El mundo es cada vez más competitivo y automatizado. ¿Qué habilidades separan a los profesionales más valiosos y cotizados del resto? Según Cal Newport en su libro 'Céntrate (Deep Work)', la respuesta es clara: la capacidad de concentrarse profundamente.
Por qué es importante. Newport define el trabajo profundo (que da nombre a su libro en el título original) como las actividades profesionales de alta concentración, sin distracciones. Las que empujan nuestras habilidades cognitivas a su límite.
Argumenta que en la economía del conocimiento actual, el trabajo profundo es cada vez más valioso. Sin embargo, también es cada vez más escaso.
Por qué ocurre. Las distracciones de la tecnología en general y del smartphone en particular, la cultura de la conectividad permanente y el gusto por la multitarea superficial (error) han erosionado nuestra capacidad de mantenernos concentrados.
Respondemos correos compulsivamente, revisamos nuestras redes constantemente, dejamos que las interrupciones marquen nuestra rutina. Esto nos impide alcanzar el "estado de flujo" y concentración para ese trabajo profundo.
Las cuatro reglas. Si queremos destacar profesionalmente, necesitamos nadar contracorriente y recuperar los espacios libres de distracciones. Newport propone cuatro normas:
- Trabajar profundamente. Empezando por diseñar rutinas que nos permitan concentrarnos sin interrupciones por períodos lo más largos posibles. Bloqueando el tiempo de nuestra agenda, encontrando entornos aislados. La concentración no es espontánea, hay que planificarla.
- Abrazar el aburrimiento. Nuestro cerebro se ha malacostumbrado a recibir estimulación constante. En cuanto nos aburrimos durante cinco segundos, sacamos el móvil. Reentrenar la atención es necesario para volver a la concentración profunda. Meditar también ayuda. Tiempo sin pantallas.
- Abandonar las redes sociales. Esta duele. Son aplicaciones diseñadas para ser adictivas. Fragmentan nuestra atención. Newport sugiere una "dieta digital" que nos deje únicamente con las herramientas que aportan de verdad un beneficio a nuestra vida y nuestro trabajo. Ánimo.
- Drenar lo superficial. Minimizando el trabajo insustancial que no aporta demasiado valor. Mucho de ahí no estará en nuestra mano, sino en la de nuestro empleador. Ahí toca entender qué depende de nosotros. Exceso de correos, reuniones innecesarias, burocracia que no lleva a ninguna parte.
En un mundo de distracciones permanentes, cultivar la concentración profunda y sin interrupciones es una habilidad diferencial.
Puede que suene a mantra barato de gurú de la productividad que no es capaz de entender que fuera de su burbuja las empresas funcionan de otra manera. Pero es innegable que la capacidad de concentrarse de forma sostenida es hoy un punto diferencial. Y no hace falta ser nuestro propio jefe para trabajar en ello. Funciona.
Imagen destacada | Ediciones Península, Mockuuups Studio
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