En 2018 se vivió una inesperada revolución en redes sociales. TikTok, la plataforma que detonó la fiebre por los vídeos cortos, no paraba de crecer. Su concepción era un giro de tuerca más a los contenidos breves —y normalmente efímeros— que queríamos compartir, que del texto (blogs, Facebook, Twitter) y la imagen (Instagram) pasaron a conquistar también el vídeo.
En realidad ya teníamos formas de compartir vídeo, claro. YouTube llevaba años siendo una institución para la "economía de los creadores", pero TikTok logró plantear un nuevo modelo en el que el usuario podía disfrutar de vídeos de muy corta duración. El doomscrolling llegaba también a este formato.
El éxito arrollador de TikTok le permitió ganar la batalla de las redes sociales e hizo que el resto de plataformas copiasen el modelo. Todas las grandes sociales lo adaptaron a su formato: Instagram quiso dejar de ser Instagram con los Reels y YouTube triunfa (más o menos) ahora con sus Shorts, y de repente internet se inundó de vídeos cortos.
Lo curioso es que mientras el resto del mundo copiaba a TikTok, TikTok iniciaba el camino inverso.
Sus vídeos cada vez eran más largos.
Lo reflejaba muy bien Kaya Yurieff, periodista en The Information, que ha publicado allí un tema confirmando una tendencia que viene de lejos. La empresa, que a mediados de 2018 permitía subir vídeos de 15 segundos, subió ese límite a un minuto antes de que ese año finalizara.
Las cosas se mantuvieron así hasta que en el verano de 2021 TikTok permitió que los creadores subieran vídeos de hasta tres minutos. Seis meses después, en marzo de 2022, la cosa fue a más: ya era posible subir vídeos de 10 minutos.
¿Qué quería conseguir TikTok con eso? Exacto: convertirse cada vez más en un rival directo de YouTube —y atraer a más y más creadores para que lograran unos ingresos extra— en ese tipo de contenidos. Era y es una especie de venganza servido en plato frío: si YouTube se había apropiado de los vídeos cortos, TikTok estaba ahora apropiándose de los vídeos con el formato tradicional de YouTube.
La confirmación se produce ahora, cuando nos enteramos de que TikTok ya está experimentando con —¡herejía!— los vídeos en horizontal, con poder verlos a pantalla completa e incluso y con subir la duración máxima hasta unos sorprendentes 15 minutos.
Son todas medidas destinadas a plantear una plataforma que ya no es solo de vídeos cortos, sino que también quiere atraer a creadores que necesitan más tiempo para contar lo que quieren contar.
Es una apuesta arriesgada que ya hemos visto en la relativamente corta vida del resto de las redes sociales que dominan nuestras vidas. Todas ellas se centraron en un tipo de contenido y formato, pero luego se han ido adaptando a los nuevos tiempos y, sobre todo, a las amenazas que planteaban sus rivales. Si alguna hacía algo nuevo y diferencial, todas acababan copiándolo fuera o no buena idea. Por ejemplo, recordemos que LinkedIn se apuntó a las Stories para luego admitir el error.
TikTok parece estar ahora haciendo algo así: ganada la guerra de los vídeos cortos, ahora se ha vuelto glotona y parece querer ir a por YouTube, una absoluta institución a la que no obstante podría acabar amenazando. Puede que los vídeos cortos logren tenernos pegados a la pantalla gracias al citado 'doomscrolling', pero los vídeos cada vez más largos están ganando terreno en TikTok.
En juego están cosas como los ingresos publicitarios y los cada vez más interesantes ingresos por suscrpición. Aquí TikTok, eso sí, tiene una baza a su favor: esa generación TikTok de jóvenes (y no tan jóvenes) a los que la plataforma ha conquistado definitivamente.
Imagen | Xataka con Bing Image Creator
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