Hoy en día lo normal es contar con 32 o 64 GB de capacidad en nuestros dispositivos móviles, y esa capacidad se suele multiplicar en varios órdenes de magnitud en nuestros PCs y portátiles.
La tecnología de almacenamiento ha avanzado de forma increíble en todos estos años, y para valorar esa evolución no es mala idea hacer un pequeño viaje al pasado y ver cómo hace décadas los discos duros eran engendros pesados y engorrosos que además tenían una capacidad y unas prestaciones muy limitadas.
Aquellos maravillosos monstruos del almacenamiento
El primer ejemplo de esa evolución lo tenemos en el IBM RAMAC 305, un monstruo que apareció en 1956 y que era capaz de almacenaba 5 MB gracias a un sistema con 50 "platos" de 24 pulgadas. Aquel dispositivo giraba a una velocidad de 600 revoluciones por minuto y generaba tal cantidad de calor que era necesario encerrarlo en una gran "nevera" con dos sistemas de refrigeración.
Otro dato curioso de este producto es que en IBM ya pensaron en un modelo de suscripción para sacarle rentabilidad: los clientes que querían usar este producto tenían que pagar 3.200 dólares al mes de la época, lo que equivaldrían a casi 30.000 dólares actuales con la inflación.
La miniaturización todavía tardaría el llegar años a una industria que trataba de avanzar especialmente en el ámbito de la capacidad de almacenamiento: los clientes demandaban más capacidad, y esos platos de 24 pulgadas eran, como se ve en la imagen, enormes. En este caso estos modelos llegaban a los 10 MB de capacidad por disco.
El gigante de la época, IBM, dominó durante años el sector, y en 1962 la empresa creó las primeras unidades "removibles". La IBM 1311 Disk Storage Drive hacía uso de los "packs de discos" IBM 1316 que permitía a los clientes de la empresa expandir sus necesidades a medida. De las 24 pulgadas de los discos anteriores se pasaba a las 14 pulgadas, con 2 Mbytes por cada "pack".
Otro de aquellos ingenios del almacenamiento fue el Unidisc, una expansión de almacenamiento que apareció en 1962 para los ordenadores Univac 1004/1005. Aquel disco "flexible" similar a los utilizados por IBM tenía un diámetro de 14 pulgadas y era capaz de albergar 2 Mbytes de información. La unidad en la que se insertaba el disco era más o menos del tamaño de una lavadora.
En aquella época varios fueron los fabricantes que trataron de ser líderes en un sector prometedor, y entre ellos estaba Burroughs, un fabricante de mainframes que por ejemplo lanzó esta unidad de 250 MB en 1979. Una verdadera maravilla que usaba, atentos, frenado regenerativo: cuando se apagaba, el motor se convertía en un freno magnético: de no hacerlo los discos seguían girando una media de 4 horas.
Algunos años antes IBM ya había lanzado su nueva tecnología de discos duros, los llamados "Winchester". La unidad IBM 3340 contaba con un cabezal de lectura/escritura más pequeño y ligero que tenía un diseño que le permitía desplazarse por esa superficie a una distancia ínfima.
Las cosas avanzarían desde ese momento de forma aún más rápida sobre todo en el ámbito de la miniaturización (más o menos) y la capacidad de unas unidades que por ejemplo en 1980 ya llegaron al gigabyte con la unidad 3380 de IBM.
De aquel año 1980 también es el "disk pack" Mark XIV de Memorex de la imagen de cabecera que se publicitaba como un sistema "libre de errores". Tenía una capacidad de 80 MB y estaba destinado a unidades de disco de Memorex que de nuevo tenían el tamaño de una lavadora.
Las unidades de 5¼ darían pronto lugar a las de 3,5 pulgadas, que llegarían primero de la mano de la empresa Rodime (con ex-empleados de Burroughs, por cierto). Sus dispositivos eran capaces de almacenar 6,38 y 12,75 Mbytes e iniciarían una verdadera tendencia en el mercado de los PCs y portátiles.
Las necesidades de los usuarios siguieron imponiendo formatos de menor tamaño, y eso desembocó en las unidades de 2,5 pulgadas que en la actualidad están especialmente extendidas por su uso en el segmento de las unidades de estado sólido.
El resto, como suele decirse, es historia: las unidades de 3,5 pulgadas siguen utilizándose de forma masiva en la actualidad, pero a esa revolución le seguiría hace unos años la de las unidades de estado sólido o SSD (sobre todo en formato M.2) que han permitido alcanzar velocidades de lectura y escritura impensables hace tan solo una década.
En el ámbito de la capacidad y el coste por gigabyte, eso sí, esos discos duros tradicionales siguen siendo (por ahora) los reyes del mercado, pero si queremos ejemplos de miniaturización, las unidades de 1 TB que SanDisk presentó en el CES 2019 han vuelto a rizar el rizo. Y lo que queda.
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