El mundo vive "su verdadera primera crisis global energética", ha asegurado Fatih Birol, presidente de la Agencia Internacional de la Energía (IEA). La guerra de Ucrania y su impacto en el gas, la falta de petróleo y la vuelta de la demanda de China son un cóctel perfecto que está tensando la cuerda a unos niveles que no veíamos desde 1973.
Este invierno puede ser tranquilo, pero también puede ser el desencadenante de una situación todavía más difícil. Desde el organismo internacional, creado precisamente tras la crisis del petróleo, alertan del riesgo al que nos enfrentamos.
No hay energía para todos. Al contrario que la de 1973, donde era un problema de precios e influencias, en la actual crisis se junta un hecho que la vuelve mucho más real: la falta de energía para todos. Pongamos el caso del gas. Salvo que reduzca mucho su consumo, Europa necesita unos 55.000 millones de metros cúbicos de gas (BCM) para sustituir el gas ruso, sin embargo la capacidad mundial de gas natural licuado únicamente será de 20 BCM en 2023. Y el resto de países también querrá su parte.
Ocurre algo parecido con el petróleo. La OPEC ha reducido la previsión de producción a unos 2 millones de barriles por día. Esto es cerca de lo que ya se demanda, por lo que el precio podría volver a subir. Esta falta de petróleo también tiene su implicación con Rusia. Según explica el secretario del Tesoro de Estados Unidos a Reuters, hará falta al menos entre un 80 y un 90% del petróleo ruso que queda fuera de lo pactado para alcanzar la demanda.
Una crisis que va a golpear especialmente a Europa en 2023. Pese a que las decisiones de Europa están arrastrando a otros países, según la IEA, Europa será la región más afectada por la crisis energética. Las reservas de gas están en máximos y no se teme por este invierno.
"A menos que tengamos un invierno largo y extremadamente frío, a menos que haya algunas sorpresas en términos de lo que hemos visto, por ejemplo, la explosión del Nord Stream, Europa debería aguantar este invierno", explica Birol. La historia para principios de 2023 es muy distinta. Las reservas en España duran unos 50 días, pero si durante este invierno empiezan a descender rápido, para febrero-marzo puede que empecemos a ver como el precio vuelve a dispararse.
A las puertas de la recesión. Los cánticos de sirena de la recesión suenan muy fuertes. Y esta crisis energética es muy responsable de ella. Las grandes economías ahora mismo viven en una espiral inflacionista, pero las medidas apuntan a que muchos ciudadanos van a perder poder adquisitivo. Esto, unido a que el precio de la energía seguirá siendo muy alto, va a contribuir a agravar la situación.
Analistas como los de Economic Intelligence apuntan que Europa va a tener problemas con la energía hasta 2024 y, aunque se atienda la demanda, tendremos un mercado menos competitivo que los equivalentes en Estados Unidos o Asia. Un efecto que ya se nota en el cierre de sedes europeas de algunas grandes empresas extranjeras como BASF, aludiendo motivos energéticos.
Confiando en el subidón de las renovables. Esta crisis puede ser el "punto de inflexión" que necesitaban las energías renovables para convertirse en la opción de referencia, explica el presidente de la Agencia Internacional de la Energía. La transición energética no solo es una promesa de lucha contra el cambio climático. Ahora se ha convertido en una cuestión de seguridad. Cuanto más rápido logre Europa basarse en la energía solar o la eólica, más rápido podrá evitar el impacto de la dependencia con la energía rusa.
Esta decidida apuesta por las renovables se refleja en los números de la IEA. Mientras que los cálculos apuntaban a un incremento de la capacidad renovable en un 8% para este año, finalmente se espera que sea del 20%, con cerca de 400 gigavatios de capacidad añadidos. Unos números mucho mejores de los previstos que reflejan el trabajo de Europa para intentar sobrellevar una crisis energética sin precedentes.
Imagen | Gerard Lakerveld
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