Nunca fue un problema llegar a América desde Europa. Teníamos los barcos y, desde luego, sabíamos que la Tierra era redonda. Lo que no teníamos eran mapas, ni manera de orientarnos en mitad de la Mar Océana. La navegación occidental había sido una navegación de cabotaje, que usaba la línea de la costa para orientarse. Lo he dicho muchas veces: internarse en el mar a ciegas no era propio de valientes, era propio de imprudentes.
La física contemporánea está llena de imprudentes: de científicos que se adentran en las entrañas de la materia sin saber si la línea de costa (el modelo estándar de la física de partículas) es real o un mero espejismo. Mientras buscan una nueva física, rellenan los huecos que faltan y tantean lo que hay más allá.
Hace unos días, Giovanni Passaleva, portavoz del experimento LHCb del Gran Colisionador de Hadrones, decía que "no estamos más cerca de la Nueva Física, estamos en un periodo muy extraño en la física, no tenemos una guía teórica para buscar en un lugar específico". Pero también decía que “necesitamos desesperadamente descubrir nuevas partículas”. No sé si era lo que Passaleva tenía en la cabeza, pero esta misma semana su equipo acaba de identificar dos (o tres) nuevas partículas.
Las piezas de un puzle que estamos buscando a ciegas
Se tratan de 'Σb (6097) +', 'Σb (6097) -' y 'Z c - (4100)'. La física de partículas tiene mucho que ver con estudiar los ladrillos del Universo, las estructuras elementales de la realidad. Las tres partículas forman parte de ese modelo estándar que muchos dan ya por muerto pero que sigue dando de sí.
De las tres partículas básicas sobre las que solemos hablar (protones, neutrones y electrones), solo el electrón es elemental; es decir, no se puede dividir. Neutrones y protones están formados por quarks (un quark arriba y dos quarks abajo en los primeros y dos quarks arriba y un quark abajo en los segundos).
Las dos nuevas partículas son bariones y tienen en su composición partículas elementales de tercera generación: la primera está compuestas por dos quarks hacia arriba y un quark fondo y la segunda por dos quarks abajo y uno fondo. La tercera candidata (de confirmarse) se trataría de un mesón exótico (un tetraquark) formado por cuatro quarks o, mejor dicho, de dos quarks y dos antiquarks.
Este descubrimiento es un nuevo paso en nuestra comprensión de una de las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza: la interacción nuclear fuerte. Poco a poco, vamos encontrando las piezas del gran puzle del universo. Poco a poco, nos vamos convenciendo de que no tenemos ni idea de qué imagen estamos haciendo.
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