Estar en la primera división del mundo de la fotografía y la música no es casual. No resulta difícil imaginar que, además de un talento innato para ambas disciplinas artísticas, es necesario mucho esfuerzo, tesón, dedicación, una buena dosis de valentía y también una pizca de suerte. O, al menos, tener la habilidad de saber dónde hay que estar y en qué momento para hacer valer lo que uno es capaz de ofrecer.
Basta hablar unos minutos con Mario Cea para descubrir que reúne todas estas cualidades. Y también otras que vosotros mismos descubriréis durante la lectura de esta entrevista. Su estética rockera no es solo el reflejo fiel de uno de sus oficios; también defiende una forma de ver la vida. Y de vivirla. De acariciar la guitarra y sostener la cámara. De sus palabras se desprende que la fotografía, además de pasión, es una vocación sosegada, la antítesis de las multitudes y el ritmo frenético que Mario experimenta durante sus conciertos como guitarrista de La Unión.
Además de con su banda actual, Mario ha tocado con Malú, Café Quijano, Diana Navarro y otros grupos e intérpretes relevantes del pop y el rock español. Pero lo que realmente ha provocado que Xataka se interese en él es su maestría detrás de su cámara de fotos, una Canon con la que nuestro protagonista se parapeta en bosques y pantanos con la firme intención, no siempre satisfecha, de capturar la avasalladora belleza del martín pescador, la lavandera cascadeña o el herrerillo común.
El currículo de Mario como fotógrafo profesional está repleto de premios nacionales e internacionales. FotoAves 2010, 2013 y 2017; OASIS 2013; FotoFio 2015; AMBID 2015 o Wildlife Photographer of the Year 2016 son solo algunos de los galardones que ha recibido. La retahíla de reconocimientos impresiona. En cualquier caso, creo que después de estas breves pinceladas acerca de nuestro invitado lo ideal es que sea él quien nos cuente más acerca de su periplo en el mundo de la fotografía profesional. Y también que dejemos que sus fotos se expresen por sí mismas.
Los primeros pinitos en el mundo de la fotografía
¿De dónde procede tu afición por la fotografía? ¿Por qué la fotografía de naturaleza?
Siempre me gustó observar animales, la naturaleza, salir al campo… Recuerdo que cuando era pequeño en casa teníamos unos antiguos prismáticos de hierro que pesaban como un muerto. Aun así, cargaba con ellos por el campo observando los pájaros. Todo lo que podía. Me encantaban los libros de fauna ibérica de Félix Rodríguez de la Fuente que coleccionaba mi madre.
Con el paso del tiempo descubrí que me gustaba llevarme un recuerdo de las salidas que hacía, y la memoria es frágil. Ahí nació mi afición por la fotografía. Así que me compré mi primera cámara, una malísima que me costó cuatro perras, pero que me permitió iniciarme. Ahora veo lo malo que era en aquel momento haciendo fotos y lo importante que fue superarme poco a poco, investigando con la información que había en aquellos tiempos, que era infinitamente más limitada que la que tenemos a nuestro alcance hoy.
Poco a poco fui comprando libros de fotografía, de fauna, de naturaleza… Me fui formando de una forma completamente autodidacta. Tampoco tenía otra opción en aquel momento. Pero la revolución más fuerte para mí se produjo cuando todo el sistema cambió a digital. Ese fue el momento en el que empecé a tomarme más en serio la fotografía porque su avance se aceleró muchísimo. Además, ya tenía acceso a mucha más información a través de Internet. Incluso podías ver las imágenes en la pantalla de la propia cámara, aunque fuese minúscula. Todo aquello fue una auténtica revolución. Magia.
La experimentación es una parte importante del aprendizaje y el desarrollo de un fotógrafo, ¿verdad?
Exactamente. Todos empezamos imitando. Imitamos a los autores que nos gustan; emulamos las fotografías que nos emocionan… Y esto es fantástico porque te forma. Pararte a observar una fotografía para pensar cómo está realizada, con qué técnica se ha hecho, cómo es su luz… Reflexionar sobre todo esto te hace avanzar, aunque sea imitando a otro autor.
