La maniobra para abrir la puerta del coche que evita uno de los accidentes ciclistas más comunes

Dutch Reach
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Es un gesto casi mecánico instalado en la memoria mecánica de todos los pasajeros de un coche: aparcado el vehículo, la puerta se despliega utilizando la mano más cercana a la manija de apertura. Es un proceso inconsciente y a menudo ejecutado de forma ciega, sin tener en cuenta qué hay al otro lado del automóvil.

Al fin y al cabo, ¿qué había hasta hace no demasiados años? Una acera repleta de caminantes lentos y prevenidos capaces de esquivar con antelación la repentina aparición de un amasijo metálico en su trayectoria. La situación ha cambiado. La progresiva transformación de las ciudades ha provocado que un mayor número de ciclistas se lancen a los carriles bicis construidos por los ayuntamientos, y con ellos otros vehículos no motorizados.

Ahora repitamos el proceso: tras aparcar el coche, abrimos la puerta empleando la mano izquierda y sin fijarnos en lo que haya más allá de la ventanilla. ¿Resultado? Un carril bici, inesperado. Y varios ciclistas circulando a cierta velocidad. En no pocas ocasiones, el resultado es un accidente. Es lo que en los países anglosajones se conoce como "dooring", y lo que en Países Bajos causa unos 200 accidentes al año.

La pequeña nación neerlandesa, como vimos en su momento, es un vivero perenne para la bicicleta. Tradicional y eléctrica. Se calcula que hay más de 22 millones de bicicletas repartidas por todo el país, y que en determinados núcleos urbanos, como Ámsterdam, más del 50% de los trayectos se realizan dando pedales. Esto genera necesidades urbanas y de comportamientos cívicos diferentes y específicos.

Los holandeses, de hecho, son muy conscientes de los riesgos asociados a los aparcamientos y a los carriles bici. De ahí que, desde hace años, tengan un simple mecanismo para evitarlos: abrir la puerta del coche con la mano opuesta a la manija (si eres conductor, con la derecha). ¿Por qué? El escorzo corporal obliga a orientar el cuerpo hacia la dirección contraria a la que se ha aparcado el coche, pudiendo avistar a cualquier ciclista furtivo que se acerque.

Hacia su popularización universal

La técnica se ha popularizado durante los últimos años gracias a un doctor estadounidense consternado por la muerte de una ciclista al chocar con una puerta en los alrededores de Boston. Fue él el que bautizó la técnica: "Dutch Reach". Y el que, a través de Dutch Reach Project, ha llegado a popularizarlo por todo el mundo: hoy las autoridades francesas y la Guardia Civil, entre otros muchos, la fomentan para reducir el volumen de accidentes.

En Países Bajos la integración de "la maniobra de la mano derecha" es consustancial a la lógica ciclista del país. Según se explica aquí, es habitual que los padres lo fomenten entre sus hijos y que tales recomendaciones se incluyan en los cursos de aprendizaje a la conducción de las autoescuelas (con graves faltas, suspensión incluida, si se abre la puerta mal). Algo lógico si tenemos en cuenta que, pese a su alucinante uso de la bicicleta, Países Bajos tiene una de las tasas de siniestralidad ciclista más bajas de todo el mundo.

El gesto forma parte de su cultura. Es automático.

La situación difiere en el resto de países donde la bicicleta no ha sido en absoluto hegemónica durante las últimas décadas. En Estados Unidos el movimiento sí está ganando cierta tracción, promocionando las virtudes de la maniobra. A principios de este año tanto una asociación nacional de conductores (AAA) como el Consejo Nacional de Seguridad viaria comenzaron a incluir el "Dutch Reach" en sus cursos de seguridad. Es un paso hacia una concienciación más universal.

¿Hasta qué punto es trascendente? Es difícil de estimar. No hay cifras concretas sobre su efectividad sobre el terreno. Sus defensores y promotores lo difunden por su seguridad intuitiva, no por la evidencia científica que lo sustenta. Sí se sabe que los accidentes provocados por puertas de vehículos son bastante comunes: en Victoria, Australia, se registraron más de 770 entre 2011 y 2016; en Reino Unido hay más de 700 "dooring" anualmente, con una media de dos muertes. Los pocos estudios efectuados (Vancouver y San Francisco) indican que el "dooring" puede suponer hasta un 15% de los accidentes urbanos que afectan a los ciclistas.

El proceso en países como España, recién adheridos a la cultura ciclista será lento. Los conflictos entre las nuevas formas de movilidad y el tradicional predominio del automóvil privado son numerosos. Lo ilustran las numerosas polémicas adheridas a proyectos de peatonalización como Madrid Central, o el propio rol de los carriles bicis, acusados de potenciar la siniestralidad ciclista y rechazados por una parte dele colectivo.

En el fondo, la maniobra holandesa ilustra cómo la convivencia entre coches, ciclistas, peatones y otras formas de movilidad tiene mucho de mentalización colectiva y de asimilación de un código cívico entre todos los ciudadanos. Utilicen el medio de transporte que utilicen. Para un neerlandés el gesto es casi inconsciente, hasta el punto de que en el país el concepto "Dutch Reach" suena extraño. No es nada especial.

¿Cómo implantarlo en nuestra rutina urbana diaria? Más allá de la educación vial en autoescuelas y en casa, mediante lazos. Dutch Reach Project propone y recoge diversos mecanismos memorísticos empleados por los conductores estadounidenses y de otras partes de mundo para fomentar el gesto. Un simple lazo, un post-it o cualquier señal adherida a la manija puede servir para recordar la conveniencia de abrir la puerta con la otra mano. Y así, poco a poco, convertir a las ciudades en un espacio más seguro. Para todos los que las habitan.

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