La fotografía en blanco y negro es muy atractiva. No cabe duda, con la facilidad que nos permite la tecnología digital podemos decidir con un click si una foto la queremos a color o en blanco y negro y vemos los resultados al instante. Esto es un gran avance. Y, precisamente, por esta facilidad a veces perdemos la perspectiva.
Es decir ¿por qué no hemos decidido antes de realizar una foto si la íbamos a querer a color o en blanco y negro? Esta decisión condiciona mucho los resultados así que ¿por qué dejarla para el final, en el postprocesado? Por ello, vamos repasar consejos técnicos y cómo sacarle partido a nuestra creatividad que nos ayudarán a conseguir mejores resultados en blanco y negro.
Mirar en blanco y negro
Antes de nada, y como indicaba al inicio, la decisión de tener o no una fotografía en blanco y negro no debe dejarse al final, es algo que debemos tener en cuenta antes de disparar. Así, trataremos el tema que vayamos a capturar y cómo realizarlo de una forma concreta en busca de un resultado adecuado para el blanco y negro.
Para ello nos ayuda mucho nuestra cámara digital, ya que casi todos los modelos ofrecen la posibilidad de realizar las imágenes monocromáticas y, más importante, poder visualizar en nuestra pantalla o en el visor (si es electrónico) el mundo en escala de grises (o eso, o apostar por una carísima Leica M Monochrome). Esto nos resulta muy útil a la hora de la captura de nuestras fotografías. Podemos obviar las distracciones que los colores nos ofrecen a la hora de componer y así conseguimos encuadrar y centrarnos en el contraste, los fondos y las texturas que queremos destacar.
Disparar en RAW, disparar en RAW, disparar en RAW…
Lo hemos escuchado y leído cientos de veces. Hay que disparar en RAW, el negativo digital que obtiene toda la información que es capaz de captar el sensor de nuestra cámara digital. Y esto, cuando se trata de fotografía en blanco y negro, es aún más importante. Porque así evitamos que la cámara realice su “particular” interpretación de la captura en blanco y negro (si activamos el modo correspondiente) en un archivo JPEG que no podemos volver a procesar a nuestro gusto. Con el archivo RAW tenemos toda la información a color, con mayor profundidad (16 bits) y con el software correspondiente convertiremos a blanco y negro según nuestro criterio, gusto y total control.
Así que, cuando activemos el modo blanco y negro, muy útil para previsualizar el resultado, no nos olvidemos de activar también el modo RAW (además del JPEG monocromático que nos procesará la cámara y que nos será útil para previsualizar el resultado), para así tener el mejor archivo posible para luego procesarlo. Además, un último motivo: el JPEG está más limitado en las imágenes con mucho contraste, ya que las transiciones entre las altas luces y las sombras son más bruscas, además de su limitación a la hora de reproducir las zonas más expuestas.
Olvida las distracciones y refuerza la iluminación y la composición
Una de las ventajas que nos ofrece el blanco y negro es que restamos todas las distracciones que el color tiene a la hora de componer y elegir la iluminación. De hecho, como ejercicio técnico, fotografiar en duotono nos será muy útil para mejorar la composición, enfocarnos en el motivo principal y cuidar mucho los fondos y, sobre todo, la iluminación. Ya no tenemos diferentes tipos de temperaturas de luz en una escena, todo se simplifica y es más fácil enfocarse en lo más importante.
Además, nos ayuda a detectar con más claridad la dirección de la luz, así como la cantidad de luces y sombras. Algo esencial a la hora de jugar con el encuadre y la composición más adecuada.
Potenciar la expresión
Con el blanco y negro simplificamos y, por tanto, también es muy útil para potenciar la expresión. Enfatizar la atmósfera de un paisaje o la mirada en un retrato resulta más sencillo con el blanco y negro y es algo que podemos aprovechar para reforzar y así los resultados serán mucho más personales y con gran potencia visual.
Sólo con el contraste podemos lograr que una imagen sea melancólica, inquietante, misteriosa o incluso surrealista. Así que aprovechemos para expresarnos en función del tema, motivo y lo que queramos transmitir con la facilidad que nos otorga el blanco y negro.
Refuerza el espacio negativo
El conocido como espacio negativo no es otra cosa que la zona de un encuadre que no contiene nada relevante, a menudo un fondo uniforme que sirve para reforzar el elemento principal. Esto, en blanco y negro, es aún más fácil de resaltar y debemos aprovecharlo. Reforzando el espacio negativo en una imagen monocromática conseguimos eliminar distracciones, potenciar el motivo o sujeto principal y darle mayor profundidad a la imagen.
