Jeff Vandermeer no sueña con ovejas eléctricas. Las suyas, como mucho, serían bioluminiscentes, extrañas rumiantes que de lejos parecerían semejantes a otras primas de especie, pero de cerca revelarían escalofriantes anomalías. Tal vez, un pelaje que no es pelaje, sino una secreción viva y encaracolada, similar a los pólipos de los corales. Tal vez un vientre sin intestinos, solo los enormes androceo y gineceo de una gran flor carnívora.
Vandermeer lleva décadas escribiendo weird, es decir, género extraño, una suerte de ficción que entrevera toda la historia de la literatura y que encuentra extraños compañeros de cama en autores tan aparentemente alejados como Jorge Luis Borges, H.P. Lovecraft, William Gibson, Haruki Murakami o Stephen King. Pero ha sido su trilogía de ‘Southern Reach’, con ‘Aniquilación’ (Destino, 2014) a la cabeza, la que lo han convertido en una estrella mundial de las letras.
Con la adaptación de 'Aniquilación' como el estreno del momento en Netflix, con Natalie Portman de protagonista, Vandermeer nos confiesa los sorprendentemente apacibles orígenes de esta historia sobre lo que viene después de la muerte. Y de la vida.
Cuando se sentó a escribir 'Aniquilación', ¿pensaba ya en el gran público o su éxito le pilló por completa casualidad?
Pues… A ver, estos son, obviamente, los tres libros con más éxito que jamás he escrito. Pero lo cierto es que el resto de mis libros lo habían hecho decentemente, si nos atenemos al ámbito del fantástico. Mi frustración por llegar a un público mayor venía de mi convencimiento de que si ambientaba la historia en el mundo real, aunque fuera en una región tan extraña como esta, el público sería mucho más amplio.
Así que aunque estaba escribiendo cosas tan raras como 'Finch', me di cuenta de que estaba llegando a un punto que solo por no escribir sobre una ciudad imaginaria mi obra iba a resultar más accesible para un lector generalista. Así que no puedo decir exactamente que fuera algo intencional, sino que más bien me apetecía escribir sobre un tipo de naturaleza salvaje que de alguna manera era comparable a mi Florida, donde me doy largos paseos. Es una pregunta interesante porque no supe hasta terminar la escritura que en realidad estaba escribiendo sobre Florida y esos paseos, que de alguna manera volcaba una experiencia mucho más autobiográfica sobre cosas que he visto en la naturaleza.
Pero también ha sido liberador porque me ahorra el dar explicaciones. Pongo un ejemplo. Hace un tiempo estaba en un aeropuerto y otra pasajera descubrió que era escritor. Cuando me preguntó sobre qué escribía le expliqué de qué iba 'Aniquilación' así: va sobre una expedición a un lugar con un misterio que están intentando resolver. Lo pilló enseguida y captó su interés. Si intentara explicarle ‘Finch’ o ‘City of saints’ otro gallo hubiera cantado.
En la novela hace algo muy poco convencional. No profundiza en el trasfondo narrativo de los personajes hasta muy avanzada la trama y lo centra todo en el misterio al que se enfrentan. Esto es especialmente chocante porque el libro, además, está escrito en primera persona ¿Por qué decidió que esta era la manera adecuada de narrar 'Aniquilación'?
Tuve un sueño inicial en el que me vino esta idea de un túnel en una torre. Al día siguiente, me puse a escribir el primer puñado de páginas. En cuanto escribí esas páginas, supe quién era mi protagonista principal, cómo era y que no era nadie que fuera a contar su vida a la primera de cambio. Y no lo iba a hacer por razones que quedarían claras cuando la trama avanzara. Esto fue uno de los puntos sobre lo que más reflexioné. ¿Debo contar más explícitamente? Y si la novela fuera en tercera persona, estoy seguro de que lo hubiera hecho.
