A mediados del año pasado el Ayuntamiento de Londres anunció una medida de revolucionarias consecuencias. Todos los vehículos excesivamente contaminantes, es decir, los más antiguos, tendrían que abonar alrededor de 15€ para circular por el centro de la ciudad. Más aún: a partir de 2021 la conocida como "ultra low emission zone" (ULEZ) se expandiría a los barrios suburbiales y periféricos de Londres.
Su objetivo: mimetizar el éxito de la tarifa de congestión.
Las cifras. Londres introdujo un peaje para acceder al núcleo de la ciudad en 2003, hábil entre las 6:00 AM y las 7:00 PM. Todos los vehículos, en función de sus características, estarían obligados a pagar hasta 13€ para circular por el centro histórico. Dieciséis años después la medida ofrece resultados convincentes: el tráfico rodado ha caído un 30% en el interior de Londres, y las emisiones de CO2, la principal preocupación, se han reducido en un 16%.
Sin coche. La tarifa ha desincentivado el uso del coche. Como explica un londinense aquí, ahora resulta más rentable utilizar el autobús o el metro para acudir al centro. Entre 2002 y 2014 el volumen de vehículos privados circulando por el interior de Londres se desplomó un 39%. Sus ciudadanos han dejado de comprar coches: hay hoy en la ciudad unos 710.000 vehículos, un 2% menos que en 2009.
En comparación, el volumen de automóviles registrados en el resto de Reino Unido ha crecido un 11% durante el mismo periodo.
Problemas. ¿Una historia sin mácula? En absoluto. El peaje excluye parcialmente al taxi o a servicios de transporte privados como Uber. Resultado: su uso ha crecido un 29,2% desde inicios de siglo, y ya hay más de 18.000 vehículos de este tipo circulando a diario por Londres. Como se apunta aquí, su densidad es tal que entorpecen el tráfico, ralentizando el servicio de autobuses y empeorando el servicio.
Casualidad o no, lo cierto es que los londinenses han comenzado a dejar de utilizar el bus. Su volumen de pasajeros ha caído un 6% desde 2014 (una tendencia replicada en el resto de Inglaterra). La bicicleta amortigua parte de la caída: su uso ha crecido en un 210% en los últimos quince años.
El aire. De ahí las reformas implementadas por Sadiq Khan y su equipo de gobierno. La ULEZ, en vigor desde este mes, responde a la pobre calidad del aire londinense. Un estudio del King's College cifraba en 9.000 las muertes anuales atribuibles a la contaminación. Alrededor de dos millones de personas viven en zonas expuestas a aire tóxico. El límite de emisiones establecido por la ciudad se ha roto más de 43 veces en los últimos cuatro años.
Las reformas. ¿Cómo solucionarlo? Desincentivando la circulación de los vehículos más contaminantes. La ULEZ se aplica las veinticuatro horas del día y es más costosa para los conductores que la tarifa de congestión original. Sus críticos argumentan que penaliza a los conductores más pobres, y que representará un lastre inasumible para las familias londinenses una vez se extiendan sus límites en 2021.
No en vano, la ULEZ agigantada afectará a más de tres millones de personas, y obligará a pagar un máximo de 5,200€ anuales si un vehículo viejo desea circular todos los días del año. Transport of London aspira a recaudar 254€ millones anuales con la medida, taponando así parte del enorme agujero financiero de Londres.
Imagen: Stif Nygaard