El ruido digital: que no te obsesione ni te limite
Una de las grandes obsesiones en la fotografía digital es el ruido que ofrecen cuando se dispara en altas sensibilidades o cuando se subexponen imágenes o zonas del encuadre. Esto en, blanco y negro, también ocurre como es lógico y, hasta cierto, punto suele quedar más acentuado. Pero con todo, si la imagen está bien expuesta y acentuamos bien los contrastes entonces el ruido digital se tolera mucho mejor, así que podemos aprovecharlo en nuestro beneficio.
Esto es porque se asemeja más al grano de la película y, por tanto, no siempre es algo negativo, ya que puede aportar atmósfera e interés, algo importante más allá de la limitación de nitidez o del rango dinámico. El ruido puede ser un aliado y no temamos utilizar altas sensibilidades (mucho mejor tener una foto con ruido que no tenerla) y, además, resulta mucho más fácil tratar ese ruido en el postprocesado utilizando el software correspondiente.
Refuerza formas y texturas
Es muy básico y conocido que el blanco y negro en fotografía nos ayuda a reflejar mejor las formas. Líneas, patrones, geometría… resultan muy atractivas en blanco y negro y, por tanto, son un recurso que debemos aprovechar al máximo. Además, es necesario reforzar bien las formas para no caer en la abstracción (a no ser que lo busquemos deliberadamente) y nos obliga a componer mejor que en color para guiar la mirada del espectador hacia el motivo o motivos principales del encuadre.
Uno de los temas que mejor se reflejan en la fotografía de blanco y negro son sin duda las formas. Las líneas, fotografías con patrones que llevan a puntos de fuga, simetrías e imágenes geométricas, etc… son un gran reclamo para este tipo de instantáneas. La falta de color hace introducirse mucho más a través de las guias y caminos que se forman, seduciendo así más la mente de quienes las observan. Gracias a los fuertes contrastes y al buen uso de la luz se puede conseguir que la mirada del espectador fije un camino a seguir.
Del mismo modo ocurre con las texturas, que no son fáciles de apreciar en color y que, en blanco y negro, al simplificarlas se consiguen potenciar. Debemos cuidar bien la luz en cuanto a su dirección para lograr unas texturas apropiadas y también en intensidad para aumentarlas.
Retratos en blanco y negro, un clásico que siempre funciona
De entre todos los género, el retrato, además de ser un clásico, es de los más frecuentes en fotografía de blanco y negro. Incluso hoy día, con la facilidad y matices que nos ofrece la fotografía a color, un buen retrato consigue mejorar en blanco y negro. Porque consigue subrayar la esencia de la mirada, de la persona retratada. De nuevo, evitamos las distracciones del color, para conseguir retratos más profundos (como los de Lee Jeffries), sinceros y donde la iluminación y la mirada son los elementos claves.
Para lograr buenos resultados en retratos en blanco y negro solo hay que seguir el sentido común y la experiencia: cuidar los fondos para reforzar el contraste, utilizar un valor ISO lo más bajo posible, evita las luces fuertes (a no ser que deliberadamente busquemos ese efecto) y concentrarse en las luces y las sombras y cómo afectan a los rasgos del rostro y la mirada.
El postprocesado en blanco y negro
Para terminar, una vez tengamos nuestras imágenes concebidas y pensadas para ser monocromáticas, toca el momento de editarlas y procesarlas. Aquí es clave que mantengamos la idea inicial y no “juguemos” a convertir la imágenes con efectos excesivos. La facilidad de lograr el blanco y negro con Lightroom o cualquier otro software es tan alta que caer en la tentación de excederse es frecuente. Pero, en todo momento, mantengamos nuestra idea inicial y seamos coherentes.
Y debemos tener claro que sólo una buena captura será una buena fotografía en blanco y negro. Que la conversión a monocromo no sirva para esconder defectos ni hacer más llamativa una imagen mal compuesta o con errores de exposición. Procesemos las buenas y veremos como el blanco y negro reforzará los resultados y no al contrario.
¿Qué software o plugin utilizar? es cuestión de gustos o preferencias. Hay multitud de técnicas de conversión a blanco y negro como la técnica de Greg Gorman y hasta trucos muy sencillos para conseguir resultados de alto contraste. Hay que buscar la que mejor se adecue a lo que buscamos y que no sea una distracción ni un impedimento para conseguir nuestros mejores resultados.
Hay plugins estupendos como Silver Efex Pro, Exposure 7 de Alien Skin o B&W Effects de Topaz Labs (que comparamos en Xataka Foto), entre otros. Y, siempre, nos queda la excelente opción de Lightroom que posee herramientas específicas conseguir buenos resultados.
Foto de inicio | Martinak15
En Xataka | Creatividad Fotográfica
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