Y de hecho el guion de la película hace exactamente eso: muestra más; y no me importa en ese contexto que lo hagan. Pero para el tipo de personaje que quería crear, tenía que guardarme esa información. Realmente lo que pensé fue que el lector estaría tan enganchado por el misterio que eso me compraría el tiempo suficiente para poder desvelar gradualmente el pasado de la bióloga, su vida íntima. Creo que el camino convencional, hacer empatizar al lector desde el arranque con el personaje, también hubiera funcionado. Pero el misterio tenía la suficiente fuerza, en mi opinión, como para justificar que el lector se interesara.
Hablemos del misterio. En dos sentidos. En el narrativo, esa caja de Pandora para la existencia como la conocemos que es el Área X. Pero también de la estética, porque es usted tremendamente minucioso, casi diría que fotorrealista, para pintar estas imágenes surreales con su prosa. Los colores, la luz, las texturas… Es un tipo de detalle que en literatura contemporánea de género fantástico es cada vez más escaso.
Bueno, creo que esto es parte esencial de cómo funciona esta primera entrega de la trilogía. Creo que si no haces el esfuerzo de representar el mundo real a un nivel de detalle profundo, entonces, ¿por qué va a preocuparse el lector por los elementos fantásticos? De alguna manera, es como si las apuestas que quieras tomar, lo ambientes en la Tierra o en una civilización muy remota, no importan nada en absoluto si no lo sustentas con la experiencia que tenemos del mundo.
Si fracasas en eso, el lector tendrá la sensación de pasear por un mundo artificial en el que nada importa. Y en el segundo nivel, el narrativo, ¿cómo vas a llegar a esas grandes preguntas [el significado de la vida y la muerte, la evolución…] si no has clavado las más pequeñas y personales?
En este sentido, yo tenía una ventaja. Porque 'Aniquilación' es básicamente la marcha de veinte kilómetros que me hago por la naturaleza aquí en Florida, no tenía que hacer una investigación tan profunda como en la que me vi en otras de mis novelas. Conocía el lugar. Luego pasa otra cosa interesante, y es que este tipo de detalle visual del que hablamos hay lectores que no lo perciben. Las críticas han sido maravillosas con este libro. Pero ya me ha pasado con un par de lectores que me han dicho que no tiene detalle alguno.
Por un tiempo me pregunté de dónde venía tal pensamiento. Y entonces me di cuenta de que no es el tipo de detalle al que están acostumbrados. Muchos lectores quieren detalle en información superflua o al menos secundaria sobre los personajes y las tramas. Y claro, de eso, no había nada. Pero si hablamos de detalle en la atmósfera, en el medioambiente descrito y en temas que toco tangencialmente como el calentamiento global, pues ese detalle está ahí.
Debo confesarle que guardo recuerdos sinestésicos de mi estancia en Área X. Especialmente de sus páginas finales. ¿El Lovecraft de ‘En la noche de los tiempos’ y ‘La isla del Dr. Moreau’ inspiraron de algún modo ese desenlace?
‘La isla del Dr. Moreau’ seguro. ¿Has leído ‘El otro lado de la montaña’ de Michel Bernanos?
No.
Te lo recomiendo vivamente. No sé si lo tendrás en castellano… En inglés lo tienes seguro. Pero está en nuestra antología weird [‘The Weird: A Compendium of Strange and Dark Stories’, un impresionante volumen que recorre la historia del género extraño en más de 1.000 páginas publicado por Jeff y Ann Vandermeer]. Está claro que montar ese volumen me llenó la cabeza de influencias; leer tal cantidad de ficción en un tiempo tan breve tuvo un efecto extraño y es que aceleró mucho el proceso de tamizarlo a través de mi propia óptica sin regurgitar un pastiche.
Echando la mirada atrás, a todas esas historias, creo que fue ese desenlace de ‘El otro lado de la montaña’ lo que más me marcó, el ser capaz de lanzar una mirada desafiante a ese algo terrorífico e incontrolable al que te enfrentas. Creo que mi Bióloga está en la misma situación en el final. Y, tal vez de una manera rara, yo valoro el desenlace de ‘Aniquilación’ como esperanzador.
