Fue quizás uno de los primeros hallazgos del ser humano: la presencia del sol se alargaba o se acortaba en función de las estaciones. En verano los rayos iluminaban durante largas horas, permitiendo extender las actividades diurnas; en invierno, sin embargo, su presencia era más esquiva, generando menos oportunidades para desarrollar la vida cotidiana. ¿Pero por qué sucedía?
En gran medida, por la inclinación y la forma esferoide de la Tierra. Su rotación genera los días, el ciclo vital experimentado por todos los humanos en el que hay un atardecer y un anochecer cada veinticuatro horas. Pero su inclinación (de unos 23º) provoca que las horas diurnas disfrutadas en cada día varíen enormemente en función de la geografía y de la época del año. Los días cortos y los días largos.
En la actualidad, los humanos del hemisferio norte nos acercamos poco a poco al verano, disfrutando de días más largos. La tendencia cambiará a partir del 23 de junio, el solsticio de verano y el día (entendido como contraposición a la noche, no como unidad del calendario) más largo del año. Sin embargo, su longitud será diferente para un sueco que para un español. Y este gif lo ilustra.
Elaborado por u/neilrkaye, un usuario de Reddit cuyo trabajo hemos recogido en otra ocasión, el gráfico representa sobre un mapa la enorme variabilidad de las horas diurnas en función de la longitud y del mes del año. El contraste más drástico se da en los polos: a grandes rasgos, tienen un amanecer y un anochecer (prolongado durante semanas en una lenta transición). Un larguísimo día y noche de seis meses cada uno.
Conforme nos acercamos al ecuador la tendencia se corrige. Los países ecuatoriales, de hecho, disfrutan de una escasa variabilidad: quien viva en Ecuador y alrededores sabrá que sus horas diurnas oscilarán casi siempre entre las 11 y las 12. Ni una más, ni una menos.
Es en las zonas templadas donde la variabilidad se percibe con mayor intensidad. En la península ibérica, por ejemplo, en torno al paralelo 40º, las horas de sol pasan de las 9 del 21 de diciembre a las 15 del 23. Más al norte la transición es aún más aguda: Estocolmo disfruta de casi 19 horas de sol durante el verano, y menos de 6 en invierno. Por encima del Ártico, para entonces, siempre es de noche.
El gif es una representación más simple y accesible de este otro gráfico. El eje vertical representa la longitud geográfica, y el horizontal el paso del tiempo a lo largo de un año.
El hemisferio norte encara ahora la curva descendente hacia el pico máximo de irradiación solar, y el sur exactamente el contrario. Junto a ambos gráficos, estas dos representaciones visuales de la Tierra respecto a los dos solsticios del año es particularmente útil para entender el fenómeno. Es la inclinación sobre su eje la que varía la posición de las masas continentales respecto al sol, y la que provoca que los polos pasen seis meses a plena luz o en la más profunda oscuridad.
Cada región del planeta está expuesta a los rayos de sol de forma distinta. Allá donde hay estaciones, en las zonas templadas, el verano se da cuando el sol impacta de forma más horizontal, y el invierno cuando sus rayos caen de forma oblicua. Y tenue. Y por menos tiempo.