Más de uno y más de dos críticos empiezan a sentir lo mismo: con Juego de Tronos estamos ante un acontecimiento social, uno que ha conseguido congregarnos a todos litúrgicamente cada lunes (martes para los europeos) ante la caja tonta. Lo que es más: probablemente esta sea una de las últimas ocasiones en la que esto ocurrirá, ya que nuestros tiempos los marcan la gigantesca oferta de ocio y la libertad individual para amoldar el visionado a su personal agenda.
Sin embargo, merece la pena echar la vista atrás para recordarnos que llevamos muchos, muchos años de gigantescos fenómenos pop colectivos, aquí y al otro lado del charco. He aquí una selección de ficciones que nos cambiaron la vida al unísono y que dan esperanzas a la idea de un futuro con nuevos eventos culturales definitorios en lo universal.
Twin Peaks
Las críticas del momento y los espectadores que la siguieron lo recuerdan así: Twin Peaks no era televisión, era un evento. El número de espectadores fue reduciéndose considerablemente a medida que avanzaban episodios, ya con un número de fans mucho más pequeño en la segunda temporada, pero en los 36 millones de espectadores que se pegaron al piloto en Estados Unidos y la conversación que generó después entre la gente encontramos mucho de cómo consumimos las series-fenómeno a día de hoy.
Perdidos
Emisión semanal, un cliffhanger por episodio, el nacimiento de la conversación en redes sociales y la teoría de la caja misteriosa de J.J. Abrams. El que lo siguió, lo recuerda.
Friends
Muchas sitcoms de hoy no existirían sin Friends. O mejor dicho, si los carismáticos e identificables Rachel, Monica, Chandler, Joey y Phoebe. El último episodio lo vieron, sólo en Estados Unidos, 53 millones de personas. ¿Su relevancia social? El oír cada dos por tres a alguien decir “esto es como cuando Chandler o Phoebe hicieron tal cosa”.
Los Simpson
La versión de dibujos animados (y que podía llegar tanto a niños como adultos) de fábulas morales y contemporáneas. Cualquier situación y perfil humano está ahí dentro. En este caso, su emisión diaria nunca fue tan importante como su valor como catálogo de situaciones común para todo el mundo.
Expediente X
Allá en el 95 internet todavía era un embrión de lo que es hoy en día. Por supuesto, no existían las redes sociales. Y, pese a todo ello, podemos decir que Expediente X triunfó liderando lo que hoy conocemos como comunidades digitales: la gente escribía sobre las tramas y los huevos de pascua y escribía lo que hoy conocemos como fanfics sobre Mulder y Scully. Gillian Anderson fue la primera persona en convertirse en top de búsquedas.
I Love Lucy
Nos vamos a los orígenes de las series de televisión, a 1951. La primera sitcom televisiva que consiguió dominar y definir el género. Aparte de todas sus aportaciones sociales (primera pareja interracial en pantalla, primera actriz productora de su propia serie), I Love Lucy llevó la cultura de masas a su máximo exponente: era tan popular que los centros comerciales empezaron a cerrar antes los lunes por la noche. La primera serie que rivalizó con el poder de los deportes.
La hora de Bill Cosby
La sitcom protagonizada por Bill Cosby no sólo fue la serie más vista en toda Norteamérica durante cinco de los ocho años en los que se emitió, es también el referente a través de la que se miraban y se siguen mirando todos los afroamericanos del país. Cambió y fijó durante muchas décadas la forma en la que todo el país (y muchos espectadores extranjeros, de rebote) veía a este grupo social.
El fugitivo
La primera serie de la historia en usar los cliffhangers al final de los episodios a modo de cebo para retener semanalmente al espectador. Tuvo una gran audiencia a nivel mundial, aunque flaqueó un poco a medida que avanzaban las temporadas.
Pero el equipo creativo tuvo la idea que consagró a El Fugitivo definitivamente como uno de los mayores fenómenos televisivos de la historia: postergaron la emisión del capítulo final tres meses, haciendo reposiciones de capítulos viejos en meses anteriores, para intentar acumular a todo aquel que alguna vez había seguido las aventuras del doctor Richard. ¿Resultado? 72 millones de espectadores sólo en Estados Unidos. El tercer final más seguido de la historia de la televisión americana.
V
La miniserie V fue importante en Estados Unidos, pero el efecto fue aún más intenso en España. Emitida en 1983, rápidamente batió todos los récords de audiencia. Si hablas con gente de 40 años o más, todos ellos recordarán el trauma que les causó algunas de las imágenes más extremas de esta ficción reptiliana.
