Alemania ya ha encarado la recta final de su plan para ejecutar el cierre programado de todas sus centrales nucleares. El accidente que tuvo lugar en la central nuclear de Fukushima (Japón) el 11 de marzo de 2011 precipitó el apagón definitivo de las instalaciones nucleares alemanas. La agenda que hasta ese momento manejaba el Gobierno germano contemplaba un cierre escalonado que concluiría con la clausura de la última central nuclear en 2036. Pero Fukushima lo cambió todo.
Cuando se produjo el accidente en la planta nuclear japonesa ocho de los diecisiete reactores nucleares que tenía Alemania operativos en ese momento se encontraban en fase de parada porque estaban siendo revisados. Dos habían tenido varias incidencias técnicas que requerían llevar a cabo labores de inspección y mantenimiento, y los otros seis estaban siendo sometidos a pruebas de estrés que perseguían garantizar que podían ser operados con seguridad.
El plan consistía en que esos ocho reactores nucleares volviesen a la actividad cuando estuviesen listos y hubiesen superado todas las pruebas de seguridad establecidas por la Agencia para la Energía Nuclear (AEN), pero el accidente de Fukushima provocó que el Gobierno alemán decidiese mantenerlos apagados definitivamente. No obstante, esta no fue su única decisión. Los nueve reactores nucleares restantes irían siendo apagados paulatinamente, pero el cierre escalonado no concluiría en 2036; lo haría en 2022. Catorce años antes de lo que proponía la estrategia inicial del Gobierno alemán.
Las seis centrales nucleares alemanas en actividad producen 8,5 GW
El apagón nuclear alemán está a la vuelta de la esquina. El ejecutivo germano ha ejecutado con pulso firme el cierre de las centrales nucleares que programó durante los meses posteriores al accidente de Fukushima, y actualmente solo seis de ellas permanecen activas. Todas generan entre los 1344 MW de la instalación de Gundremmingen, que es la más modesta en términos cuantitativos, y los 1485 MW de la central nuclear de Isar-2, por lo que de forma conjunta suman 8,5 GW. Y es mucha energía eléctrica. Muchísima.
La transición energética en la que nos hemos embarcado como sociedad es muy positiva porque persigue reducir drásticamente la emisión de gases de efecto invernadero con el propósito de mitigar tanto como sea posible el impacto de la emergencia climática. Cerrar una central nuclear per se puede encajar en un contexto en el que las fuentes de energía renovables están adquiriendo cada vez más relevancia, pero no debemos perder de vista que es imprescindible reemplazarlas por otras fuentes de energía, y no siempre es factible que esa fuente alternativa sea renovable y no contaminante.
Es un hecho: el cierre anticipado de sus centrales nucleares ha forzado a Alemania a recurrir al gas y el carbón. De lo contrario no podría dar respuesta a todas sus necesidades energéticas debido a que su base de energías renovables aún no consigue sostenerlas. Angela Merkel, la canciller alemana, esbozó con mucha claridad qué consecuencias tendría adelantar el cierre de sus centrales nucleares en el Foro Económico Mundial que se celebró en Davos (Suiza), el 23 de enero de 2019:
Deshacerse de las centrales nucleares tiene un precio. Uno muy alto si nos ceñimos exclusivamente a su impacto medioambiental
«Llevaremos a cabo el apagado progresivo de nuestra energía nuclear con el propósito de concluirlo en 2022. Pero tenemos un enorme desafío por delante debido a que las únicas fuentes de energía que son capaces de dar respuesta a nuestras necesidades energéticas son el carbón y el lignito [es un tipo de carbón muy abundante de origen mineral]. Alemania ha abandonado la producción local de carbón, pero no la de lignito, que es relativamente barata. El problema es que el lignito es una fuente de energía que emite mucho dióxido de carbono [...] El gas natural de nuevo jugará un rol esencial para nosotros durante las próximas décadas [...]».
Las declaraciones de Merkel en el Foro de Davos no dejaron lugar a dudas: actualmente deshacerse de las centrales nucleares tiene un precio. Uno muy alto si nos ceñimos exclusivamente a su impacto medioambiental. La energía de origen nuclear genera residuos, eso es indiscutible, pero dejando por esta vez a un lado el debate acerca de las consecuencias económicas y medioambientales que acarrea su gestión no podemos pasar por alto que no conlleva la emisión de gases contaminantes. Y esta última característica es muy importante en el contexto de emergencia climática en el que estamos sumidos.
A principios del pasado mes de mayo tuvimos la ocasión de hablar con Pedro Fresco, un reputado experto en los mercados energéticos y las energías renovables que actualmente ejerce como Director General de Transición Ecológica en la Generalitat Valenciana. Pedro nos explicó de una forma clara y absolutamente razonable por qué prescindir de las centrales nucleares hoy es posible, pero no es recomendable. Su discurso describe la realidad energética española, pero lo que hemos visto hasta ahora refleja que también encaja muy bien en el contexto actual de Alemania:
«Ahora, en 2021, no podemos cerrar todas las centrales nucleares. Hacerlo nos llevaría a incrementar las emisiones de dióxido de carbono»
«Ahora mismo, en el año 2021, no podemos prescindir de la energía nuclear. No podemos cerrar todas las centrales nucleares, pero no porque vayamos a tener un problema de suministro, sino debido a que hacerlo nos llevaría a incrementar las emisiones de dióxido de carbono. Tenemos suficiente capacidad de ciclos combinados para cerrar todas las centrales nucleares mañana mismo, pero el problema es que estaríamos introduciendo una energía carbonizada, y esto iría en contra de nuestros objetivos de descarbonización», nos explica Pedro.
