Desde que comenzara a utilizarlo hace más de medio siglo, la humanidad no ha tenido demasiado claro qué hacer con el plástico una vez lo ha consumido. Dado que sólo hemos reciclado en torno al 9% de todo el plástico producido desde principios de los setenta, la solución más común, la más intuitiva, ha sido tirarlo. Lo cual nos ha generado un gigantesco problema medioambiental para el que ahora buscamos soluciones urgentes, soluciones obstaculizadas tras un año de pandemia.
Una de ellas, asfaltar carreteras con él.
¿Dónde? En Filipinas. Durante los dos últimos años el gobierno se ha embarcado en un gigantesco programa de inversión en infraestructuras, para el que ha contado con la colaboración de las principales empresas del país. Una de ellas, San Miguel Corporation (sí, esa San Miguel), está asfaltando carreteras, aparcamientos y los futuros terrenos de un nuevo aeropuerto. Y en ese proceso, está utilizando plástico reciclado.
¿Cómo? Mediante una técnica desarrollada originalmente por una empresa escocesa, MacRebur. Su mecánica es simple. En lugar de utilizar bitumen, un derivado del petróleo, para aglomerar y compactar la grava y la arena que posteriormente compone el asfalto, utiliza pequeños trozos de plástico empleados con anterioridad en botellas de agua y otros productos de consumo. Según la empresa, es tan resistente como el asfalto tradicional, más sostenible y más barato.
¿Por qué? Porque el bitumen es un hidrocarburo, y su producción tiene una alta huella medioambiental. En su lugar, el asfaltado con plástico mata dos pájaros de un tiro: reutiliza materiales en una actividad contaminante, como es el asfaltado, y neutraliza el impacto de los residuos plásticos. En Estados Unidos, otras empresas han ido más lejos, reciclando y reutilizando incluso el asfalto superficial defectuoso a retirar en cada reparación de la calzada. Su objetivo, tener carreteras "100% recicladas" a corto plazo.
No es oro. ¿Es realmente una solución? Según GAIA, asociación dedicada a concienciar sobre el reciclaje y el impacto de los residuos plásticos, no. "Basura que entra por la que sale", explica uno de sus portavoces. La creación de asfalto con plástico genera otro tipo de residuo más complejo y más difícil de reciclar, el microplástico. Sin contar las emisiones tóxicas resultantes de mezclar asfalto y materiales plásticos.
Escala. Pero en Filipinas, un país donde se consumen alrededor de 48 millones de bolsas de plástico diarias, sí puede ser un mal menor. El surgimiento de una clase media ha disparado el consumo de plástico durante los últimos años. Combinado con un extraordinario crecimiento demográfico y un estado aún precario, el resultado es un excedente de basura que las autoridades son incapaces de gestionar. Lo que contamina canales, ríos, espacios naturales y ciudades. Un problema común a muchos otros países del sudeste asiático, y que se combina con su importación de plástico desde Occidente para reciclar.
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