En los últimos años, mientras la prometida reforma del sistema eléctrico español nunca acaba de llegar por un motivo u otro, no dejan de escucharse noticias sobre cómo estamos importando energía eólica de Portugal, energía nuclear de Francia o, incluso, energía producida con carbón en plantas marroquíes. Esto, a juzgar por muchos de los debates que hemos tenidos estos meses, resulta confuso.
¿Qué papel tiene la política energética española en el consumo real del País? ¿Tiene sentido empezar a cerrar las centrales térmicas y las minas de carbón si vamos a importar la energía de las centrales marroquíes? ¿De qué sirve la moratoria nuclear que tenemos si la importamos desde más allá de la frontera francesa? ¿Tiene sentido el parón de siete años en energías renovables para comprársela a otros? En fin, ¿De dónde sale realmente la energía que consumimos? Curiosamente las polémicas acaban por dar una imagen desenfocada del asunto.
¿De dónde sale la energía que consumimos?
Para entender bien el problema, hemos de entender bien el mercado, nos dice Mario Berná de Ingebau. Efectivamente, el Mercado Ibérico de Electricidad es un mercado mayorista de energía donde se juntan todas las ofertas, las de los que la producen energía y las de los que la compran en España y Portugal. En él, grosso modo, es donde se decide qué centrales comienzan a verter energía en el sistema para compensar la demanda.
El MIBEL forma parte del mercado interior de energía de la Unión Europea. Eso quiere decir que está interconectado con nuestro vecinos del Norte. En resumidas cuentas, esto quiere decir que no siempre que sube la demanda, se encienden nuevas centrales. A veces, cuando es barato importar que producir, nos apoyamos en los países vecinos para proveer la demanda energética. Este proceso lo realiza un algoritmo (llamado EUPHEMIA) que, ateniendo a conexiones, lejanía y costo productivo, decide la energía que se mueve de un país a otro.
Esto sirve para evitar cosas como las que hemos visto hace poco en Tenerife: la interconexión nos confiere seguridad y da continuidad al suministro. Por eso, como nos explica Berná, España forma parte del mismo mercado con Francia y Portugal. "Durante el verano, nosotros nos solemos apoyar en la nuclear francesa y durante su frío invierno ellos se apoyan en nuestra red eléctrica".
A través del Estrecho
"Nuestro país - nos dice Berná - también está conectado con Marruecos por un cable de 800 MW". Esto normalmente no ha sido un problema porque, tradicionalmente, la energía era más barata en España que en Marruecos. Le vendíamos energía. Sin embargo, a medida que Europa se encarecen los derechos de emisión de CO2, las plantas de carbón marroquí se vuelven más rentables dado que no tienen ese tipo de tasas. En el último año, importar cada vez ha sido más habitual.
"Y va a serlo más a partir de ahora, hasta que se pongan medidas. Antes, cuando el carbón estaba aquí a cinco euros tonelada, era un poco irrelevante. Ahora [con las tasas a las emisiones de carbono] sube el precio del megavatio de carbón, se hace inviable y se saca del mercado", nos dice Pedro Fresco, especialista en energía y autor de 'El futuro de la energía en 100 preguntas'.
"Pero, claro, la energía que importamos de otro país que está fuera de la UE no tiene que pagar esos derechos". No obstante, el Gobierno es consciente de este problema, nos explica Fresco. "La ministra Teresa Ribera ha preguntado a Europa qué se puede hacer con esto y están buscando algún tipo de solución específica"
¿Cómo de serio es el problema?
Pequeño, sin duda. Fundamentalmente porque nuestro sistema es "autosuficiente", nos explica Berná. Fabricamos la inmensa mayor aprte de nergía que producimos. "Las interconexiones las tenemos por un tema técnico (como apoyo) y por un tema económico, pero hay que tener en cuenta que en España tenemos una potencia instalada por encima de los 100 gigavatios y los máximos históricos de demanda están en torno a 45".
En el caso español, esta sobrecapacidad tiene aún poco que ver con el crecimiento de las renovables. Fresco nos explica que "tenemos veintitantos mil megavatios de ciclos combinados de gas que se hicieron antes de la crisis de 2008 pensando que íbamos a crecer al 4 ó 5 por ciento durante toda la década siguiente. Se sobredimensionaron, esperando demandas enormes pero eso nunca llegó a pasar".
Este, además de las tasas de emisiones, es el verdadero problema del carbón nacional porque "los ciclos de gas compiten directamente con él por lo que se denomina hueco térmico", dice Fresco. "En esto el Gobierno actuó acertadamente: en lugar de poner una fecha límite al carbón, confió en que los precios lo sacarían del mercado". Y así ha sido.
Más allá de eso, la conclusión general parece ser que pese a los problemas de ajuste con Marruecos y su política de emisiones, el fuerte repunte de de energía solar 'reverdecerá' el cable de 800 MW que nos une a África (y comenzaremos a importar energía solar de Marruecos). No obstante, a medio plazo, todo esto seguirán siendo anécdotas de un mercado energético que produce lo que consume y que, por lo demás, sigue esperando su reforma.
Imagen | Matthew Henry
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