2019 ha sido un buen año para la generación eléctrica en España. Por un lado, se ha cerrado con récord de emisiones a la baja, es decir, ha sido el año en el que generar electricidad ha sido más limpio. Por el otro, ha sido el año del resurgir de la industria renovable, con récord de nueva potencia instalada. Y lo mejor de todo es que esto es solo el principio, ya que 2020 es aún más prometedor.
Frenazo del carbón, que tiene los días contados
Si nos fijamos exclusivamente en la generación renovable, el dato no ha sido especialmente bueno. Las tecnologías renovables han aportado el 36,8% de la generación total, un dato inferior al 38,5% obtenido el año pasado y lejos del 42,8% obtenido en 2014. El motivo no es otro que la propia naturaleza variable de estas fuentes de energía, principalmente la hidráulica, que se ve fuertemente afectada por las sequías. Si además contamos a la generación nuclear, las tecnologías que no emiten CO₂ han aportado el 58,6% de la generación total, también por algo debajo del 59,7% obtenido el año pasado.
Entonces, ¿cómo es posible que se haya conseguido un récord de emisiones a la baja? La clave está en el fuerte descenso de la generación con carbón (la fuente más emisora de CO₂), que ha pasado de proveer el 14,3% de la electricidad en 2018 a apenas un 5% en 2019. El principal motivo de este fuerte descenso ha sido el precio del CO₂, que ha disminuido la competitividad de esta tecnología en el mercado eléctrico, relegándola a un segundo plano. Lo curioso es que mientras tanto hemos importado carbón marroquí, que no paga este impuesto al no pertenecer a la Unión Europea. Otra curiosidad digna de mención es que, por primera vez en la historia y durante 45 horas del pasado mes diciembre, España consiguió prescindir del carbón como fuente de energía.
La mala noticia es que el déficit creado por el carbón no ha sido suplido por tecnologías sin emisiones, sino que los más beneficiados han sido los ciclos combinados de gas, que han pasado de estar prácticamente desaparecidos del sistema durante años (se contruyeron en época de "bonanza" y han estado funcionando los últimos 10 años a un 10-12% de su capacidad) a ser la primera fuente de generación en 2019 con un 21,9% de cuota. El gas es un combustible mucho más limpio y tiene un factor de emisiones en torno a tres veces más bajo (para el carbón es aproximadamente de una tonelada por MWh, mientras que la de un ciclo combinado de gas es de unas 0,35 toneladas/MWh), lo que le da una ventaja importante en el mercado al no afectarle tanto el precio del CO₂.
La consecuencia de este descenso del carbón en favor de los ciclos combinados de gas es que España ha cerrado 2019 como el año con menores emisiones de CO2 asociadas a la generación eléctrica, que a falta de datos definitivos rondarán los 50 millones de toneladas de CO2. Por ponernos en perspectiva el año pasados fueron 64 millones y en 2015, llegaron hasta los 78.
Adicionalmente a esta casuística que las está echando del mercado, las centrales de carbón se enfrentan también a una directiva europea que no las permitirá operar más allá de de junio de 2021 si no invierten en medidas para reducir su impacto ambiental. La consecuencia no s ha hecho esperar y sus propietarias han solicitado el cierre de muchas de ellas. Ya no son un negocio (o no al menos el más atractivo).
La industria renovable vuelve a resurgir
Sin duda otro de los titulares del sector eléctrico español en 2019 es el resurgir de la industria renovable. Después de años de parón, las subastas promovidas por el gobierno en 2016 y 2017 abrieron de nuevo la puerta a la instalación de energía eólica y solar en nuestro país. Se subastaron más de 8.000 MW entre ambas tecnologías, pero no ha sido hasta 2019 cuando recogido la mayoría de los frutos de aquella subasta, además de muchas otras promociones que han construido sin ningún tipo de apoyo gubernamental. En total, se han añadido 5 nuevos GW de tecnologías renovables (solar y eólica).
España ha sido la locomotora de Europa en las nuevas instalaciones de energía solar fotovoltaica durante 2019. En total, según datos de Red Eléctrica, se han instalado 3,3 GW, para hacer un total de 7,8 GW en operación actualmente. Entre los hitos más importantes está la conexión a la red de la plata fotovoltaica más grande de Europa en Murcia (que será superada pronto por otra de 594 MW).
La eólica por su parte ha sumado más de 1,6 nuevos GW a su parque generador, finalizando el año por encima de los 25.200 MW instalados en nuestro país, lo que nos sitúa solo por detrás de Alemania en el viejo continente (que por otro lado, se encuentra en pleno parón de instalaciones). Como curiosidad, 2019 también ha sido el año del estreno de la energía eólica marina, con los 5 MW del aerogenerador del innovador proyecto Elisa en Canarias.
La mayoría de todas estas instalaciones apenas han podido contribuir las estadísticas de 2019, ya que buena parte de ellas se ha instalado en la parte final del año. La buena noticia es que en este 2020 ya están generando desde el minuto uno, por lo que, si todo va bien, todo apunta a que la cuota de generación renovable alcanzará un nuevo récord pronto.
2020 promete, pero hay quien habla de burbuja
La tendencia en el sector renovable en nuestro país durante los próximos años es al alza. Según el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), en el 2030 el 70% de la producción eléctrica deberá ser de origen renovable. Esto supondría, grosso modo, introducir otros 30 GW de fotovoltaica nuevos y 20 GW más de eólica. Casi nada.
Sin embargo, no parece que vaya a ser excesivamente complicado. O al menos parece que hay muchos interesados. Y es que, según datos de Red Eléctrica de España, más de 100 GW de nuevas instalaciones renovables ya tienen permiso para conectarse al sistema eléctrico, casi tanta como la potencia instalada total actualmente entre todas las tecnologías. Del total, 76,7 GW pertenecen a la solar fotovoltaica mientras que los 25,3 GW restantes son de energía eólica. Y eso que el operador del sistema ha tenido que rechazar la solicitud de otros 68,3 GW.
Con estas cifras, hay quien habla de una nueva burbuja renovable. Si tal cantidad de renovable se introduce en el mercado, al ser tecnologías de coste variable cercano a cero, reducirían drásticamente el precio de la electricidad, poniendo en jaque las previsiones de rentabilidad de muchos proyectos actuales.
Ante esto, solo podemos esperar al desarrollo de los sistemas de almacenamiento, tanto estacionarios como en forma del vehículo eléctrico y tecnología V2G (Vehicle to Grid), que nos permitan aprovechar los picos de generación renovable en aquellos momentos en los que el viento no sople o el sol no brille.
Imágenes | Endesa
En Xataka | El futuro de la energía es un modelo solar y distribuido y tiene muchos enemigos
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