Pero llega un día en el que encuentras tu propio camino. Dejas de imitar y empiezas a experimentar. A crear tú mismo. Pero esto solo es posible si previamente has superado la etapa de imitación de la que hemos hablado. Una vez que has elegido adentrarte en este camino no hay retorno. Este es un mundo en el que nunca paras de aprender, y si en algún momento piensas que ya lo sabes todo, te equivocas.
¿Es difícil compatibilizar tu actividad profesional como músico con el ejercicio de la fotografía de naturaleza? ¿Sueles llevar equipamiento fotográfico contigo cuando viajas para tocar en un concierto?
Lo compatibilizo muy bien porque tal y como está planteado hoy en día el negocio de la música es factible trabajar solo los fines de semana. Antes no era así, pero ahora es un trabajo más largo en el tiempo porque dura todo el año y se trabaja mucho los fines de semana. Antes, sin embargo, se concentraba toda la actividad en los meses de verano. En invierno prácticamente no se actuaba, pero ahora se ha diluido mucho a lo largo del año y se trabaja sobre todo los fines de semana, lo que me deja mucho tiempo libre para dedicarme a la fotografía.
En lo que concierne al equipo fotográfico no lo llevo cuando viajo para tocar en un concierto porque no tengo tiempo para utilizarlo. Salgo muy temprano de casa, llego a Madrid, me meto en una furgoneta, recorro varios cientos de kilómetros… Y cuando llego al destino tengo que hacer las pruebas de sonido, ir al hotel a ducharme y poco después empieza el concierto, que termina a las 3 h de la mañana. Al día siguiente me levanto pronto para volver a casa, o bien para viajar a otra ciudad y preparar otro concierto. No me deja tiempo para la fotografía. Ni siquiera cuando he viajado para tocar en otros países.
La música y la fotografía pueden parecer disciplinas radicalmente diferentes, pero son dos manifestaciones artísticas, y, como tales, intuyo que la creatividad es esencial en ambas. ¿Qué opinas acerca de esto? ¿Qué otros valores te parecen importantes para poder ejercer profesionalmente como músico y fotógrafo?
Creo que todas las ramas artísticas, como la música, la pintura, la escultura o la literatura, tienen como denominador común la personalidad que le puedes dar a tu trabajo. En la música no siempre es posible, sobre todo cuando trabajas para otras personas, pero en las formaciones que son personales sí lo es. En cambio, la fotografía yo la siento mucho más íntima.
Algunas personas han identificado fotografías mías sin saber que yo era su autor. Han reconocido mi estilo. Esto es muy bonito. Me parece que es lo difícil de todo esto, como cuando escuchas a un cantante y dices: «Es él. Solo lo he escuchado, y ya sé que es él». En la música me parece más importante tener un estilo personal que si cantas bien o mal. En fotografía con frecuencia tienes dudas acerca de si lo estás haciendo bien o no. No sabes si estás siguiendo el camino correcto, pero cuando te sucede esto, cuando encuentras un estilo reconocible, te reafirmas. Sabes que vas por buen camino.
Pasión por la fotografía de naturaleza
¿Cómo nació tu interés por las aves? ¿Tu dominio de la fotografía de alta velocidad es el resultado de tu pasión por las aves?
Sí, yo creo que van totalmente de la mano. Mi pasión por las aves nació durante mi infancia, cuando la única herramienta de observación que tenía eran mis prismáticos. En Salamanca solía ir a la librería Cervantes porque tenía una planta dedicada a los libros de naturaleza y fauna que poco a poco iba comprando con mis escasos ahorros. Además, siempre me ha gustado mucho salir al campo con mis prismáticos. Me encanta «perder» el tiempo observando el comportamiento de los animales. Si no las conoces es muy difícil fotografiar aves.
«Me encanta 'perder' el tiempo observando el comportamiento de los animales. Si no conoces a las aves es muy difícil fotografiarlas»
Habitualmente invierto mucho tiempo en buscar la localización adecuada y ver si el animal que quiero fotografiar es más o menos colaborador. Es curioso, pero hay ejemplares de la misma especie que son más reacios a la presencia humana, y otros lo son menos. Todo esto hay que aprenderlo a base de observar. Una de las cosas que más me gustan de los pájaros es verlos volar, disfrutar ese despliegue cuando de repente alzan el vuelo, cuando abren las alas y puedes ver ese abanico de colores.
