Los científico llevan prometiéndonos baterías revolucionarias desde hace años. Presentan un estudio o una investigación y lo adornan con datos que parecen prometer que al fin tendremos una mejor alternativa a las baterías de ión-litio actuales. Luego llega la letra pequeña, que normalmente nos dice que esos avances tardarán años en estar disponibles a gran escala. Muchos enlaces y muchas promesas pero ahí seguimos, esperando.
Precisamente eso es lo que ha cambiado un poco con Sila Nanotechnologies, una empresa que sí parece tener su particular revolución de baterías a la vista. Para lograrlo han hecho un cambio singular (aunque ya conocido) en las tradicionales baterías de ión-litio: han sustituido el grafito del ánodo por el silicio, y eso tiene muchas, pero que muchas ventajas.
Una tecnología que lleva años en desarrollo
Gene Berdichevsky fue uno de los primeros empleados de Tesla, y se encargó de supervisar el desarrollo de las baterías que usarían sus primeros coches eléctricos. Este ingeniero dejó Tesla para fundar una empresa con Jagdeep Singh, un emprendedor que, como él, tenía claro que era necesario invertir en mejores baterías. "Queríamos llevar la tecnología más allá", explicaba Berdichevsky en The New York Times.
Esos emprendedores fundaron Sila en 2011, y esperaban tardar cinco años en desarrollar esa revolucionaria tecnología de baterías. Han tardado el doble, pero el resultado es uno de los más prometedores de los que se han visto y podría tener un impacto real en todo tipo de ámbitos.
Las baterías con ánodos de silicio no son de hecho nuevas: hablamos de ellas en octubre de 2019, cuando fueron implementadas en el Xiaomi Mi MIX Alpha, y un año antes también Huawei había planteado unas baterías de litio-silicio que permitían mejorar la carga rápida de sus smartphones.
Parece no obstante que Sila tiene aquí cierta ventaja y ha logrado encontrar al fin la composición exacta de silicio que permite utilizarlo en el ánodo sin que las desventajas de este material —que es bastante inestable y se expande en su volumen al cargarlo— estén presentes.
Primero en wearables, después quizás los coches eléctricos
En Sila se han aliado con WHOOP, un fabricante de wearables que acaba de lanzar su nueva pulsera cuantificadora WHOOP 4.0. Lo ha hecho presumiendo de que el tamaño de este dispositivo es un 33% menor que su antecesor gracias precisamente a la batería desarrollada por Sila Nanotechnologies.
Según Berdichevsky el uso del silicio en lugar del grafito en el ánodo permite alcanzar una densidad de hasta el 20% mayor, lo que significa que es posible usar una batería más pequeña para lograr la misma autonomía, o liberar espacio para integrar otros componentes en el dispositivo.
La tecnología de Sila es importante porque el silicio es el segundo elemento más abundante en la corteza terrestre después del oxígeno, pero también porque la aplicación de esta tecnología no se limita a wearables.
De hecho el mayor potencial para ese ánodo de silicio desarrollado por Sila podría estar en el mercado de los coches eléctricos: se podrían fabricar coches más pequeños sin sacrificar su autonomía, o tener coches como los actuales en cuanto a tamaño, pero cuyas baterías ofrecerían aún más kilómetros para recorrer con una carga.
En Sila, eso sí, son cautos: dichas mejoras también tardarán algún tiempo en llegar: esperan que su tecnología esté masivamente disponible en la segunda mitad de la década. Ellos ya están dedicando gran parte de la inversión que han recibido en aumentar su capacidad de producción de estas baterías, pero eso llevará tiempo aunque iremos viendo dicha tecnología en otros dispositivos próximamente, aseguran.
Lo que es probable es que estos avances acaben haciendo que otros competidores con más recursos acaben desarrollando sus propias baterías con ánodos de silicio (o quizás acaben comprando la tecnología de Sila). Cuidado, grafito, que viene el silicio.
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