Conocer una ciudad hoy en día es sencillo. Ni siquiera requiere moverse de la cama. A través de los infinitos mapas repartidos por la web, algunos tan accesibles y universales como OpenStreetMap o Google Maps, podemos reconocer la fisionomía de cualquier urbe del planeta de forma interactiva. Hace unos cuantos siglos la tarea de mapear una ciudad era bastante más complicada. De ahí que cualquier documento que lo intentara requiriera de un notable talento y una alta creatividad. Sin imágenes desde el aire, ¿cómo dibujar su silueta?
En muchas ocasiones, optando por amplias perspectivas que, antes que un plano detallado de la ciudad, servían como representación casi alegórica del entorno natural y urbano en el que se insertaban sus edificios públicos, sus barrios y sus puentes. De ahí que los mapas medievales o de la temprana modernidad aún hoy resulten tan fascinantes y misteriosos. Sin embargo, acudir a ellos, durante siglos, fue igual de complicado. Hoy esa barrera también ha caído. Historic Cities, un proyecto de la Hebrew University of Jerusalem, es un buen ejemplo de ello: una deliciosa base de datos de mapas antiguos.
De mapas y de otros elementos que sirvan para retratar el estado de las cosas en las históricas ciudades europeas. Historic Cities recopila poemas, narraciones, cuadros y mapas de centenares de ciudades repartidas por todo el continente. Es un juguete para todo amante de los mapas, porque nos permite redescubrir cómo pensábamos y veíamos nuestros centros urbanos cientos de años atrás. Y porque merece la pena perderse en su archivo para descubrir diferentes representaciones de una misma ciudad a lo largo del tiempo. Parte de los mapas de Historic Cities salen del Civitates orbis terrarum, publicado por Braun and Hogenberg en 1572, y reeditado con el paso de los años. Un Pinterest de ciudades de la época.
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