Hubo un tiempo no muy lejano en el que WeWork fue valorada por 47.000 millones de dólares y sus sueños de tocar el sol con sus propias manos era más real que nunca. Pero entonces llegó la pandemia y con ella se prendieron fuego a sus alas y se inició una caída en picado a los infiernos.
Esta madrugada, el que fuera el mayor espacio de oficinas compartidas del mundo ha firmado su bancarrota y estudia una salida digna para saldar su deuda.
Se veía venir, pero ahora es oficial. No se puede decir que la caída de WeWork nose veía venir desde hace meses. Pero no por ello es menos impactante que una empresa que en 2019 se valoraba en 47.000 millones de dólares, solo cuatro años más tarde cueste un 1% de ese valor. En 2023, las acciones de la empresa afincada en Nueva York han caído un 98%.
WeWork se ha declarado en quiebra acogiéndose al Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos en Nueva Jersey. Según publica Bloomberg, se ha registrado una deuda de casi 19.000 millones de dólares y unos activos por valor de 15.000 millones de dólares. La mayoría de ellos en forma de edificios de oficinas.
Pausa en el pago a acreedores. Acogerse al Capítulo 11 de la Ley de Quiebras permite a WeWork poner en pausa el pago de la deuda y le da tiempo para reestructurarse y vender los activos o renegociar los alquileres en el caso del modelo de negocio de WeWork. Es el equivalente al concurso de acreedores de la legislación española con el que las empresas deben presentar un plan para liquidar su deuda.
Una vez solicitado el amparo de esta figura, la empresa está negociando con sus acreedores el acuerdo de reestructuración de su deuda, que representa el 92% de sus pagarés garantizados. El siguiente paso de la empresa de coworking será la racionalización de su cartera de alquiler. Es decir, mantener los espacios realmente rentables para seguir operando en ellos por un tiempo, y vender los menos rentables.
La caída solo afecta a WeWork en Estados Unidos. La compañía está presente en 39 países donde ocupa 777 edificios de oficinas. No obstante, la bancarrota solo afecta al negocio de Estados Unidos y está estudiando la opción de presentar reconocimientos de deuda también en Canadá. WeWork ha anunciado que seguirá prestando servicio a los asociados y franquiciados de todo el mundo.
Sin embargo, es más que probable que la compañía haga movimientos progresivos para reducir su presencia en otros países vendiendo sus activos y reduciendo sus áreas de negocio allí donde pueda.
La pandemia y el teletrabajo le dieron la puntilla. El modelo de negocio de WeWork se basaba en una idea realmente atractiva pero que no ha tenido de su lado ni la dirección ni la suerte de su lado. Crear un espacio flexible en el que la empresas y trabajadores por cuenta propia pudieran disponer de un espacio con todo lo que necesita para desarrollar su tarea y estando codo con codo (literalmente) compartiendo un espacio con otras empresas con las que crear sinergias. Como idea no está nada mal y WeWork consiguió convertirse en referente en ese ámbito.
En 2020 llegó la pandemia y con ella el auge del teletrabajo. La tormenta perfecta. Con la ocupación de las oficinas a medio gas y con unos contratos negociados al alza, al gigante le empezaron a temblar las piernas. "Ha sido un desafío para mí observar desde la barrera desde 2019 cómo WeWork no ha sabido aprovechar un producto que hoy es más relevante que nunca", ha señalado en un comunicado a CNBC el cofundador y ex-CEO de WeWork, Adam Neumann. "Creo que, con la estrategia y el equipo adecuados, una reorganización permitirá a WeWork resurgir con éxito".
La vacuna no les funcionó. Ante la caída a los abismos a la que se enfrentaba la compañía, la dirección intentó dar un golpe de timón en septiembre pasado intentando reconducir la situación financiera.
Se renegociaron contratos de arrendamiento y se intentó reducir el gasto al máximo, pero la declaración de bancarrota confirma que las curas no llegaron a tiempo. Ícaro ha caído sin tocar el sol.
Imagen | Unsplash (Brandon Hooper)
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