En poco más de medio siglo, el televisor ha experimentado importantes y notables cambios estéticos. Pero, no solo es su apariencia la que ha evolucionado.
La mejora de la tecnología ha sido clave para que las dimensiones de este aparato se hayan reducido sustancialmente y la imagen sea de mayor calidad. Es decir, si no hacemos un repaso a toda su evolución tecnológica, no podemos entender cómo los televisores han pasado de ser artilugios de pantalla reducida y gran volumen sobre los que podíamos colocar hasta jarrones a convertirse en pantallas ultradelgadas que pueden incluso colgarse en la pared.
90 años de historia te contemplan
En septiembre de 1927, Philo Farnsworth cambió para siempre el concepto de entretenimiento cuando transmitió una imagen de una línea recta de una habitación a otra en un laboratorio de San Francisco. Fue el primer televisor completamente electrónico y, aunque Farnsworth nunca cosechó los beneficios financieros de su descubrimiento, su regalo para el mundo ha tenido un alcance imponderable.
Se considera, de hecho, que el televisor moderno, bautizado como Octágono, fue fabricado por General Electric en 1928. Sin embargo, nunca fue un producto de masas. Los primeros modelos para consumo fueron diseñados por John Vassos, quien estableció el primer departamento de diseño interno en RCA en 1933. Se presentaron al público en la Feria Mundial de Nueva York, en 1939, y contaban con grandes tubos de imagen.
En efecto, el advenimiento de la televisión electrónica se basaba en el desarrollo del tubo de rayos catódicos (CRT). El científico alemán Karl Ferdinand Braun inventó el osciloscopio de tubo de rayos catódicos en 1897, aunque en la televisión no se popularizaron hasta bien entrado el siglo XX.
Durante años, los CRT fueron la única opción para la fabricación de aparatos de televisión. Pero eran voluminosos, pesados y necesitaban mucha electricidad para funcionar.
Uno de los modelos más emblemáticos es el Cossor, que venía encajado en una especie de armario de nogal. Su pantalla quedaba oculta por puertas cuando no estaba en uso, aunque esta característica se retiró en diseños posteriores.
Y el hombre llegó a la Luna
El 20 de julio de 1969, un acontecimiento marcó la televisión y la humanidad a partes iguales: el Apolo 11 aterrizó en la luna. El evento fue retransmitido en vivo a todo el mundo. Se calcula que una quinta parte de la humanidad miraba a través de sus pantallas el instante en que Neil Armstrong dejó la primera huella humana en la superficie lunar.
Se trata, pues, del primer momento en el que queda constancia de que el televisor no era un aparato más, sino el centro de la vida en el hogar. En consecuencia, también se empieza a idear el salón y sus muebles en función de dónde va a estar colocado el TV.
Una quinta parte de la humanidad vio cómo el hombre llegaba a la luna a través del televisor
Un año después de la llegada a la luna, Samsung Electronics se estableció vendiendo exclusivamente electrodomésticos y ese mismo año desarrolló su primer televisor: un modelo en blanco y negro de 12 pulgadas. En 1976, Samsung vendía más de un millón de unidades solo en Corea. En dos años, alcanzó los 4 millones, convirtiéndose en el productor de la mayor cantidad de televisores en blanco y negro del mundo.
En sus orígenes, los televisores emitían en blanco y negro debido a las características de su fabricación. Se tardarían bastantes años en conseguir que los hogares disfrutaran de un color verdadero. Pero el color no solo llegó a la imagen que transmitían los televisores, sino que estos también empezaron a ser coloridos en su aspecto exterior, especialmente a partir de la década de los 70.
Los CRT dieron paso primero al plasma y las LCD (pantallas de cristal líquido) y luego a estas últimas con retroiluminación LED. De ahí, la innovación ha seguido su camino con nuevos avances en el tratamiento de la luz y la activación de píxeles con tecnologías de Quantum Dots, como QLED. A lo largo de todo este tiempo, el diseño del TV como electrodoméstico ha cambiado y evolucionado ampliamente.
El mando a distancia y la conquista del confort
En las décadas de los 50 y 60 se impuso otra moda: incluir patas en el televisor con el fin de facilitar su ubicación. Por su parte, las perillas y diales iban reemplazando a los botones.