Esto me motivó a buscar información para ver cómo podía plasmar esos momentos de acción tan rápida. La respuesta era la fotografía de alta velocidad. Aprendí de un muy buen amigo mío, Enrique Navarro, que ya practicaba este tipo de fotografía en analógico. Él también empezó de manera autodidacta y me enseñó cómo era la técnica. Entre los dos fuimos poco a poco mejorando cosas, como el material que utilizábamos. Me encantan esas imágenes de los vuelos congelados o que reflejan el salto de un animal en el aire. Incluso aquellas primeras fotografías tan mejorables causaban impacto porque apenas se habían visto. Algunos autores habían hecho cosas parecidas mucho antes, pero no abundaban.
El nivel de detalle que consigues en tus fotografías es sorprendente. ¿En qué medida es importante la iluminación artificial en tus capturas?
La iluminación es crucial. Es muy fácil cometer errores cuando estás utilizando cuatro o cinco unidades de flash a la vez porque puedes iluminar de manera un poco incongruente. Esta es otra de las cosas en las que me he fijado mucho siempre, sobre todo a través de la pintura, analizando cómo iluminaban los pintores realistas sus imágenes. Prestaban mucha atención tanto a la luz como a las sombras porque es lo que da volumen a los objetos.
En mi opinión una cosa es iluminar y otra distinta es recrear. Si lo que quieres es, por ejemplo, capturar un ambiente de luna llena, tienes que haber analizado primero cómo puede ser esa luz. Cómo puedes recrearla. Yo invierto mucho tiempo en esto, en averiguar cómo me gusta a mí tratar la luz. Al fin y al cabo el arte es algo personal y cada uno lo ve de una manera. Además, tengo la suerte de que varias marcas de fotografía patrocinan mi trabajo, y esto me permite acceder al material que necesito y renovar mi antiguo equipo. Todo esto me ayuda mucho porque hace más fácil poner en marcha la técnica adecuada.
La paciencia es una cualidad indispensable en la fotografía de naturaleza, e imagino que el trabajo duro no siempre garantiza que puedas volver a casa con la fotografía que te habría gustado tomar. ¿Forma parte de la mochila de un fotógrafo de naturaleza saber lidiar con esta frustración?
Por supuesto. De hecho, creo que debe ser lo más importante que lleves en la mochila. Tienes que tener claro que, sobre todo cuando trabajas con fauna, estás condicionado por lo imprevisible. Un paisajista sabe que si necesita fotografiar un acantilado, mañana seguirá ahí. Tendrá que esperar que la luz sea la adecuada, y puede que eso le obligue a madrugar o trasnochar mucho, pero va a estar ahí. Sin embargo, la fauna no. Además de toda la complejidad de la que hemos hablado, la fauna salvaje tiene un comportamiento impredecible.
El problema que tienen muchas de las fotografías que tomo es que requieren mucho tiempo de preparación. Incluso de observación y estudio antes de poder llevar a cabo una sesión que sea un poco fructífera. Si, además, te planteas trabajar con alta velocidad, la complejidad se incrementa exponencialmente. Muchos días vuelvo a casa sin ninguna foto que realmente merezca la pena. Aun así, incluso esos días disfruto porque en la raíz de todo esto está mi amor por la naturaleza.
El riesgo y la experimentación son esenciales para continuar avanzando
¿Podrías describir brevemente cuáles son las técnicas fotográficas complejas en las que estás trabajando actualmente?
Una disciplina dentro de la fotografía de naturaleza que me gusta mucho es la fotografía nocturna. Siempre he tocado un poco de todo, como la macrofotografía, la fotografía nocturna o el paisaje, porque me interesa aunar disciplinas y las técnicas asociadas que conlleva cada una de ellas. Llevo muchos años investigando cómo los grandes fotógrafos nocturnos iluminan sus escenas para, por ejemplo, pintar por la noche un árbol con una linterna. Así que empecé a ponerlo en práctica, pero llevándomelo a la fauna.