Como trilogía, las tres novelas de su saga 'Southern Reach' parecen ejercicios muy diferentes entre sí.
Aciertas de pleno. Para empezar, no me gusta escribir dos veces lo mismo, porque como lector tampoco me gusta leer dos veces lo mismo. Puedo abordar los mismos temas, pero el abordaje tiene que ser distinto. Así que antes de empezar el segundo y el tercer libro me tomé una buena pausa para pensar seriamente en aquellas sagas que como lector me habían decepcionado y aquellas sagas que no.
La verdad… He tenido mucha suerte. Me preocupaba el segundo libro. No tanto el tercero, pero sí el segundo. Porque la gente se había enganchado al ritmo brutal de 'Aniquilación', y 'Autoridad' es el doble de largo, así que independientemente de cómo manejara el ritmo evidentemente iba a ser más lento. Pero como quería que el segundo libro fuera una exploración del 'Southern Reach', esta longitud tenía sentido.
El tono que asumí fue más el de una suerte de novela kafkiana de espionaje, con elementos weird. Y por eso se dan tantos momentos de humor absurdo, porque no solo tienes el elemento weird en sí, sino el weird que genera una burocracia que ha fallado en encontrar la solución a un problema durante 30 años. Les han cortado los fondos, tienen problemas de personal y una de las cosas que más me fascina y que extraje de mi propia experiencia trabajando con agencias gubernamentales en Estados Unidos: en sus oficinas convive todo tipo de tecnología.
Trabajando como freelance para estas agencias, ves cosas demenciales: portátiles actuales al lado de ordenadores antediluvianos, bases de datos que no se hablan entre sí para asuntos tan importantes como el medioambiente… Lo que es aterrador y gracioso a un tiempo. Mi protagonista del segundo libro tiene que lidiar con todo esto más la investigación de los hechos ocurridos en el Área X, por lo que se puede decir que está condenado al fracaso casi desde que empieza.
Y el tercer libro es una novela coral que mezcla cinco puntos de vista y se divide entre lo que ocurre en 'Área X' y en el 'Southern Reach'. Lo curioso es toparme con los dos tipos de lectores: los que no querían ningún tipo de respuesta y los que las querían todas. Pero la gente que quiere respuestas debería percatarse que lo que ocurre en 'Area X' luego se amplifica con las mentiras e interpretaciones de 'Southern Reach', así que esas dos partes deberían de casar bien sin forzarlas mucho a que casen.
De hecho, esto me fascina especialmente, porque le quería preguntar sobre el weird en sí mismo. Las reglas del weird que usted ha estudiado tanto nos dicen que hay que cumplir con varios preceptos: no romper la cuarta pared, ocultar parte de las estructuras narrativas que mueven la trama al lector… Pero al abordar una trilogía como esta, con un público masivo, ¿cómo se equilibra ese compromiso entre masticar la historia y dejarla en el aire?
Ahí está justo el reto, en ese equilibrio. Creo que lo resolví mediante una regla: que no habría ningún personaje de la trama que supiera toda la historia. De hecho, me hace mucha gracia esas tramas que juntan a seis personajes en una habitación, porque el escritor los ha arrinconado para que expliquen la historia, y se ponen un poco en plan: ‘Bueno… ¡Hablemos de ello!’ [risas]. Lo que me gusta pensar es que el lector monta en su cabeza su versión a partir de las piezas que los personajes logran descifrar. Y se da una paradoja interesante. Si intento hablar de un fenómeno inexplicable más allá de lo que podríamos jamás comprender, ¿no sería comprenderlo completamente algo en contra de la naturaleza de ese fenómeno?
¿Se da cuenta de que usted ha escrito una especie de ‘Anti-Avatar’? Y ante esa última pregunta, Jeff Vandermeer se tomó dos segundos de silencio. Luego estalló en una catarata de carcajadas. Y, ya medio repuesto, contestó:
Es el mejor piropo que me han echado en mi vida. ¡Dios, cómo odio esa película!
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