Este mes pasará a la historia de la transición energética española. Desde el 13 de diciembre a las 23:50 hasta el 15 a las 21:20, en la España peninsular no se produjo ni un vatio de energía con carbón. Es decir, durante 45 horas y por primera vez en la historia el carbón, sencillamente, desapareció de nuestras vidas.
Aboño II, la central térmica del puerto de Gijón, se apagó por mantenimiento y, como señala Ramón Roca, se rompió una racha ininterrumpida de 25.500 días de producción energética en base a carbón. No obstante, no es magia: es el primer síntoma de la previsible muerte de todo un conjunto de tecnologías contaminantes que parecen condenadas a irse al cajón de la historia.
¿Cómo ha sido posible?
Fundamentalmente, gracias a los derechos de emisiones. Es decir, a la regulación europea que trata de hacer repercutir sobre el precio de la energía las externalidades negativas que realmente producen. Como explica muy bien Joaquín Giráldez de Ingebau, estos derechos llevan en marcha cierto tiempo, pero a un precio tan bajo que no cumplían con su objetivo (de "limpiar" la producción energética incentivando las menos contaminantes).
Por ello, a principios de 2019 entró en vigor el Mecanismo de Estabilidad de Mercado. Una "solución" comunitaria orientada a reducir derechos de emisión para que, por pura oferta y demanda, el precio subiera hasta un punto en que fuera útil. El éxito fue tal que, antes de que entrara en vigor el MSR, los precios se habían multiplicado por seis.
Esto, a largo plazo, saca al carbón del sistema eléctrico, pero, a corto plazo, puede llevarnos a un encarecimiento de la energía. Si recordamos cómo funciona el mercado mayorista, veremos que el precio de toda la energía del país se fija según el último MW que entra en la subasta. Como el carbón ahora es más caro, pasa al final de la cola (con lo que los costes de los productores aumentan); pero si no producimos energía suficiente para no copar el consumo sin él, pagamos toda la energía al precio del carbón. Es, como señala Berná, un mal negocio. Sobre todo, porque esta es la primera vez que no hemos necesitado carbón.
En la práctica, aunque no deja de ser discutible y cuestionado, se asume que este es el costo que tiene la transición energética y que, mientras se van desarrollando las alternativas al carbón, es lo que toca. Por fortuna, este año ha sido realmente malo para las plantas térmicas y, como hemos comentado en otras ocasiones, muchas han pedido cerrar (contra el criterio del Gobierno que cree que aún son necesarias como respaldo del resto de la red).
¿Qué ocurrirá en los próximos años? Previsiblemente, que el carbón seguirá su lenta agonía hacia la irrelevancia energética. Pero no será el final del camino, muchas ciudades ya han empezado a prohibir el gas natural con el que ahora mismo estamos sustituyendo al carbón. Como reflexionábamos sobre los resultados de la cumbre climática, sabemos hacia dónde vamos, no está claro cómo lo haremos.
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com
VER 67 Comentarios