Al final descubrí algunas cosas que muy poquitos autores hacemos, que básicamente consisten en iluminar con luz continua y de flash a la vez. Una crea un efecto, y la otra el contrario. Cuando empiezas a experimentar consigues resultados distintos. Ahora mismo estoy en esta tesitura; trabajando con diferentes tipos de luz para crear efectos distintos y mezclarlos en la misma imagen. Pero siempre integrando en la fotografía un animal salvaje.
¿Qué otras disciplinas fotográficas has practicado a lo largo de tu carrera?
He investigado mucho en otras disciplinas, como el retrato o la fotografía social, pero no me he puesto a practicarlas porque creo que en fotografía te debe apasionar lo que haces. Yo he tenido la suerte de poder centrarme en lo que más me gusta. «Sarna con gusto no pica», así que si tengo que madrugar, madrugo. Y si tengo que trasnochar, trasnocho, pero estoy haciendo lo que realmente me mola.
Creo que es muy importante que no te cueste esfuerzo, de alguna manera, todo el suplicio que a veces conlleva este trabajo. Los kilómetros, el frío y el calor que pasas… Si tuviese que hacer este mismo esfuerzo para llevar a cabo algo que no me llenase, no me interesaría. Aun así, si mañana me viese obligado, por ejemplo, a hacer fotografía social, la haría lo mejor que pudiese, pero no me apasionaría tanto como lo hace la fotografía de naturaleza.
Durante tu carrera has recibido premios muy importantes en concursos nacionales e internacionales de fotografía, como Fotógrafo de naturaleza del año, MontPhoto, AEFONA o FotoAves, entre otros. También has formado parte de la selecta lista elaborada por los fotógrafos de la revista Nature y la Sociedad Británica de Ornitología que solo recoge a los mejores fotógrafos de aves del mundo. ¿Qué significan para ti los premios? ¿En qué medida el reconocimiento que conllevan puede impulsar la carrera de un fotógrafo?
Sin duda, en gran medida. Estos certámenes no solo nos muestran el trabajo de otros grandes fotógrafos, sino también las tendencias, que van cambiando a lo largo del tiempo. Los concursos fotográficos son de alguna manera los «culpables» de poner de moda esas tendencias. Tengo que reconocer que buena parte del reconocimiento que tengo es gracias a los concursos. Unos tienen más difusión y otros menos, pero todos tienen el potencial de poder llegar a mucha gente.
Además, existe un componente importante de conservación, en mi opinión. Creo que no se puede amar lo que no se conoce, y presentar al mundo este tipo de imágenes contribuye a una labor de concienciación social muy importante. Ganar un certamen de fotografía internacional puede provocar que tu imagen, así como las de otros compañeros, aparezca publicada en prensa, redes sociales y otros medios, dando así a conocer la problemática de los animales. Además, suelen ir acompañadas por un texto que puede ayudarnos a entender el contexto en el que fueron tomadas. Me parece importantísimo.
¿Podrías describir brevemente los componentes esenciales de tu equipo fotográfico de los que intentas no desprenderte? ¿Cuál es tu «fondo de armario»?
El punto de partida es una cámara y varias lentes. Yo necesito habitualmente grandes teleobjetivos para fotografiar fauna, trípodes, rótulas... Actualmente uso trípodes y rótulas BENRO, que son fantásticos por su robustez, y cámaras y objetivos Canon, con un par de cuerpos: una EOS-1D X Mark II y una EOS 5D Mark III, ambas con sensor Full Frame. Esta última la tengo desde hace un montón de años y sigue siendo una pieza fundamental de mi equipo.
Luego, debido a las técnicas fotográficas que utilizo, tampoco pueden faltar en mi equipo los flashes. Uso habitualmente varias unidades de flash de las marcas Pixel y Godox, que tienen baterías de litio, y esta característica para mí es muy importante. Trabajar con pilas con el gasto energético de estos flashes es poco práctico y caro. Además, medioambientalmente es insostenible. Afortunadamente, ahora otras marcas utilizan esta tecnología, y poco a poco va a llegar a casi todas. Ante todo procuro utilizar buen material, aunque me cueste más tiempo adquirirlo.
