Derrengado sobre la barra de un bar, BoJack Horseman pide un whiskey al camarero. "Dime cuándo". La copa se va llenando, se va llenando, rebosa, se desparrama por la barra, comienza a verterse por el suelo. Cuando media botella se ha vaciado sobre un vaso demasiado pequeño como para contener tanto licor, BoJack responde: "Cuándo".
La estampa es uno de los gifs más compartidos en redes de la serie, y quizá el símbolo perfecto del carácter irreverente, cómico y también brutalmente depresivo de BoJack Horseman. Su éxito, tan resonante que el creador de Netflix la definió como "su serie favorita", bebe de referentes filosóficos perturbadores y complejos, y radica en su capacidad para disfrazar de forma amena y brillante traumas infantiles, relaciones tóxicas y expectativas destrozadas en el horizonte vital de sus personajes.
En este vídeo hemos tratado de analizar cuáles son algunas de las claves temáticas y existenciales de BoJack Horseman. Desde la autohumillación, el self-loathing y la incapacidad de todos y cada uno de los personajes para reformarse a sí mismos, hasta la cuestión que más atenaza a cada uno de ellos: ¿qué sentido tiene la vida, cuál es mi papel en este mundo, por qué estoy aquí? BoJack, Diane o Pricess Carolyn tratan de responder a la pregunta, ignorando que su respuesta sólo es una.
Ninguno. Nada tiene sentido. Eres uno más entre un millón de almas. No eres especial.
Esta idea nace directamente de las corrientes nihilistas que, si bien personificadas de forma popular en Friedrich Nietzsche, dominaron gran parte del pensamiento filosófico desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. En las diatribas sobre lo absurdo de la existencia de Camus y en los profundos conflictos psicológicos de Kierkegaard. BoJack Horseman pesca en todas ellas pero las sintetiza a través de una comedia negra muy dura, profundamente oscura.
En esencia, BoJack trata sobre la búsqueda de la identidad propia, del hallazgo de una dirección vital que permita dotar de sentido significativo a la existencia en un mundo contradictorio, impredecible, incomprensible y, por tanto, absurdo. Y lo hace a través de una sátira del mundo de Hollywood y del star-system muy brillante, donde la comedia ofrece espacios de respiro naturales y donde las historias nos dejan desnudos ante nuestro peor enemigo: nosotros mismos.