La digitalización de muchos aspectos de nuestra vida, incluido el trabajo, ha hecho que multitud de procesos sean mucho más sencillos y cómodos. Sin embargo, el entorno virtual es todavía extremadamente nuevo para la Humanidad frente a todo lo analógico que gobernó durante cientos de años la vida de nuestros antepasados, y nuestros cerebros aún se dejan influir por ideas fuertemente arraigadas durante generaciones sobre muchos de esos objetos físicos. Es el caso del papel y el lápiz.
¿Por qué? Según un estudio conjunto de las universidades de Chicago (EEUU) y Zhejiang (China), los seres humanos seguimos considerando más serio todo lo que esté plasmado en un papel, lo que nos lleva a tomar decisiones más virtuosas si las vemos o nos comprometemos a ellas en un folio. Los autores del estudio señalan que los manuscritos hacen que nuestros cerebros sientan la decisión como más real y, por tanto, más representativa de lo que somos, por lo que tenemos más cuidado y tendemos a ser más íntegros con ella.
Mejores decisiones. Esto, trasladado al ámbito laboral, implicaría que, al plasmar una decisión difícil sobre el papel, podemos llegar a sentir como más real el peso de sus implicaciones, lo que llevaría a nuestros cerebros a evaluarla con mayor atención y, en consecuencia, a valorar mejor los pros y los contras y acabar por adoptar la resolución que más nos represente.
Del mismo modo, desde un punto de vista comercial, los autores del estudio señalan que los clientes también se pueden sentir más interesados por un servicio o producto si lo ven sobre el papel y cuadra con sus valores. Este sería el motivo, señala la investigación, por el que muchas ONG siguen haciendo campañas de captación en la calle.
“Pedimos a los participantes que hicieran este tipo de elecciones utilizando un formulario en papel o una tableta digital y, a pesar de controlar todas las demás variables, encontramos que las personas que usaban papel tomaban decisiones más virtuosas que aquellas que usaban un formato digital. Por ejemplo, los participantes que leyeron sus opciones e hicieron una selección en papel fueron significativamente más propensos a donar dinero a la caridad, elegir un plato principal saludable y optar por un libro educativo en lugar de algo más entretenido”, señala el estudio.
Reverso tenebroso. Los resultados de este estudio también tienen un reverso tenebroso. Si las decisiones que tomamos en entornos digitales se sienten menos reales, tendremos menos reparos a la hora de llevar a cabo acciones que, cara a cara, tenderíamos a pensar dos veces, irían en contra de nuestros principios o nos harían sentir muy incómodos. Como, por ejemplo, despedir masivamente a los empleados de una empresa en una misma videollamada de Zoom.
El papel como herramienta, no como garantía. Los autores del estudio advierten de que usar el papel, no obstante, no es una garantía de virtuosismo ni de tomar mejores decisiones, sino que se trataría de una mera herramienta para tratar de aclarar ideas, sentir con mayor realismo el efecto de lo que resolvamos y reflexionar más profundamente sobre ello.
Asimismo, subrayan que son conscientes de que en muchos contextos de hoy día es imposible o mucho menos eficiente usar el papel como herramienta, como en las comunicaciones entre trabajadores remotos o en compras online. Pero sí puede servir para poner por escrito lo que queramos comunicar a compañeros de trabajos, jefes o empleados y evaluar más concienzudamente nuestras palabras o para hacer una lista de pros y contras de determinada compra.
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