Tiempo atrás, Europa estuvo gobernada por un puñado de familias reales. Con el objetivo de asegurar alianzas políticas y de mantener una delimitada separación entre la nobleza y las clases populares, la realeza europea se embarcó en un largo proceso de endogamia continental que ha deparado, hoy, en un puñado de familias reales fuertemente conectadas entre sí. Seguir el árbol genealógico de todas ellas era una pesadilla.
Y decimos era porque este gráfico interactivo creado por Nadieh Bremer, de Visual Cinnamon, contribuye a clarificar de forma visual el modo en el que todos los miembros de la actual realeza y de sus generaciones anteriores están relacionados entre sí. El planteamiento es simple: hay seis grados de separación (más rojo, más distante; más azul, más cercano) entre todos los miembros actuales y pasados de las diez casas reales supervivientes.
¿Con cuántos reyes o príncipes se relaciona cada uno de ellos? Cero sorpresas: con muchísimos.
Un ejemplo: el monarca actual español. Felipe VI no tiene lazos sanguíneos directos con la reina de Dinamarca, Margarita II, pero si ambos remontaran en su árbol genealógico personal descubrirían que tienen en común nombres como el de Victoria I de Inglaterra. Para la danesa, queda a cuatro saltos generacionales en línea directa; para Felipe VI, a cinco (vía su madre). El caso de Victoria es particularmente fascinante, ya que puede ser considerada con facilidad la Gran Abuela de toda la realeza europea actual.
El gráfico tiene mucho de "conecta los puntos". Al seleccionar un miembro de la realeza, podemos ver qué relación tiene con otros miembros nobiliarios europeos. Pero también podemos seleccionar a dos miembros concretos del árbol genealógico y ver cuántos grados de separación tienen entre sí. Siguiendo con nuestro ejemplo anterior, Margarita II y Felipe VI estarían unidos a través de la abuela del español, Federica de Hanóver, a su vez madre de Constantino II, esposo de Ana María de Dinamarca... hermana de Margarita II.
Y así, con miles de años de relaciones políticas y familiares de todo el continente.
El ejercicio es apasionante no sólo para comprender mejor hasta qué punto toda la realeza europea es, en realidad, una gigantesca familia reunida en una cena de Nochebuena extraordinaria y multitudinaria, sino también los hilos históricos que han movido muchas de las relaciones entre ellos. Los primeros nombres en el árbol, no en vano, son tan lejanos y remotos como Cadell o Leonor de Aquitania. Y todo esto sin contar a otras familias reales (como la francesa, la italiana o los Habsburgo y Romanov) fuera del juego.
Una locura divertidísima.