En 1975 la inmensa mayoría de la gente no sabía qué era un ordenador. Y si lo sabían, no les solía importar mucho. Aquellos "cerebros electrónicos" parecían únicamente reservados a las grandes empresas, algunos organismos académicos y, algunos fans del segmento que soñaban con poder tener un ordenador para ellos solitos. Que precisamente es lo que ofrecía el Altair 8800.
La empresa responsable del Altair 8800 fue Micro Instrumentation and Telemetry Systems (MITS), que tenía sede en Albuquerque, Nuevo México, y que en el momento de lanzar este ordenador estaba prácticamente en bancarrota. Aquel cartucho, aparentemente el último, tenía como máximo responsable de su lanzamiento a Ed Roberts. El presidente e ingeniero jefe de MITS había creado la empresa en 1969 y había tratado de tener éxito con diversos dispositivos electrónicos que tuvieron especial repercusión en la revista Popular Electronics.
De las calculadoras a los ordenadores
Roberts lanzaría el primer kit para fabricar una calculadora digital, el MITS 816, en 1972, y ese sería el inicio de una buena época para la empresa que duraría tan solo dos años: los japoneses y sus calculadoras amenazaban el negocio de este emprendedor, que como otros casos más famosos había iniciado su andadura en el garaje de su casa.
Y entonces llegó la revelación a través de la aparición del Mark-8, un microordenador basado en un procesador de 8 bits Intel 8008 que cualquiera se podía montar y que había sido diseñado por Jonathan Titus. El problema es que en el artículo de la revista Radio Electronics -competidora de Popular Electronics- que descubrió al mundo este ingenio solo se vendía un manual y un cicruito impreso, pero no el resto de los componentes.
Roberts necesitaba vender 200 unidades para llegar a cubrir los gastos, pero en apenas tres meses ya tenía una lista con 4.000 pedidos
En aquella época los editores de Popular Electronics se pusieron en contacto con Ed Roberts, que como pudieron saber estaba trabajando en un microordenador que usaba un procesador más avanzado, el nuevo Intel 8080. Roberts convocó a uno de los editores de la revista, Forrest M. Mims III, a ver el prototipo inicial de aquel microordenador. Mims se encontró con una caja de metal del tamaño de una maleta en la que había diversas filas de interruptores y LEDs que no parece que le impresionara demasiado.
De hecho, Roberts le preguntó cuánto creía que vendería, y Mims, que tenía ya confianza con él, le comentó que quizás algunos cientos de unidades. Roberts mostró su decepción por la respuesta ya que él era más optimista, pero lo que no sabía es que el éxito del Altair 8800 fue asombroso para los cánones de la época. Roberts necesitaba vender 200 unidades para llegar a cubrir los gastos, pero en apenas tres meses ya tenía una lista con 4.000 pedidos.
El artículo de enero de 1975 en el que el Altair 8800 ocupaba la portada hizo que este microordenador se convirtiera en un sueño hecho realidad para miles de usuarios que esperaban desde hacía tiempo poder acceder a una máquina de estas características. En la revista se ofrecía el kit básico para su construcción, que costaba 397 dólares de entonces (unos 1.600 dólares actuales ajustando la inflación) sin montar y con el kit montado por 498 dólares (aproximadamente 2.000 dólares de la actualidad) y que de hecho era realmente modesto: contaba con tan solo 256 bytes de RAM (bytes a secas), y no había ni monitor ni teclado adicional.
Micro-Soft
A pesar de esas grandes limitaciones, el Altair 8800 desató toda una fiebre por la tecnología entre los aficionados a la electrónica y la informática de entonces. Y entre todos ellos destacaban dos que cambiaron el rumbo de la historia gracias al Altair. Sus nombres: Paul Allen y Bill Gates.
Allen ya había pronosticado la necesidad de los lenguajes de ordenador para los futuros ordenadores y había debatido sobre ello con su amigo Bill Gates, así que cuando vio en un kiosko de Harvard Square (en la ciudad de Cambridge, Massachusetts) uno de aquellos números de Popular Electronics, tuvo una revelación. Compró aquella revista, fue corriendo a enseñársela a Gates, y escribieron inmediatamente a Ed Roberts -utilizando el nombre de su empresa de entonces, Traf-O-Data- para ofrecerle la creación de un lenguaje de programación.
