Si la violencia es algo inherente al ser humano, entonces quedan pocas dudas de que el último hallazgo en Buenos Aires replantea por completo la historia de las poblaciones en América del Sur. El fósil de un armadillo gigante, una especie de gliptodonte, indica claramente que su muerte no fue “natural”. Aquella criatura sufrió una barbarie, y las señales en su cuerpo parecen inequívocas.
El descubrimiento. Un estudio publicado hace unas horas en PLOS One por arqueólogos de la Universidad Nacional de La Plata examinó el fósil de un armadillo gigante, una especie de gliptodonte, un pariente masivo extinto de los armadillos, llamado Neosclerocalyptus que podía crecer hasta 2 metros de largo. Los restos se hallaron a orillas del río Reconquista, al noreste de la región pampeana en la actual Argentina.
Los investigadores encontraron marcas de corte distintivas alrededor de la pelvis, la cola y la armadura corporal hechas al cortar y picar herramientas de piedra. Dicho de otra forma, el cadáver cortado en pedazos indicaría que los humanos estuvieron en América del Sur mucho antes de lo que se pensaba. Los restos masacrados, que datan de alrededor de 21.000 años de antigüedad, también muestran algunas de las evidencias arqueológicas más antiguas de personas en las zonas del sur del continente. Y sí, los armadillos gigantes eran un buen manjar.
Fechas y reescritura. Durante el Pleistoceno tardío (hace 129.000 a 11.700 años), las capas de hielo y los glaciares cubrieron gran parte del planeta, particularmente durante el último máximo glacial, un período hace alrededor de 26.000 a 20.000 años cuando la edad de hielo estaba en su apogeo. ¿Qué ocurre? Que se pensaba que los primeros estadounidenses llegaron viajando a lo largo de un puente terrestre que conectaba Siberia con Alaska hace 13.000 años.
Sin embargo, los sitios arqueológicos descubiertos en América del Norte y del Sur en la última década apuntan a que los humanos llegaron a la región mucho antes. El nuevo estudio podría ser el punto y final a la controversia. Los huesos marcados pueden estar entre los primeros ejemplos de interacción humana con la megafauna en América del Sur.
Autopsia del armadillo. Tal y como indican, el esqueleto incompleto del animal, encontrado a orillas del río Reconquista en las afueras de Buenos Aires, incluía partes de la pelvis y la cola, así como una porción del caparazón, placas óseas que cubrían la parte superior del cuerpo del animal.
Los arqueólogos fecharon con carbono un fragmento de hueso pélvico hace entre 21.090 y 20.811 años, lo que era consistente con las fechas geológicas del sedimento en el que se encontró el animal. Según el paleontólogo Miguel Delgado, "es posible que las personas se dirigieran a los gliptodontes debido a su tamaño (unos 300 kilos) y los grandes paquetes de músculos que poseen”.
Replantear la cronología. El hallazgo va mucho más allá. Tal y como se describe en el trabajo, además de revelar las interacciones entre humanos y megafauna, los resultados "hacen retroceder el marco cronológico tanto de la presencia humana como de las interacciones entre humanos y megafauna casi 6.000 años antes de lo registrado en otros sitios del sur de América del Sur".
Megafauna y su significado. Cuando hablamos de este término nos referimos a una época en el planeta donde abundaban los animales gigantes que luego se extinguieron. Por supuesto, las Américas alguna vez fue rica en estas criaturas, e incluso las evidencias sugieren que los humanos prehistóricos cazaban estas bestias gigantes, lo que plantea la idea de que la caza excesiva fue responsable de su extinción.
Consenso “erróneo”. Los humanos pusieron un pie en América por primera vez después de migrar desde Siberia a la actual Alaska a través de Beringia, un puente terrestre que existió durante la última Edad del Hielo, cuando los niveles del mar eran significativamente más bajos.
Probablemente se produjeron numerosas oleadas de migración y, a lo largo de los milenios, algunos de estos grupos comenzaron a viajar más al sur, estableciéndose finalmente hasta el sur de América del Sur, a miles y miles de kilómetros de Beringia.
En cualquier caso y como afirma Delgado, el nuevo descubrimiento parece indicar que los primeros humanos llegaron a América mucho antes de hace 16.000 años. Además, la evidencia muestra que también habían llegado al sur de América del Sur mucho antes.
Imagen | Patricia Curcio, Damián Voglino, Museo de Ciencias Naturales A. Scasso
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