De la fotografía de película a la digital
¿Qué supuso para ti la obligada transición de la fotografía de película a la fotografía digital en términos prácticos? ¿Qué peso tuvieron en tu formación como fotógrafo las antiguas cámaras de película?
Mi primera cámara de fotos, que fue de película, era un trasto rudimentario que tenía acoplado un teleobjetivo manual, y todo ello iba montado en una especie de fusil. Recuerdo que iba al campo con aquel «bicho» y la calidad de las fotografías era pésima. Aun así, mi propósito era llevarme un recuerdo a casa, y ahí lo tenía. A veces reviso mis antiguos álbumes de fotografía y mis diapositivas, y es bonito ver cómo ha cambiado todo.
En aquella época me costaba mucho esfuerzo comprar los carretes y revelarlos porque era joven y no tenía un duro. Simplemente era un complemento de mis escapadas al campo para observar a los animales. Pero, de alguna manera, todo aquello me fue curtiendo. Empecé a hacerme mis escondites y mis aguardos para conseguir las fotos que tenía en mente. Pero tuve un parón de un par de años, y, de repente, apareció el mundo digital.
«Creo que en el futuro vamos a manejar valores ISO tan elevados que podremos hacer fotografía nocturna sin apenas nada de luz. Los fabricantes tienen margen de mejora en los sensores»
Mi primer acercamiento a las cámaras digitales fue a través de las compactas, aquellas camaritas de muy pocos megapíxeles y una calidad bastante mala, con unas pantallas minúsculas. Pero, joder, hacías una foto y la veías. Con ellas empecé a curtirme en el proceso digital. Más tarde compré mi primera cámara réflex, un antiguo modelo de Canon, y un teleobjetivo 100-400 mm, los dos de segunda mano. Con este equipo lo hacía prácticamente todo.
Una de las consecuencias más sorprendentes que tuvo para mí la llegada de la fotografía digital fue poder cambiar el ISO en cada foto. Antes tenías que comprar un carrete con un valor ASA, y como mucho podías forzarlo durante el revelado, pero todo te quedaba igual. La fotografía digital cambió esto y muchas otras cosas. En este terreno creo que en el futuro vamos a manejar valores ISO tan elevados que podremos hacer fotografía nocturna sin apenas nada de luz.
Sé que dedicas una parte importante de tu tiempo a impartir talleres de fotografía y pronunciar ponencias. ¿Te gusta la enseñanza?
Sí, me gusta mucho, pero siempre con un respeto muy grande hacia los profesionales del sector porque yo soy autodidacta. Pero creo que hay mucha gente con ganas de aprender, y a mí realmente me gusta compartir. No tengo ningún problema en enseñar lo que he aprendido. Además, es una buena forma de ganarte la vida. Disfruto mucho cuando hago talleres reducidos para explicar a otras personas cómo afronto la fotografía desde un punto de vista práctico.
También me gusta cuando me dirijo a todo un auditorio. Cada vertiente de la formación la afronto de manera diferente dependiendo del público al que va a ir destinada. Posiblemente no sea el mejor profesor ni el mejor orador, pero no me importa. Cuento lo que hago y me gusta ponerme a disposición de otras personas para ayudarlas a través de otras vías, como las redes sociales, para resolver cualquier duda que puedan tener.
Y, para concluir, una de música. ¿Cuál es tu género musical favorito? ¿Qué grupos son tus referentes como músico?
Crecí escuchando mucha música gracias a mi hermano, que era melómano. Escuchaba todo lo que nos llegaba, casi siempre muy enfocado al rock. Había cosas más o menos progresivas, pero mis influencias siempre fueron los clásicos del rock, como Led Zeppelin, Deep Purple, Jimi Hendrix, Status Quo, AC/DC... Afortunadamente, muchas de estas bandas siguen en activo y haciendo grandísimas cosas. Pero también he escuchado otros estilos, como Pink Floyd o Mike Oldfield. Toda esta música te va poco a poco impregnando y te ayuda a encontrar tu propia personalidad.
Todas las fotografías de Mario Cea han sido reproducidas con permiso del autor para este artículo.
Más información | Mario Cea
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