El tema de la vuelta a la Luna en Estados Unidos se ha convertido en una especie de obsesión y relación amor-odio entre la administración Trump y la NASA, ya que mientras el primero anuncia con bombo y platillo que los astronautas volverán a la Luna, la segunda cancela proyectos y continúa exigiendo un aumento en el presupuesto para lograr todos los objetivos que le están fijando.
Hoy en una nueva muestra de ello, el vicepresidente Mike Pence, en nombre del presidente Donald Trump, ordenó a la NASA echar a andar cuanto antes la misión tripulada a la Luna, la cual se deberá concluir "dentro de los próximos cinco años". El problema es que no es la primera vez que se le ordena esto a la NASA y no es la primera vez que queda en una simple declaración de intenciones.
¿Esta vez será diferente?
Hoy durante la quinta reunión del Consejo Nacional Espacial, el vicepresidente Pence dio un discurso, bajo un tono de emotividad, con el que buscaba reactivar la misión de llevar nuevamente astronautas a la Luna, la cual nació en 2017 como parte de la "Directiva de Política Espacial 1" que ordena a la NASA a "liderar un innovador programa de exploración espacial para enviar astronautas estadounidenses a la Luna, y posteriormente a Marte".
Desde entonces, hemos visto como la NASA ha mostrado planes que plantean desde primero enviar robots antes que humanos, hasta la cancelación del rover lunar, lo que ha complicado el desarrollo de esta nueva misión a la Luna. De hecho, la NASA pronosticó que lograrían este objetivo, si todo salía bien, en 2028.
Ante esto, Pence mencionó que estas estimaciones que apuntan a 2028 "no son lo suficientemente buenas" y son inaceptables, más ahora que están ante una nueva e importante carrera espacial en contra de adversarios como Rusia o China. Y aquí sólo basta recordar que el programa lunar chino, que sigue triunfando y que hace unas semanas hizo historia al llevar su sonda Chang'e 4 al lado oculto de la Luna por primera vez en la historia.
Pence transmitió la idea de que Trump está frustrado por la falta de un plan, así como por los constantes excesos presupuestarios y las demoras del Sistema de Lanzamiento Espacial. Por ello, el vicepresidente está exigiendo nuevamente a la NASA "llegar a la Luna por todos los medios necesarios", incluso contemplando el uso de cohetes y landers construidos por empresas privadas.
Pence mencionó que la razón por la que Estados Unidos debe estar explorando la Luna es porque deben ser los primeros y los mejores, además de que ahora con los recientes descubrimientos, como el hielo en los polos, su país debe liderar los esfuerzos de investigación desde ahí mismo.
"Permítanme aclarar que la primera mujer y el próximo hombre en la Luna serán astronautas estadounidenses lanzados por cohetes estadounidenses desde suelo estadounidense."
Sin embargo, no mencionó nada con respecto al presupuesto o una partida especial como se había rumoreado hace unos años. De hecho, las últimas estimaciones que se hicieron en 2005 apuntaban a que una misión tripulada a la Luna tendría un coste de 104.000 millones de dólares, que se traducen en 135.000 millones de dólares a día de hoy. Pues la NASA recibió para este 2019 un presupuesto por 21.500 millones de dólares.
Con este presupuesto, la NASA confirmó recortes a programas científicos, como el telescopio WFIRST y la Oficina de Compromiso STEM de la NASA, así como la mencionada cancelación del rover lunar, esto sin mencionar los problemas que han tenido con el cohete SLS, que sigue sufriendo retrasos.
Lo único que ofreció Pence, y que sigue vigente como parte de la "Directiva de Política Espacial 1", es la partida especial de 300 millones de dólares para desarrollar el módulo de aterrizaje lunar. Y cerró mencionando que si las cosas se complican, el presidente planea "cambiar la organización, no la misión". Es decir, buscar nuevos directivos para la NASA que sí puedan lograr este objetivo.
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