Cuando pensamos en el espacio pensamos en un lugar oscuro, solo iluminado por estrellas muy lejanas. Sin embargo parece que esta idea no es del todo exacta. El Universo tiene una luz “de fondo” y es más intensa de lo que creíamos. La culpa puede ser de la materia oscura.
El doble de luz del que esperamos. El “fondo óptico cósmico” es como se conoce a esta luz que pulula por el vacío del cosmos, procedente en principio de objetos emisores de luz como las estrellas. En los últimos meses hemos descubierto, gracias a la sonda New Horizons, que esta luz es más abundante de lo que se creía. Concretamente, el Universo tiene el doble de luz de la que los astrofísicos calculaban.
La principal sospechosa. Ahora un equipo de investigadores ha postulado una hipótesis que explicaría por qué hay más luz en el Universo de la que esperábamos. Lo han hecho a través de un artículo en la revista Physical Review Letters. Irónicamente la responsable de que el Universo esté más iluminado de lo que esperábamos podría ser de la materia oscura.
La materia oscura no debe su nombre a la ausencia de luz, si bien es cierto que al no interactuar con los fotones no podemos verla. Se trata de materia indetectable y solo podemos intuir su existencia a través de la impronta gravitacional que deja en el cosmos, por ejemplo, haciendo que algunas estrellas roten más rápido de lo que esperaríamos cuando orbitan en sus galaxias.
Como nos resulta imposible medirla de otra forma, no sabemos cuál es la naturaleza de esta materia, que podría suponer casi un tercio de todo lo que existe en el Universo. Sin embargo existen diversas teorías sobre su naturaleza, una de ellas, que está compuesta por partículas subatómicas denominadas axiones.
Axiones y fotones. Estos axiones no generarían luz por sí mismos, pero podrían producir fotones al interactuar con campos magnéticos con la suficiente fuerza. Estos fotones serían los que, unidos a los surgidos en estrellas y otros objetos luminosos, formarían este fondo óptico cósmico.
Una vieja conocida. La New Horizons se encuentra a una considerable distancia de la Tierra, y aunque no haya recorrido tanta distancia como las Voyager cuenta con instrumentos precisos capaces de medir, lejos de la influencia del Sol, este fondo óptico. Las mediciones se han logrado gracias al trabajo del telescopio LORRI (el Long Range Reconnaissance Imager) con el que está equipada la sonda New Horizons. El instrumento es uno de los que la sonda utilizó para estudiar Plutón durante su acercamiento, responsable de las imágenes más impresionantes de este planeta enano.
Buscando en todas partes. La materia oscura es uno de los grandes misterios de la física contemporánea gracias a su elusividad. Los experimentos que tratan de buscarla se sitúan bajo tierra para evitar que las interferencias de otras partículas e interacciones puedan interferir con los delicados sensores creados para su búsqueda.
La New Horizons sin embargo navega a millones de kilómetros de nosotros, lejos, eso sí, de algunas interferencias que podrían nublar su análisis. La sonda seguirá analizando el entorno en el que se encuentra, en las capas exteriores de nuestro sistema solar, para ayudarnos a comprender mejor el Universo en sus zonas más recónditas. Si su trabajo acaba ayudándonos a comprender la materia oscura sin duda será una feliz coincidencia.
Imagen | NASA
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