Hubo otro fenómeno extra en nuestro país vinculado a V, el de las dos versiones para el final que los espectadores aseguran haber visto: para unos TVE había emitido un final en el que se anunciaba que todo había sido un sueño (un mecanismo desconocido hasta entonces), mientras que para otros, y a modo de cliffhanger, el último episodio dejó inconclusa la serie.
Murphy Brown
“Sólo” 20 millones de hogares veían Murphy Brown en los años 90, pero su impacto social fue y ha sido mucho mayor que otras series más populares. Ahora los políticos utilizan Juego de Tronos como aparato discursivo contra sus adversarios, pero Dan Quayle vicepresidente de la administración de Bush padre, hizo eso mismo treinta años atrás.
La serie era tremendamente progresista y feminista para los estándares de la época, y en cierto momento la protagonista, una ex alcohólica solterona presentadora de televisión, se quedó embarazada. Su ex rechazó tener el hijo con ella y la mujer decidió apostar por ser madre soltera, alegando que, en el fondo, los padres no servían para nada.
Ello causó la ira del vicepresidente y de los republicanos, que vieron su gesto como moralmente irresponsable. En un discurso público Quayle culpó a la serie de los índices de madres solteras del momento, y abrió todo un debate público sobre los modelos de familia.
M*A*S*H
La sitcom con regusto cínico y negro, el que luego imitarían tantas otras series, nació aquí. Nació para convertirse en todo un acontecimiento nacional que congregó a todos los públicos y les habló, a su manera, de la delicada época que pasaban como grupo. Y pese a todo, aguantó hasta 11 temporadas y muchas más reposiciones. De entrar en la guerra de cifras, M*A*S*H seguiría ganando: 105 millones de espectadores en su capítulo final, un hito sólo superando en 2010... por una final de la Super Bowl.
El Equipo A
La gran serie de acción, de auténtica acción a lo Rambo, full pack patriotismo reaganista y postvietnam, para toda la familia. Los que pudimos (culturas más débiles como Alemania censuraban muchos episodios por su violencia explícita), descubrimos gracias a ella lo que era el C4, las semiautomáticas, el queroseno a granel y la implacable combinación mortal que puede resultar de la fusión entre una peluca y un bigote postizo.
Su éxito, por supuesto, fue arrollador. Nadie podía resistirse a esos running gags de coches que vuelan por los aires y negros hechos y derechos que preferirían no hacerlo. Además de ser el origen de mil y un disfraces en grupo en carnaval a lo largo y anchos del mundo, el Equipo A fue tal fenómeno en su país de origen que tuvo su propio culto fan, uno que no se resistió a publicar fan fictions, algunos de ellos legítimamente publicados en formato libro y cómic. Estamos hablando de los años 80.
Príncipe de Bel-Air
Las culturas del mundo entero le deben al Príncipe de Bel Air haber abierto una ventanita al léxico sociocultural hip hopero (en un sentido amplio del término), varias expresiones, experimentos metaficcionales y el límite de lo mala que puede ser la actuación en una serie siendo al mismo tiempo un éxito masivo.
Pero, por último, todos le debemos esa institución mundial llamada Will Smith. Sin el Príncipe de Bel Air no habríamos tenido Independence Day, Bad Boys, Men in Black y, no menos importante, Jaden Smith.
Médico de Familia
¿Alguna vez te has preguntado a qué vienen todos esos adosados al estilo norteamericano con halo a ladrillazo a las afueras de muchos núcleos urbanos a lo largo y ancho de nuestra meseta? Dos palabras: Emilio Aragón.
Verano Azul
Muchísimo antes de Stranger Things los españoles ya conocimos un producto ultra exitoso y marcadamente nostálgico. Eso sí, rememorando la propia infancia, una que para muchos estaba (y sigue estando) vinculada a la Transición, a esos tímidos coqueteos con la libertad, bien en el campo o en algún pueblito de la Costa del Sol. Verano Azul también se lleva las siete palabras más famosas (y catárquicas) de la ficción televisiva nacional: Del barco de chanquete no nos moverán.
Curro Jiménez
Simple y llanamente la primera gran serie de la transición española. Maná del cielo para Joaquín Romero Marchent, Pilar Miró y muchos otros. La razón por la que Álvaro de Luna y Pepe Sancho sigue siendo, respectivamente, El Algarrobo y El Estudiante. Como cuentan en El Confidencial, España por fin tuvo su particular Robin Hood, uno que en sus retornos ha demostrado la enorme fascinación que los mayores de nuestro país siguen sintiendo por esta serie.