El informe PISA deja a España en muy mal lugar cuando se trata de las matemáticas
La experiencia de otros países ayuda a entender qué están haciendo mejor que nosotros
Los españoles somos malos en matemáticas. No lo decimos nosotros, lo dicen 20 años seguidos de informes PISA. De hecho, los resultados de este año 2022 (el primero que superamos la media de la OCDE) se deben más a un descalabro del resto del mundo que a una mejora de nuestro país.
No es de extrañar, por tanto, que tras la publicación de cada informe, el debate nacional dedique un par de semanas a ver qué podemos hacer para mejorar. Este año no ha sido una excepción, claro. Así que hemos decidido ir un paso más allá de las intenciones, declaraciones y planes del Gobierno y tratar de ver qué podríamos hacer si quisiéramos elevar el nivel del país en matemáticas.
Un disclaimer. La escuela española tiene un buen número de problemas que van desde la falta de recursos o la precariedad del profesorado a la falta de políticas públicas que consigan reducir las desigualdades sociales de forma efectiva. No está en el ánimo de este artículo (ni cabe dentro de sus posibilidades) abordar todas esas reformas necesarias.
La intención es repasar algunas ideas poco discutidas, pero con un impacto enorme. Sobre todo, porque las matemáticas son importantes.
La forma en la que miramos a las matemáticas. Hace unos años, uno de los expertos de referencia del país, Pedro Ramos, citaba un documento de la Comisión de Educación del Estado de Massachussetts para describir el quizás sea el principal problema de la forma en la que nos acercamos a las matemáticas: "entre la población en general, incluidos muchos profesores de primaria, las matemáticas se perciben como una enorme mezcolanza de hechos y procedimientos memorizados que no tienen mucho sentido".
Reemplazar esa imagen por la idea de que "las matemáticas de la escuela primaria son un conjunto coherente y unificado de conceptos y principios que es a la vez poderoso, hermoso y divertido" ha sido durante décadas uno de los debates más ricos e interesantes en la didáctica de esta ciencia. Un debate qu, por lo geneal, no ha llegado a nuestras escuelas, todo sea dicho.
Un ejemplo. El mismo Ramos hablaba en 2014 de la forma en la que deberíamos enseñar a los niños a hacer cuentas. Mientras el enfoque clásico (el que sigue aplicándose en la inmensa mayoría de escuelas españolas) consiste en "dedicar una gran cantidad de horas a mecanizar operaciones que no son sencillas, y que no volverán a hacer en el resto de su vida", los especialistas abogan por introducir el "cálculo mental".
Y no es algo nuevo. Este informe de la National Science Foundation norteamericana es del año 1982.
Cambiar los algoritmos... Si hablamos de abandonar los "algoritmos tradicionales" que usamos para enseñar a los niños las operaciones básicas, podemos irnos incluso antes. En 1979, Stuart Plunkett hacía un repaso fantástico sobre la "la obsolescencia de esos algoritmos y la conveniencia de otro tipo de algoritmos que favorezcan la comprensión".
Como explica Plunkett cosas tan simples como iniciarnos en el mundo de las multiplicaciones entendiendo que "7x25" es igual a la suma de "7x20" y "7x5" tienen implicaciones enormes y mucho más útiles que centrarnos en la realización de algoritmos tradicionales. Esas implicaciones nos las estamos perdiendo por completo y lo que es cierto para la multiplicación, lo es también para muchas otras cosas.
...para cambiarlo todo. La evidencia nos dice que este tipo de cambios ayudan, por si mismos, a mejorar mucho la enseñanza de la aritmética en los colegios (y suponen una fuente de tiempo extra que podríamos dedicar a seguir avanzando). En los últimos años, de hecho, el "modelo singapur" se ha ido introduciendo en muchos sitios con buenos resultados.
Pero sería absurdo (por irreal) quedarnos ahí. Hay algo más sencillo (y viable): un programa de tutorías. La evidencia es muy sólida y muestra que los programas de tutorías individualizadas de refuerzo educativo son "la intervención educativa más efectiva para reducir la brecha educativa". Y esta realidad podríamos usarla para mejorar el nivel de nuestros estudiantes en matemáticas.
En 2021, ESADE puso en marcha un programa de este tipo con niños que se habían visto perjudicados académicamente por el COVID. Los resultados de la evaluación fueron muy interesantes: los alumnos que recibieron las tutorías mejoraron un 17% con respecto a los que no al grupo. Aprobaron un 30% más y redujeron un 75% la probabilidad de repetir curso.
No es algo que no se esté haciendo. En los últimos años, debido al COVID fundamentalmente, varios países europeos han impulsado medidas de este tipo. Países Bajos ha dedicado 8.500 M€ y el Reino Unido 3000M durante los próximos años. Quizás sea el momento de empezar a apostar por ello.
Imagen | Annie Spratt
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