Llevaba siete años dando tumbos por el espacio, pero su viaje acabará pronto: la segunda etapa de un cohete Falcon 9 que se lanzó en febrero de 2015 acabará colisionando con la Luna en cuestión de semanas.
Esa segunda etapa, que pesa cerca de cuatro toneladas, sigue una trayectoria que hará intersección con la Luna el próximo 4 de marzo según los cálculos de los expertos. El impacto, eso sí, no supone peligro alguno para nuestro satélite o nuestro planeta.
De armagedón, nada
En febrero de 2015 SpaceX lanzó un cohete Falcon9 que tenía dos misiones. La primera, enviar al espacio el satélite meteorológico Deep Space Climate Observatory (DSCOVR). La segunda, lograr recuperar la primera etapa y hacer que la era de los cohetes reutilizables pudiera comenzar.
Tadarían un poco más en lograr ese segundo objetivo. En aquel lanzamiento pasó algo no esperado: la segunda etapa del cohete acabó perdiendo el rumbo. No tenía combustible suficiente para volver a la Tierra, pero también era incapaz de escapar a la gravedad del sistema Tierra-Luna, explicaba el meteorólogo Eric Berger.
¿Qué ocurrió entonces? Que esa etapa, ya convertida en un gigantesco pedazo de basura espacial, comenzó a vagar por el espacio con erráticas órbitas que se han perpetuado durante los últimos siete años.
Ese viaje terminará el próximo mes de marzo. Se estima que el 4 de marzo colisionará con la Luna a una velocidad de 2,58 km/s. Así lo cree Bill Gray, que desarrolla software para hacer seguimiento de cuerpos estelares como asteroides, planetas o cometas.
Esa segunda etapa ya sobrevoló la Luna el pasado 5 de enero, afirmaba Gray, pero el 4 de marzo "ciertamente impactará" con nuestro satélite. Sus estimaciones, en las que ha colaborado una nutrida comunidad de observadores aficionados, incluyen el punto en el que se espera que impacte el cohete.
Lo hará probablemente en un área de la Luna que hará probablemente imposible que observemos el impacto, pero lo que sí tiene claro es que esa colisión no tendrá ningún efecto colateral.
No hay peligro para la Luna y mucho menos para la Tierra, pero los observadores esperan al menos que ese impacto permita observar qué pasa con el material subyacente de la superficie cuando éste sea despedido tras la colisión.
Vía | Gizmodo
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