes de 2026:
- Usa a toda la industria –pero a la tecnológica en especial– como palanca negociadora.
- Presiona a México y Canadá para conseguir que los nuevos términos sean favorables a EEUU.
- Mantiene y aumenta la presión sobre China en la guerra tecnológica.
La señal de alarma. Steve Madden, una empresa centrada en moda y calzado, ha anunciado el traslado de la producción a Camboya y Vietnam si se implementan los aranceles, según recoge CBS. Otros fabricantes podrían seguir su ejemplo.
El caso tecnológico es algo más complicado: hace falta mano de obra cualificada para buena parte de la producción mientras que en otras industrias se trata de un proceso menos complejo.
En detalle. Trump ha usado estrategias muy similares para presionar en el pasado, ya sea en asuntos arancelarios o de cualquier tipo. En sus cuatro años previos en la Casa Blanca ya nos acostumbró a propuestas fuertes que luego acababan en una posición menor.
Una herencia del pasado en las negociaciones empresariales: plantear un escenario inicial muy complicado para ir rebajando a partir de él.
Lo próximo. Si esta medida termina entrando en vigor, ya sea en los términos que acaba de plantear Trump o con porcentajes inferiores, la industria tecnológica estadounidense afrontaría tres posibilidades:
- Absorber el nuevo coste de los aranceles: complicado para la mayoría, que manejan márgenes muy inferiores.
- Trasladar el incremento a los consumidores: y de esta forma incrementar los precios y perder competitividad frente a otros fabricantes.
- Reconfigurar sus cadenas de suministro: una opción intermedia que permitiría mezclar la reducción de margen de beneficio con el incremento del precio de forma moderada, ganando en eficiencia. Apple usó esta técnica tras la pandemia.
De momento, incertidumbre y a esperar la decisión final.
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