España es actualmente el noveno fabricante mundial de automóviles. Nos genera un 10% del PIB anual y representa el 17% de las exportaciones. Representan aproximadamente entre el 9 y el 11% de los empleos de Europa (sumando directos, indirectos e inducidos), empleos bastante buenos, viendo cómo está el mercado. Pero esto podría acabar.
Hacia dónde va el coche: se ha publicado el último Informe Global sobre Automoción de KPMG, una serie de encuestas hechas a 2.000 consumidores y 1.000 directivos del sector del automóvil y la tecnología, con especial representación en su muestra de los ejecutivos de alta responsabilidad y separando, si procede, sus opiniones por profesionalidad. Los directivos hablan de una “tormenta perfecta” y de una “reestructuración” del sector. Entre sus datos más interesantes está la consideración de que, a nivel mundial y para 2040, el 30% de las ventas serán coches eléctricos, un 25% los híbridos y un 23% tanto los de pila de combustible como los de combustión interna.
No somos ni China ni Estados Unidos: ante esa diversificación del ecosistema de sus productos, los encuestados creen que los países irán apostando por desarrollar sus recursos disponibles, y eso significa que China seguirá dominando el mundo de la innovación y la e-movilidad mientras que Estados Unidos se centrará en los motores de combustión interna. Sin querer, se le hace una pinza a Europa, y de ahí que, si ahora mismo se hace un 16% de los coches en ese territorio, 2030 el 74% de los directivos encuestados del total cree que la producción caerá al 5%. Eso sí, contando con que la mayoría de los que responden al adelgazamiento europeo son directivos de fuera del continente: sólo un 64% de los directivos de aquí apoyan esta tesis.
Las inciertas señales europeas: el otro cambio, según el 77% de los directivos, es que si antes quienes manejaban la evolución del sector eran las propias compañías, ahora se encargarán más y más las Administraciones locales y regionales. Por eso, mientras que directivos chinos y estadounidenses dicen saber claramente qué pasos a seguir a largo plazo exigen sus países, los europeos dicen estar mucho menos seguros sobre las estrategias a llevar a cabo.
Algunas de las estrategias que se intuye de las respuestas de los directivos ayudarán a minimizar el golpe son la digitalización y adelgazamiento de las plantillas, el empuje del avance tecnológico, potenciar el valor de marca europeo y facilitar las fusiones y cooperaciones tanto con proveedores como con otras marcas de automoción o del sector de las nuevas tecnologías (léanse servicios de electrificación y de conducción autónoma, por ejemplo). Begoña Cristeto, socia de KPMG y exsecretaria de Estado de Industria, el problema añadido de España es que se ha posicionado como fábrica low cost europea del vehículo de combustión, y esa no parece la mejor opción para los países más desarrollados.
Adiós a los concesionarios: si la producción está tocada, más aún lo está la distribución. Para los encuestados, los concesionarios tradicionales perderán de un 30 a un 50% de volumen de negocio. La mera venta de un coche perderá relevancia, y la irán ganando los servicios de postventa y de software relacionado con los automóviles, trasladando esos trabajos a este otro sector.
El presente se complica: en nuestro país las matriculaciones llevan sumando cuatro meses consecutivos de caída, China está estancada en las matriculaciones sufriendo un retroceso digno de 1990, Ford ya ha dicho que hará un reajuste de plantilla de miles de empleos europeos, y otras compañías como Jaguar-Land Rover anuncia lo mismo para todo el mundo. De momento, unos 35.000 empleos perdidos. Un momento apasionante y complicado para los fabricantes del vehículo privado.