Quienes tengáis ya unos añitos encima, como el que suscribe, recordaréis aquellos tiempos distantes en los que encender un ordenador tardaba bastante. Desde que uno pulsaba el botón hasta que podía interactuar con él pasaban fácilmente uno o dos minutos. La tecnología avanzó de forma prodigiosa tanto en el ámbito hardware como en el software y hoy en día es raro que tengamos que arrancar el ordenador, pero a principios de los 80 la situación era muy distinta y el mismísimo Steve Jobs tenía clara una cosa: los Macintosh tenían que arrancar más rápido.
Steve Jobs tenía claro. Andy Hertzfeld trabajó en el equipo original que creó el Apple Macintosh y de hecho acabaría cofundando la icónica y desconocida General Magic. Este ingeniero escribió un texto en agosto de 1983 contando la historia de cómo "Steve quiere que hagamos que el Macintosh arranque más rápido".
Maldito disquette. En esa historia Hertzfeld relataba cómo el procesador Motorola 68000 de los Macintosh era 10 veces más rápido que el MOS 6502 del Apple II, pero destacaba que "nuestro talón de Aquiles era la disquetera. Teníamos una RAM limitada, así que era necesario cargar datos del disquette, pero no los había más rápidos que los del Apple II. Una vez que tuviéramos aplicaciones reales ejecutándose, estaba claro que el disquette iba a ser un cuello de botella significativo".
Arranque a pedales. El ingenerio explicaba que una de las cosas que molestaban a Steve Jobs fue lo mucho que el Mac tardaba en arrancar. "Podía tardar un par de minutos, o incluso más, comprobar la memoria, inicializar el sistema operativo y cargar el Finder".
"¡Tienes que hacerlo ir más rápido!". Fue entonces cuando Jobs fue al cubículo de Larry Kenyon, el ingeniero encargado de trabajar con el controlador de disco y el sistema de ficheros. "El Macintosh arranca demasiado lentamente. ¡Tienes que hacerlo ir más rápido!", le dijo.
Pensar a lo grande. Aunque Kenyon le dio algunas ideas para trabajar en ellas, a Jobs no le interesaban en absoluto y siguió a lo suyo, reflexionando en alto sobre lo importante que era resolver el problema. "¿Cuánta gente va a estar usando el Macintosh?", se preguntó. "En pocos años, apuesto a que cinco millones de personas arrancarán sus Macintosh al menos una vez al día".
El arranque rápido salva vidas. Fue entonces cuando Jobs le hizo una singular estimación a ese ingeniero. "Pongamos que puedes ahorrar 10 segundos al tiempo de arranque. Multiplica eso por cinco millones de usuarios y eso son 50 millones de segundos al día. A lo largo del año, eso son probablemente docenas de vidas. Así que si logras arrancar 10 segundos más rápido, habrás salvado una docena de vidas. Eso vale la pena, ¿no crees?".
Un buen discurso. Aquel mensaje de Jobs fue singular, pero en realidad no sirvió de mucho porque según cuenta Hertzfel "ya estábamos bastante motivados para lograr hacer que de todos modos el software fuera lo más rápido posible". Al final, explicaba, lograron recortar más de diez segundos del tiempo de arranque en los siguientes dos meses. El resto, como suele decirse, es historia.
Bendita suspensión. Hoy en día ya casi nadie se preocupa por ese problema porque los modos de suspensión que "duermen" o tienen listo el equipo en apenas un par de segundos nos dan la vida. Aún así sigue habiendo muchos usuarios que apagan y encienden el ordenador de forma frecuente, pero hoy en día esas operaciones llevan mucho menos tiempo, a menudo menos de 10 segundos.
Imagen | Apple | Mark Mathosian
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