El Camino Portugués de la Costa es una de las rutas gallegas que cada año patean cientos de peregrinos en su recorrido a Compostela, un extenso itinerario de más de 160 kilómetros que transcurre por lugares tan emblemáticos como Vigo, A Guarda, Baiona, Redondela o Caldas de Reis. A lo largo de ese extenso recorrido, que pasa por un monasterio cisterciense, templos medievales, ensenadas con unas vistas privilegiadas al Atlántico e incluso un puerto en el que descansa una réplica de la carabela Pinta, pocas atracciones hay tan populares como Dybala.
Lo curioso es que Dybala no es un templo.
Ni una montaña.
Ni una calita especialmente pintoresca de las Rías Baixas.
Tampoco un mirador, un restaurante especializado en pescados y mariscos de Galicia, un hotel Parador o una plaza repleta de construcciones históricas, lujos, todo sea dicho, que se reparten a puñados a lo largo del Camino Portugués.
No, Dybala es un cerdo. Y menudo cerdo.
Una superestrella con nombre de futbolista
El marrano, bautizado en honor a Paulo Dybala, futbolista argentino de la Roma, es un animal tan descomunal que ha acabado convirtiéndose en uno de los elementos que más llama la atención de los peregrinos que caminan cada verano rumbo a Santiago de Compostela. Cuando lo ven rebozándose contento en su poza, "un jacuzzi" construido a propósito por su dueño, Juan José Losada, hay quienes no pueden contener la curiosidad y se acercan para observarlo de cerca. Hay incluso quien saca el teléfono móvil para sacarse un selfie con el gorrino.
Y es normal, Dybala no es un marrano cualquier.
Dybala es un "megamarrano", un "supercerdo" con una talla digna de abrir bocas o protagonizar efectivamente selfies que ya circulan por las redes o viajan de móvil en móvil a puntos tan distantes como Austria. El animal mide alrededor de 2,15 metros de largo, casi uno de alto y pesa más de 400 kg, marca que figuraba en su informe veterinario de hace un mes. Desde entonces, asegura su cuidador, ha ganado ya algún que otro kilo que le da un aspecto aún más rotundo.
"Como estamos cerca del Camiño Portugués pola Costa los peregrinos se acercan preguntando qué animal es y algunos se asustan, pero todos quieren sacarse selfies con él. Ya hay fotos suyas hasta en Austria", explica Losada a La Voz de Galicia.
La docilidad del gorrino y que esté más que acostumbrado a recibir visitas de espontáneos atraídos por su descomunal estampa no quita que a más de uno le entre el miedo al tenerlo cerca. Al fin y al cabo es un animal que pasa de los 400 kilos y cuando sonríe muestra unos colmillos más que respetables. A día de hoy, sin embargo, tranquiliza Losada, no ha habido ningún accidente. Y no será por afluencia. Por el itinerario del litoral pasan cada año cientos de peregrinos.
Su hogar está en Oia, una villa costera del sur de Galicia. Allí, en una amplia parcela de mil metros cuadrados, se dedica a campar a sus anchas con vistas al Atlántico y viendo pasar las estaciones. Su dueño le fabricó una caseta a medida, pero al gorrino parece gustarle más estar a la fresca. "Nunca la quiso porque a él lo que le gusta es estar siempre al aire libre", detalla Losada: "Incluso duerme al raso, aunque llueva, y si hace sol se mete en una cama de tierra debajo de la higuera".
Si Dybala no tiene reparos en pasearse bajo el sol, las nubes o las estrellas, así jarree o ronde el termómetro los 30 grados, menos problemas tiene a la hora de darse opíparos festines. "Como de todo. Está criado con cosas de la huerta porque le encantan las verduras y el pan… es muy vegetariano", bromea Losada. En su dieta hay también otras delicatesen de la zona, como manzanas y melocotones, además de castañas, repollos e incluso alguna que otra onza de chocolate.
El cocho llegó a su nuevo hogar en 2020, después de que Losada lo viera en una feria de Lalín. Le atrajo su aspecto. Y su peculiar color, una mezcla de capas blanca y negra fruto del cruce de razas celta y duroc que a su hijo le recordó a la camiseta de la Juventus. De ahí que lo bautizaran como una de sus estrellas, Paulo Dybala. Desde entonces se ha convertido más en una mascota que en un animal de crianza y en toda una atracción que despierta la curiosidad de los peregrinos y vecinos.
Sobre su futuro, Losada reconoce que aunque en un primer momento quiso criar al marrano para carne, hoy ya no lo ve tan seguro. "Pensaba matarlo cuando cumpliera el primer año, pero luego le coges cariño y ya pasaron tres —confiesa el vecino de Oia a La Voz de Galicia—. No sé si le llegará el San Martiño".
Lo que sí tiene garantizado ya es un lugar destacado en el Camiño de Santiago.
Imágenes: José Antonio Gil Martínez (Flickr) y Sistemas Agroforestales USC (Flickr)
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