Cuando la programación dejó de basarse en un único canal, con la llegada de la segunda cadena -o UHF- a España a mediados de los 60, se hacía pesado levantarse a cambiar, y más lo fue todavía con la aparición de las privadas en los 90 y los canales digitales en el siglo XX. El mando a distancia se convirtió en un imprescindible.
Fue en junio de 1956 cuando el control remoto del televisor llegó por primera vez al hogar estadounidense. El primero, llamado "Lazy Bones", fue desarrollado en 1950 por Zenith Electronics Corporation (entonces conocida como Zenith Radio Corporation).
Entretanto, el perfil de los televisores iba adelgazando, se migraba de formas cuadradas a rectangulares y se ampliaban los ángulos de visión y la diagonal de las pantallas. Hoy en día, los marcos se han vuelto prácticamente inexistentes, al tiempo que hemos llegado a la televisión inteligente o Smart TV, con aplicaciones que mejoran la experiencia televisiva. El usuario puede decidir qué ver y cuándo, lo que permite consumir televisión de una manera sin precedentes.
TV de diseño en espacios con estilo
Estas variaciones de apariencia en el televisor han ido en paralelo con la evolución del entorno y la sociedad. Así, cuando las CRT eran el estándar, las enormes cajas televisivas estaban fabricadas en maderas o plásticos. Eran las estrellas de salones recargados y, en muchas casas, se colocaban objetos ornamentales encima, incluso en las más pudientes no era raro ver una figura de porcelana o un mantelito de ganchillo sobre ellas.
Se compraba mobiliario con el único fin de ubicar lo que hoy consideramos armatostes: muebles específicos para TV con o sin ruedas o estanterías con huecos generosos para recibir al televisor y todo el cableado que le acompañaba. Sin embargo, los gustos en decoración han ido cambiando y, en lo que respecta al televisor, prima la estética minimilista de pantallas planas, marcos reducidos a la mínima expresión, materiales metálicos...
Hemos llegado hasta a retar a la física con los televisores curvos y sin marcos, de manera que la pantalla ocupa todo el protagonismo que merece. Este diseño persigue aportar mayor sensación de realismo y una experiencia más inmersiva. Por ejemplo, en la nueva serie QLED TV de Samsung, con su diseño 360º tanto en formato curvo como recto, se busca no solo profundizar en la sensación de inmersión del espectador, sino aportar a la estancia un toque de elegancia y distinción.
Soportes elegantes y funcionales
Desde los años sesenta, en que las patas se incorporaban al diseño de los aparatos de TV, éstas han experimentado una considerable evolución. Los distintos fabricantes han desarrollado soportes de todo tipo para sostener la pantalla aportando un plus de belleza, armonía y funcionalidad al conjunto. En este sentido, los televisores QLED de Samsung permiten varias alternativas de montaje. Para ello, encontramos en su trasera la solución denominada One Mount, que posibilita colgar el televisor como si se tratase de una obra de arte moderna y en tan sólo 15 segundos.
En líneas generales, las grandes superficies y tiendas especializadas cuentan en sus catálogos con soportes articulados, de suelo, de pared, rotatorios, etc.. Las propuestas de Samsung en este aspecto, que se venden de forma independiente, abarcan desde las clásicas peanas fijas, pasando por las más elegantes (como la peana Studio con forma de caballete) o funcionales (como la Tower, que brinda la oportunidad de rotar el TV para ofrecer un mejor ángulo de visión a la audiencia).
Estos productos de Samsung también permiten esconder todos los cables en el interior de la peana. Asimismo, su cuidado diseño y variada oferta ponen al alcance del consumidor la posibilidad de escoger el estilo que mejor se adapte a la estancia en la que se encuentra el televisor.
Otra alternativa de Samsung para hacer desaparecer los cables es recurrir a su cable óptico casi invisible conectado en un extremos al televisor y en el otro al One Connect, caja en la que conectar el resto de dispositivos. De esta forma, gracias a la longitud de de 3 m del cable óptico, será posible esconder el One Connect con todos los dispositivos conectados y evitar el desorden. Pero en estos últimos elementos nos detendremos con mayor detalle en otro de los artículos de esta sección. En esta ocasión, hemos querido dar un breve repaso histórico a un electrodoméstico frente al que nos sentamos de media cinco horas diarias y casi se ha convertido en objeto de culto.
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