Roberts se mostró de acuerdo, y ambos empezaron a trabajar en ello. Gates implementó el intérprete de BASIC utilizando un simulador de procesador 8080 programado por Allen en un miniordenador PDP-10. Aquel esfuerzo debía hacerse en tiempo récord o de otro modo alguien se les adelantaría, así que en menos de dos meses y con una versión funcional sobre el simulador, Allen cogió la maleta en marzo de 1975 y metió en ella una cinta perforada -era lo que se llevaba, por supuesto- aquel programa.
Al ejecutar aquel programa en el Altair 8800 lo primero que mostró el programa fue la palabra "READY", y Allen pasó a demostrar la ejecución de comandos como "PRINT 2+2", lo que dio como resultado la respuesta correcta, "4". Roberts se mostró encantado con el resultado y accedió a distribuirlo, comercializándolo con el nombre de Altair BASIC.
Aquel éxito hizo que Gates y Allen dieran el salto definitivo a la creación de una empresa dedicada al software. El nombre, ideado por Allen, se convertiría en uno de los nombres legendarios de la historia de la informática: "Micro-Soft". Curiosamente la primera sede de la empresa estaba bastante lejos de la actual, y cómo no, coincidía con el lugar de nacimiento del Altair 8800: era también la ciudad de Albuquerque.
El legado del Altair 8800
El propio Mims escribía en 1984 una historia más detallada de los orígenes del Altair 8800, y en ella daba detalles curiosos como el hecho de que él acabaría escribiendo el manual de usuario de aquel microordenador. Roberts se encontró con que los usuarios no sabían cómo empezar con aquella máquina, así que le ofreció a Mims una oferta "que no podía rechazar": un Altair 8800 a cambio de escribir aquel documento.
El éxito de aquel microordenador fue notable par ala época, y Ed Roberts acabaría contratando a más personas y haciendo incluso un tour por varias ciudades estadounidenses para mostrar el Altair 8800 y dar seminarios. En Junio de 1975 aparecería una revista mensual llamada Computer Notes que sería otro de los referentes de la comunidad de usuarios del Altair 8800, y en el número de noviembre/diciembre se anunció la celebración de la primera conferencia sobre este dispositivo, a la que llamaron World Altair Computer Convention.
Aquella convención, celebrada del 26 al 28 de marzo de 1976 en Albuquerque acabaría siendo el detonante de que varios competidores mostraran sus proios productos: el bus integrado en el Altair 8800 había dado la pista para que otros fabricantes lanzaran sus placas de memoria, más baratas que las que vendía MITS. La empresa acabaría siendo vendida a 1977 a Pertec Computer Corporation, y Ed Roberts acabó retirándose poco después para dar un salto singular: acabó estudiando medicina y se convirtió en doctor en 1986.
Como explicaba Mims en aquel artículo del 84, el Altair 8800 estaba muy lejos de ser una máquina perfecta. La placa de memoria de 4K fue un gran error, como también lo fue la fuente de alimentación de 8 amperios -el módulo de memoria opcional de 4K consumía él solito 2 de esos amperios- y el montaje, dedían, era complejo para usuarios noveles y sin conocimientos en electrónico. Incluso completando teóricamente bien el montaje del kit, aquel ordenador no siempre funcionaba como debía.
Y sin embargo Ed Roberts y su Altair 8800 iniciaron una revolución antes incluso de que otros grandes de la informática comenzaran a trabajar en sus creaciones. Otra pista de su relevancia: el legendario Homebrew Computer Club se creó en marzo de 1975 entre otras cosas para hablar del Altair 8800 y ayudar a sus miembros a montarlo. Steve Wozniak, miembro de aquel club, pudo asistir a la llegada del primero de aquellos microordenadores al club, y eso encendió la chispa que le llevaría a diseñar el Apple I. Como él mismo contaba en su biografía, iWoz, "tras mi primera reunión, comencé a diseñar el ordenador que más tarde se conocería como el Apple I. Fue así de inspiradora".
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