La 'Sinfonía inacabada' (oficialmente 'Sinfonía Nº8 en Si menor, D. 759') es una de las obras más populares del compositor vienés Franz Schubert, y debe su nombre oficioso al hecho de constar sólo de dos movimientos completos (y el comienzo del tercero) de los tres o cuatro de los que suelen contar las sinfonías.
A lo largo de los años se han generado múltiples teorías sobre la razón de dicha incompletitud: unos especulan con que Schubert sí hubiera compuesto los dos movimientos restantes, pero un amigo hubiera perdido las partituras; otros con que sencillamente abandonase la composición, deprimido por el diagnóstico de una enfermedad; incluso hay quien afirma que otra de sus obras ('Entreacto en si menor de la música de escena para Rosamunda', compuesto un año más tarde) sería el movimiento sinfónico restante.
En cualquier caso, Schubert aún vivió seis años después de dejar a medias la partitura de la 'Sinfonía Inacabada', por lo que no es descartable que quisiera que pasara así a la historia. Pero, claro, han pasado 191 años desde su muerte, y hace tiempo que su obra ha pasado a dominio público: cualquiera es libre ahora de interpretarla, comercializarla, modificarla y... sí, completarla.
Un compositor en el bolsillo
Pero, ¿quién podría atreverse a completar una famosa obra de un genio de la música clásica? Parece una responsabilidad demasiado grande para cualquier persona. Y así es: por eso tan temeraria empresa ha sido realizada por la misma tecnología de procesamiento neuronal que dota de capacidades de IA al Huawei Mate 20 Pro.
Y es que Huawei presentó ayer, durante una audición privada llevada a cabo en el Cadogan Hall de Londres, la versión acabada de la 'Sinfonía inacabada' por obra y gracia de un algoritmo, que se basó en el timbre, compás y tono de los dos movimientos de la obra para elaborar otros dos complementarios.
Tras ello, la compañía china unió fuerzas con el compositor Lucas Cantor (autor de la BSO de 'Spirit, el corcel indomable') para fijar una partitura. El mismo Cantor explica su papel:
"Mi función fue la de extraer las buenas ideas de la IA y llenar los vacíos para asegurarnos de que la producción final estuviera lista para ser interpretada por una orquesta sinfónica. El resultado de esta colaboración con la IA demuestra las increíbles posibilidades y el significativo impacto que la tecnología puede tener en la cultura moderna".
¿Herejía o avance tecnológico?
Curiosamente, hace ya dos años alguien realizaba la siguiente pregunta en Quora: "¿Debería la inteligencia artificial completar la Sinfonía Inacabada de Schubert?", y la respuesta más valorada empezaba poniendo el énfasis en la palabra 'debería': "Eso sugiere una cuestión moral o ética".
"Ya tenemos música con elementos mecanizados. [Y] nada impide que los humanos intenten completar la sinfonía. [...] En lo que al público respecta, cada obra triunfará o no en virtud de la reacción del público y de los críticos. [...] No puedo ver una razón por la cual la inteligencia artificial no debería utilizarse para 'terminar' la sinfonía".
Pero Gustavo Gimeno, director de orquesta de la Filarmónica de Luxemburgo, explica en El País su desacuerdo con ese planteamiento:
"Me parece un sinsentido... la composición me resulta maravillosa tal y como es, igual que la Novena sinfonía de Bruckner, incompleta así mismo por otras razones.[...] ¿Quiénes somos nosotros para completar un trabajo de, en este caso, uno de los músicos más sensibles, refinados y originales de la historia?".
Pero el debate, claro, va más allá de una obra concreta de un autor concreto, y tiene que ver con los límites (o la utilidad) del uso de la IA en el ámbito musical.
Clarence Mak, decano asociado de la Escuela de Música de la Academia de Artes Escénicas de Hong Kong, explica en South China Morning Post que sus estudiantes ya reciben formación en composición algorítmica, y que
"nos guste o no, aprender a componer usando una computadora es un deber y no tendrá ningún impacto en la generación más joven de artistas".
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