«Por esta razón, un cierre masivo y de golpe no es viable. Las centrales nucleares acabarán cerrando, pero tienen que cerrar poco a poco. La razón por la que se ha hecho un calendario de cierre, además de por motivos técnicos y logísticos, es no afectar a las emisiones del sistema eléctrico de una forma importante. En 2021 no es viable cerrarlas todas, pero sí es viable hacerlo poco a poco», argumenta Pedro con convicción.
El accidente de Fukushima provocó que el Gobierno alemán decidiese adelantar catorce años el cierre de sus centrales nucleares en previsión de posibles incidencias técnicas que pudiesen comprometer su seguridad, pero es evidente que no le ha dado tiempo a desplegar la base de energías renovables que necesita para reemplazar su parque nuclear y resolver sus necesidades energéticas.
De hecho, parece razonable asumir que para generar los 8,5 GW que producen actualmente las seis instalaciones nucleares que permanecen activas Alemania va a tener que quemar mucho lignito. Y también mucho gas. Esto es, precisamente, para lo que nos preparó Angela Merkel en su discurso en el Foro Económico de Davos.
La estrategia de Alemania plantea varias dudas razonables
La transición energética en la que nos hemos embarcado conlleva muchos retos que no es fácil asumir. Cada país está optando por la estrategia que considera más adecuada, pero la situación en la que se encuentra Alemania actualmente nos invita a llegar a varias conclusiones. Este país es uno de los más industrializados del planeta, y, como tal, también es uno de los que emite más dióxido de carbono. La llegada de la pandemia ha desvirtuado las cifras porque ha provocado que durante 2020 muchas industrias reduzcan su capacidad de producción, pero podemos desviar nuestra mirada momentáneamente a 2019, justo antes de que arreciase la enfermedad COVID-19.
En 2019, justo antes de la pandemia, Alemania era el sexto país que más dióxido de carbono emitía. En cabeza de esta clasificación está, como podemos intuir, China
Según la consultora Knoema durante ese año Alemania se encontraba en la sexta posición de la clasificación de los países más contaminantes del planeta. Por delante estaban, en orden de mayor a menor capacidad de emisión de dióxido de carbono, China, Estados Unidos, India, Rusia y Japón. Y después ya aparece Alemania. Probablemente el panorama no habrá cambiado demasiado durante el último año y medio, pero no cabe duda de que cuando este último país cierre sus últimas centrales nucleares en 2022 se verá obligado a incrementar sus emisiones contaminantes porque tendrá que quemar más lignito y más gas.
La apuesta de Alemania por las energías renovables es firme, y a medio plazo su plan persigue que la mayor parte de su producción energética tenga un origen renovable y no contaminante, pero aún no está claro cuándo llegará ese hito. Y mientras tanto, como presagió Angela Merkel, este país se verá obligado a incrementar sus emisiones de gases de efecto invernadero. El impacto que tendrá esta estrategia en el medio ambiente dependerá, lógicamente, del tiempo que se prolongue la utilización de las fuentes de energía contaminantes.
Cuando en 2022 todas las centrales nucleares alemanas estén cerradas en Francia seguirán activos nada menos que 58 reactores nucleares
La otra gran duda que se cierne sobre la estrategia de Alemania reside en sus cimientos. Como hemos visto, la posibilidad de que se produzca una incidencia que comprometa la seguridad de sus instalaciones nucleares ha desencadenado el cierre relativamente apresurado de todas ellas. Sin embargo, cuando en 2022 todas las centrales nucleares alemanas estén cerradas, en Francia seguirán activos nada menos que 58 reactores nucleares. Tan solo Estados Unidos tiene más instalaciones de este tipo. Y, como todos sabemos, Francia y Alemania son vecinas, y ambas residen en el mismo corazón de Europa.
Es evidente que no es nada fácil identificar cuál es la estrategia que nos va a permitir recorrer el camino de la transición energética de la forma más segura y menos traumática posible. Y tampoco está claro cuál será el rol que tendrá la energía nuclear en el futuro. Algunos expertos, como Alfredo García, más conocido en Twitter como Operador Nuclear, abogan por la importancia que puede tener la energía nuclear como respaldo de las renovables, pero otros defienden que a medio plazo podremos prescindir de ella totalmente. Pase lo que pase podemos estar seguros de que el tiempo pondrá a cada estrategia en su lugar. Confiemos en que las personas que tienen la responsabilidad de diseñarlas tomen las decisiones adecuadas.
Imágenes | Foro Nuclear | Felix König
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