No tiene sentido que ocultemos que la exploración espacial es algo tremendamente complejo. Si hay algo que unifica a todas las agencias y empresas del sector es la enorme cantidad de fallos, retrasos y problemas que acumulan.
Por eso, lo sorprendente del momento actual no es que la sonda Schiaparelli se haya estrellado en Marte, lo sorprendente es que la ESA se las haya arreglado para convertir un éxito muy importante en un fracaso total. ¿Qué le pasa a la Agencia Espacial Europea?
Éxitos y fracasos
En los últimos años, la Agencia Espacial Europea ha sido capaz de hacer cosas impresionantes con una quinta parte del presupuesto de la NASA. En la última década, como explicaba Emmet Fletcher, los europeos se han centrado en tener la capacidad "de llevar a cabo toda una misión espacial, desde el desarrollo de las tecnologías necesarias y el diseño de un sistema, al lanzamiento y las operaciones".
Cosas impresionantes, sí; y errores de bulto. Hace unos días, hablábamos del éxito que había supuesto la misión de Rosetta; pero si nos remontamos un par de años, podemos ver cómo se sucedieron los artículos que denunciaban cese de operaciones de Philae como "un fracaso y una muestra de la incompetencia del programa espacial europeo".
Antes siquiera de que se hubiera confirmado oficialmente que Schiaparelli se había estrellado, los científicos de la ESA ya salían en masa a decir que, bueno, "la idea de que ExoMars ha fracasado es errónea. Es un éxito titánico". Tarde, el marco ya estaba construido y el daño ya está hecho.
Woerner, tenemos un problema
No me voy a andar con rodeos porque es una pregunta que se respira en el ambiente. Teniendo en cuenta la complejidad de la empresa y lo impredecible del trabajo espacial: ¿nadie está familiarizado con el concepto de 'gestión de expectativas'?
No he encontrado ningún experto que no crea que lo que llevamos de proyecto ExoMars es un "éxito titánico". Fundamentalmente, porque el TGO, la tecnología sustantiva, la de verdad, no sólo se ha insertado en órbita, sino que ya está mandando datos. Schiaparelli era un 'demostrador tecnológico', una prueba para comprobar in situ si la tecnología que se había desarrollado era válida. Y todo parece indicar que en pocos meses (o incluso semanas) podremos saber con exactitud qué diablos pasó el miércoles en Marte.
El problema, el verdadero problema, es que las Agencias Espaciales han perdido el monopolio del espacio y, aunque sostienen la inmensa mayoría de los desarrollos tecnológicos, están teniendo problemas para adaptarse al nuevo ecosistema. Al menos, a nivel comunicativo.
La jugada de fondo es que Musk y su colonización de Marte o Bezos y su intención de convertir el espacio en la nueva internet, están en un nivel distinto. Y las agencias no saben como tapar todos los fuegos. Aunque a nivel científico-técnico no tienen nada que hacer, a nivel público están ganándole la partida a las direcciones de comunicación de los viejos dinosaurios espaciales. No, no se está privatizando el espacio, se está privatizando la magia.
Ser una agencia espacial en 2016
Es indudable que los medios de comunicación somos parte del problema, pero no somos el origen del problema. El origen está en que los presupuestos no crecen por éxitos técnicos o científicos. Los presupuestos crecen por 'sueños' políticos, empresariales y, sobre todo, sociales.
Son esos sueños y esos grandes proyectos los que han permitido avances extraordinarios en nuestro día a día. Sean poder conducir sin perdernos o desarrollar mejores filtros para facilitar el acceso a agua limpia a miles de personas.
Pero esto no se entiende bien: por eso, cada nuevo proyecto espacial tiene la sombra del despilfarro financiero. Y por eso, el verdadero reto de la ESA es descubrir cómo es ser una agencia en la próxima década y no, no va a ser fácil.
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