Stephanie Kwolek (1923-2014) no quería ser científica. A ella lo que le gustaba de niña era diseñar moda, pero su padre, naturalista amateur, la inspiró para acabar estudiando química. El objetivo era convertirse en doctora, pero un trabajo teóricamente temporal en DuPont acabó convirtiéndola en una de las químicas más relevantes e importantes del siglo XX.
A ella le debemos el descubrimiento del Kevlar, un material altamente resistente que se convirtió en la base de los chalecos antibalas que han salvado innumerables vidas y que consolidaron a DuPont como una de las referencias en el sector químico. Su invento, por cierto, no la sorprendió demasiado cuando fue descubierto: al principio creyó que las pruebas habían ido mal.
Del spandex (Licra) al Kevlar
Kwolek estuvo involucrada en el desarrollo del spandex o elastano, mucho más conocido por su nombre comercial, la licra. Esta fibra sintética de gran elasticidad y resistencia fue creado por Joseph Shivers en DuPont y perfeccionado durante casi una década hasta que en 1958 salió al mercado para convertirse en material predilecto para la fabricación por ejemplo de prendas deportivas.
Sin embargo Kwolek tenía un cometido distinto en la empresa: buscaba un material que pudiese sustituir al acero que se usaba en las ruedas. Algo que permitiera mejorar la autonomía del coche para maximizar el combustible.
Al trabajar en ese compuesto Kwolek comenzó a disolver fragmentos de fibras llamadas poliamidas en un líquido y luego revolver ese líquido para formar la fibra. En un momento dado lo que sacó de aquellos vasos fue un filamento delgado, opaco y lechoso. Casi como esas fibras que las arañas fabrican para tejer sus telas. En el vídeo siguiente se puede ver cómo se genera fácilmente el llamado Nylon 6,10.
Aquel filamento parecía ser un error. Los científicos del equipo creyeron de hecho que acabaría rompiendo la máquina que daba vueltas a los productos de prueba, pero mantuvieron el proyecto en marcha. Pronto se dieron cuenta de que aquel material era sorprendente: era cinco veces más resistente que el acero y también resistía el fuego.
Un equipo adicional perfeccionó aquel descubrimiento que acabó desembocando en el desarrollo del Kevlar, que se usa en chalecos antibalas pero también multitud de otras disciplinas, incluyendo a mercados como el del ciclismo o la telefonía movil: el Motorola Droid Maxx, el OnePlus 2 y el reciente Pocophone F1 usaban Kevlar, algo que permitía no solo proteger los componentes, sino que garantiza la ausencia de interferencias en la transmisión de señales.
Kwolek acabó cediendo los royalties del descubrimiento y de la patente a DuPont, que la compensó con la Medalla Lavoisier siendo la única mujer en conseguir un galardón que destaca a aquellos empleados que han realizado contribuciones excepcionales. Aunque se retiró en 1986, siguió siendo consultora para la empresa y trató de animar a las jóvenes estudiantes a que se interesasen por las disciplinas técnicas y científicas.
Imagen | Hagley Digital Archive
Vía | MassiveSci
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