Mucho se ha hablado en los últimos años de la homofobia en el fútbol. Mientras que el colectivo LGTB ha alcanzado la normalización en otros ámbitos sociales, parece que el mundo del fútbol se resiste a abrir los armarios. No ayuda, desde luego, el hecho de que la homosexualidad sea motivo de burla en forma de cánticos homófobos, pancartas homófobas o incluso camisetas homófobas. Pero, ¿es realmente el fútbol más homófobo que el resto de deportes?
La compañía alemana de ferrocarril Deutsche Bahn (DB) ha decidido celebrar el 25º aniversario de sus líneas de alta velocidad con un anuncio en el que rompe con el tabú de la homosexualidad del fútbol. En el spot, podemos ver la relación entre un hincha y un futbolista y, aunque no hay beso final (lo cual ha traído también polémica), sí abre un poco la puerta a desestigmatizar la homosexualidad en el ambiente del fútbol.
¿Qué ocurre en otros deportes?
En prácticamente todos los deportes, encontramos algún ejemplo de deportistas que han salido del armario. En algunos casos, como los de Billie Jean King, Martina Navratilova o Ian Thorpe, son primeras figuras a nivel mundial quienes dieron en su momento el paso de hacer pública su homosexualidad.
En el mundo del tenis, además de las mencionadas King y Navratilova, también Amelie Mauresmo salió del armario hace ya años. Entre las deportistas femeninas que han salido también del armario, se encuentran la esquiadora Vibeke Skofterud, las balonmanistas Gro Hammerseng y Katja Nyberg o la ciclista Judith Arndt.
A priori, los deportes de equipo y masculinos parecerían un ambiente más complicado para salir del armario. Sin embargo, existen casos en el baloncesto NBA, como John Amaechi (que declaró su homosexualidad algunos años después de retirarse) o Jason Collins (que recibió el sonado apoyo de Kobe Bryant). En el béisbol, encontramos a Glenn Burke, que salió del armario en los años 70, lo que lo condujo a abandonar su carrera porque, según sus propias palabras, «los prejuicios ganaron». En el waterpolo, a Víctor Gutiérrez, uno de los escasos ejemplos de deportistas españoles abiertamente gays, junto al patinador olímpico Javier Raya, que ha salido recientemente del armario publicando en las redes sociales una foto con su pareja.
La natación parece uno de los deportes más propicios para la aceptación de la homosexualidad. Además de Ian Thorpe, Daniel Kowalski también rompió su silencio al respecto de su sexualidad tras su retirada. También los saltadores Tom Daley, Greg Louganis y Matthew Mitcham salieron públicamente del armario en diferentes momentos de sus carreras.
Dos deportes en que los estereotipos hacen complicada la normalización de la homosexualidad son el boxeo y el rugby. El boxeador puertorriqueño Orlando Cruz no dudó en saltar al ring con atuendo arcoíris en una pelea por el título mundial. En el polo opuesto, se encuentra el campeón filipino Manny Pacquiao, que el año pasado vio cómo Nike le rescindía su contrato publicitario tras unas declaraciones homófobas. En cuanto al rugby, el pionero fue Ian Roberts, en Australia, seguido por el galés Gareth Thomas, capitán de la selección de su país y por Keegan Hirst. En el rugby, existe, además, el caso de Nigel Owens, el árbitro más carismático de este deporte, gay y activista por la integración.
En la NFL (liga de fútbol americano de Estados Unidos), parece existir un tabú similar al del fútbol europeo. Solo Michael Sam ha salido del armario, y su retirada vino provocada por las consecuencias de la homofobia. Desde entonces, los medios norteamericanos insisten en la existencia de más jugadores dentro del armario.
¿Y en el fútbol?
Ya hemos visto que en la mayoría de deportes existen ejemplos de deportistas de élite que han declarado su homosexualidad. Pero, ¿qué ocurre con el mundo del fútbol?
Hemos encontrado tres casos de futbolistas que han salido del armario, solo uno de ellos en la élite: Thomas Hitzlsperger, internacional alemán (participó en la Eurocopa 2008) y jugador del Aston Villa inglés, el Stuttgart y otros equipos italianos, ingleses y alemanes. Hitzlsperger salió del armario en 2014, cuando ya llevaba algunos años retirado. Los otros dos casos son la dramática historia de Justin Fashanu, el primer futbolista en declararse homosexual en Inglaterra y que acabó suicidándose tras una denuncia por abusos sexuales a un menor; y el caso de Robbie Rogers, que declaró públicamente su sexualidad en 2013 y es, actualmente, el único futbolista conocido en activo y abiertamente gay.
En realidad, es injusto decir que el fútbol carga con un tabú homófobo. En todo caso, sería el fútbol masculino, ya que, en el femenino, la homosexualidad está bastante más normalizada, con casos conocidos como el de la inglesa Casey Stoney o la colombiana Paula Forero.
El número de futbolistas homosexuales declarados no difiere demasiado del de otros deportes que hemos visto anteriormente. Pero, claro, conocemos a muchos más futbolistas que waterpolistas, patinadores o tenistas, por lo que el porcentaje de salidas del armario es considerablemente más bajo. No parece patrimonio exclusivo del fútbol: tampoco hay un número apreciable de jugadores gays de baloncesto, fútbol americano o béisbol. Es decir, de los deportes con mayor repercusión mediática.
Quizá el estigma del tabú homófobo del fútbol tenga que ver con algunas declaraciones de figuras destacadas de este deporte que han sacado los pies del tiesto cuando se han enfrentado al tema de la homosexualidad, como Fabio Cannavaro, Antonio Cassano, Ivan Rakitić o Eduardo Berizzo. Por el contrario, tras la salida del armario de Thomas Hitzlsperger, los futbolistas alemanes Manuel Neuer y Mario Gómez mostraron su apoyo público a los futbolistas homosexuales que decidieran salir del armario.
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