De La verdadera historia del asesinato de Kennedy la vacuna contra las caries que los dentistas ocultan pasando por trucos infalibles que solo un youtuber conoce. Las teorías de la conspiración (aquellas que nos dicen que detrás de un suceso existe una causa de un grupo secreto muy poderoso, extenso, de larga duración y, generalmente, malintencionado) están en el día a día del internauta. Es la conspiranoia, y seguro que habéis visto algún video en YouTube que explica esa verdad oculta. Recuerda el Universo es una conspiración:«Ellos» están ahí fuera, y vienen a por mí. Y a por ti.
He de reconocer que algunas teorías de la conspiración me parecen francamente divertidas y no sería la primera vez que me meto en páginas especializadas a curiosear. Sin embargo, algunas de estas historietas son realmente perjudiciales, en especial aquellas que afectan a la salud. Por desgracia, muchas de estas fábulas se ceban con la gente más débil y aprovechan su desesperación, como es el caso de los antivacunas, por ejemplo.
Hasta cierto punto es perfectamente normal creer en este tipo de mitos. Son una forma fácil de entender el mundo, pero por desgracia, el mundo acostumbra a ser más complicado de lo que uno puede asumir. Uno de los principales motivos por los que creemos --todos en mayor o menor grado creemos alguna de estas historietas-- es mantener la sensación de control.
Desde el punto de vista de la evolución humana, siempre es mejor equivocarse por ver una amenaza donde no la hay que lo contrario: ¡si parece una serpiente, corre todo lo que puedas! Además, existe cierta evidencia científica de que en general creemos que un acontecimiento significativo tiene que tener una causa significativa, así como lo extraordinario (lo que vemos como extraordinario) debe tener una causa extraordinaria. Es el conocido como sesgo epistémico.
Aparte de los factores citados anteriormente para explicar por qué podemos ser favorables a darle credibilidad a estas teorías de la conspiración, hay otros efectos que debemos tener en cuenta debido a que intervienen reforzando estas creencias.
Sesgo de confirmación
Al tomar decisiones, los humanos, por norma general, nos dedicamos a recopilar pruebas a favor de nuestra hipótesis. Sin embargo,el proceso debería incluir el "buscar pruebas que invaliden mi hipótesis" para poder mantener --o descartar-- nuestra creencia. Este proceso de buscar pruebas contrarias no se da tan fácilmente: elegimos --muchas veces sin darnos cuenta-- las pruebas que refuerzan nuestra hipótesis de partida.
Pueden comprobarlo en casa con un simple juego de naipes. Tenemos que crear 4 tarjetas, dónde una tenga un 3, un 8, una roja y una marrón. Como las siguientes:
A continuación tenemos que pedir a nuestros sujetos experimentales que por favor nos digan que dos cartas han de girar para poder comprobar si la siguiente frase es verdad: “Las cartas pares son rojas por la otra cara”.
La respuesta habitual es que la roja y la del número 8 son las que tenemos que verificar. Sin embargo, esta ‘búsqueda de pruebas’ es incompleta. Solo refuerza nuestro presupuesto. ¿La respuesta correcta? Debemos girar la carta número 8 para comprobar que las pares sean rojas y la carta marrón para asegurarnos que no contradiga nuestras reglas. Es más importante buscar la prueba que contradiga nuestra hipótesis (las pares son rojas por la otra cara) que seguir buscando pruebas a favor de la misma. En otras palabras, tenemos que buscar donde nos pueden quitar la razón, no donde nos la van a dar.
Si a esto le sumamos que todos nos movemos en un cibervecindario donde nos rodeamos de gente que nos parece agradable y simpática porque se parece a nosotros --sí, la gente que se nos parece nos cae bien-- y compartimos valores y creencias, se nos crea una cámara de eco donde nuestras ideas y pensamientos retumban en boca de otros validando nuestros pensamientos.
Backfire effect
¿Han leído algún folleto informativo contrario a tus ideas últimamente? ¿No han notado que al acabar de leerlo están más seguro de sus ideas? Es el conocido como backfire effect: exponernos a ideas contrarias refuerza las nuestras propias, pues nos acabamos de convencer a nosotros mismos a través de tener que pensar argumentos contrarios a los que nos proponen.
Además podemos ver los bulos como un producto de consumo más y su diseminación se ve reforzada por nuestro entorno. No hay que olvidar que muchas veces el que disemina una teoría conspiranoica no lo hace por maldad, sino por que cree que lo mejor es que se sepa esa verdad que los gobiernos tratan de ocultar y que te explica con un video de YouTube que no lograron censurar. Nadie desea verse a sí mismo como una persona más ignorante o menos inteligente que la media.
Es el efecto Dunning-Krueger: sobrestimamos nuestra capacidad personal, eso nos puede llevar fácilmente a creer que entendemos la realidad mejor de lo que lo hacemos realmente. Eso nos lleva, otra vez, a creencias de bulos y conspiranoias.
¿Y qué podemos hacer para contrarrestarlo?
Primero empecemos por las malas noticias. Puede que haya ciertos a los que no podamos convencer jamás. Gente con la que tratar y discutir el tema solo provocará una reacción adversa --el backfire effect citado-- y por tanto dedicar esfuerzos en convencerles no será solo improductivo, sino también perjudicial.
Pero no está todo perdido, hay cosas por hacer que son eficaces para desmontar mitos. Una técnica interesante consiste en la inoculación: vacunar contra una actitud exponiendo esa actitud a extinguir en otra persona. En vez de atacar la creencia contraria, pedir a la otra persona que razone los motivos de su creencia para que él mismo acabe cuestionándose a si mismo.
Además, para poder corregir una creencia errónea, según muestra la literatura científica, una forma efectiva parece ser la de trabajar con los referentes que nuestro interlocutor maneje y tome como creíbles. Darle la oportunidad de ir construyendo un nuevo relato sobre bases existentes y que tome él por válidas. De alguna forma construir un edificio nuevo sobre los pilares sólidos de un viejo. En vez de atacar la creencia contraria, pedir a la otra persona que razone los motivos de su creencia.
Cualquier intento de oposición frontal solo polarizará la conversación. Cuando nos presentan una idea conspiranoica, si queremos desmontar el mito, debemos dar una explicación correcta que llene los agujeros de la historia con cosas plausibles, recordemos que ganar sensación de control de la situación es una de las claves que permiten proliferar las historias conspiranoicas.
En cuanto a cómo informar de mitos, una cosa que está clara es que para entender una frase en negativo, al menos temporalmente, tenemos que creer que es cierta. Al decir "las vacunas no causan autismo" tenemos que por un momento aceptar que sí lo causan. Para poder hacer una comunicación efectiva,debemos hacer frases afirmativas: "Las vacunas son totalmente seguras". De lo contrario, a la larga no recordaremos si las vacunas causan o no autismo --en especial si el tema no es de mucho interés para nosotros --, cuando todos los estudios científicos dejan claro que son totalmente seguras. Es un claro caso de "no pienses en un elefante rosa". ¡Ahora estás pensando en un elefante rosa!
Por último, tenemos que recordar que cuando estamos ante un juicio donde tenemos que reunir pruebas para alcanzar una decisión o adoptar una creencia, la tendencia es a comportanos como un abogado defensor aunque, pensemos que actuamos con la imparcialidad de un juez. En internet la verdad está ahí fuera, pero cuidado porque la mentira también.
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