Dos investigadores que trataban de desarrollar nuevas técnicas de fabricación de grafeno comenzaron a discutir. Uno de ellos, Thomas E. Mallouk, tenía en mente una idea para poder facilitar el proceso, pero su compañera de investigación, Nina Kovtyukhona, no parecía dispuesta a perder tiempo experimentando con esa idea.
Hasta que Thomas se apostó 10 dólares con Nina a que la técnica funcionaría, y en caso de perder éste le daría a ella 100 dólares en lugar de los 10 originales. ¿El resultado de la apuesta? Que Thomas es 10 dólares más rico, que han publicado su descubrimiento en la prestigiosa Nature, y que la fabricación a niveles industriales del grafeno está más cerca que nunca.
Uno de los problemas de la producción del grafito, confesaba Mallouk, es que "hasta ahora no sabíamos como extraer los sólidos aparte para lograr láminas independientes sin dañar esas capas". A Mallouk se le ocurrió no utilizar el tradicional agente oxidante -que era norma según la documentación existente- y una mezcla de ácidos para abrir las capas independientes de nitruro de boro sólido, un compuesto con una estructura similar a la del grafito.
A Kovtyukhona no le gustó demasiado la idea, pero tras la apuesta accedió a probar ese experimento y el proceso de intercalado del nitruro de boro y el grafeno se podría aplicar a otros tipos de materiales por capas. Su compañera cumplió su parte, y le dejó el billete de 10 dólares con un post-it en el que le elogiaba "por su intuición química".
Vía | Slashdot
Más información | PennState | Nature Chemistry
En Xataka | Un estudio indica que el prometedor grafeno no lo es tanto con el medioambiente
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