Con el precio del gas por las nubes, Europa está buscando alternativas para hacer frente a la actual crisis energética. Y una de las soluciones la ha encontrado en un viejo conocido: el carbón. Pese a que los derechos de emisión de CO2 también han subido y la intención de descarbonizarse para hacer frente al cambio climático, los distintos países europeos han aumentado su uso del carbón como alternativa a un gas cuyas reservas son limitadas.
Si el año pasado teníamos la energía barata y el futuro del carbón era totalmente incierto, la situación ha dado un giro completo. A principios del mes de octubre se alcanzó un precio de 185 euros para la tonelada de carbón, la cifra más alta desde 2008 y múltiples veces mayor respecto al año pasado, cuando se encontraba en unos 40 euros por tonelada.
Tras el gas, el carbón también se dispara
El mercado de futuros del carbón para el próximo trimestre se encuentra actualmente en unos 207 euros la tonelada, por debajo del récord del pasado 5 de octubre pero todavía más de un 300% superior al 2020.
En los últimos días las predicciones se han relajado, principalmente por las palabras del presidente ruso Vladimir Putin en relación al suministro de gas a través de Ucrania y por el anuncio de China, que ha explicado que incrementará la producción de carbón para ayudar a lidiar con la crisis energética.
El gigante asiático actualmente tiene una producción de aproximadamente el 60% basada en carbón. Un porcentaje considerablemente elevado que las autoridades chinas quieren rebajar para alcanzar, en 2060, la neutralidad de carbono. En Europa, esta fecha está marcada para 2050.
Mientras que los planes a largo plazo de los países pasan por cerrar las centrales térmicas de carbón, lo cierto es que en el corto plazo el carbón está siendo protagonista para ayudar a satisfacer la demanda, convirtiéndose en una fuente de energía más económica que el gas, cuyo elevado coste es el principal responsable de la escalada de precios.
El cierre de nuevos proyectos mineros, los problemas en la cadena de suministro y la intención de eliminar la dependencia con el carbón debido a sus altas emisiones de CO2 no han ayudado a que el precio se mantenga bajo. El futuro del carbón era oscuro hace poco más de un año, con la industria carbonera deshaciéndose de sus propios activos. Pero la crisis energética ha forzado a repensar la posición de los distintos países respecto al carbón, al menos en el corto plazo.
Endesa y centrales térmicas como la de As Pontes vuelven a abastecerse de carbón
Ante la preocupación de que este invierno sea igual de duro de lo que anticipa el mercado de futuros, las distintas empresas de energía empiezan a adoptar posiciones. Es el caso de Endesa, que ha decidido abastecerse con 80.000 toneladas de carbón para abastecer la central térmica de As Pontes, en A Coruña.
Según describe ABC, mientras que el cierre de la central térmica sigue en marcha, también está preparada para volver a producir energía si se necesita para afrontar la demanda y aliviar la necesidad del gas. Fuentes de Endesa indican al periódico que se "están estudiando todas las opciones posibles ante el riesgo de que pueda haber un problema en el mercado internacional del gas o que venga un invierno muy crudo y que eleve la demanda de energía".
En junio de 2020, España decidió cerrar siete de las 15 centrales térmicas de carbón que aún quedaban operativas. El fin del carbón lleva años sobre la mesa, pero por el momento el resto de fuentes de energía no son suficiente fuertes como para eliminar por completo nuestra dependencia.
Una de las dudas con estas centrales térmicas de carbón era cómo reconvertirlas. Es el caso de la Central térmica de Los Barrios, en proceso de reconversión para producir hidrógeno verde.
Actualmente solo existen en España cinco centrales térmicas activas de carbón, aunque todas en fase de cierre. En Asturias se encuentra la Central térmica de Aboño y la de Soto de Ribera, previstas para su cierre en 2022. En Galicia se encuentra As Pontes, la mayor de España con una potencia de 1.468 MW y propiedad de Endesa. Bajo la misma compañía es la central Litoral de Almería, con un cierre condicionado a un plazo máximo de cuatro años. Si bien, actualmente todavía cuenta con un inventario de alrededor de 32.000 toneladas de carbón. La quinta central es la de Es Murterar, en Mallorca.
Más allá de Filomena, España no había vuelto a quemar carbón en grandes cantidades desde hace meses. Este octubre va camino de ser el mes que más carbón se ha utilizado para producir electricidad del año, con un porcentaje por encima del 60% en generación no renovable de energía según datos de Red Eléctrica de España. Muy alejado de lo que nos dejó 2020, donde por primera vez en la historia las energías renovables en Europa superaron a los combustibles fósiles.
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