"¿Qué hace un señor de 80 años conduciendo un John Deere-locomotora que arrastra nueve vagones de juguete con perros dentro?" no es una pregunta que todo el mundo se haga a diario. Quizá no en España, quizá no en la mayor parte del universo. Pero hay un pueblo de Texas, Estados Unidos, donde al menos dos veces a la semana sus habitantes se la plantean. Es allí donde Eugene Bostick lleva años alimentando, cuidando y paseando a decenas de perros abandonados.
Su historia la cuenta The Dodo, y se remonta a más de quince años atrás, cuando Bostick, hoy octogenario, se jubiló. Como él mismo explica, vivía en una oscura calle de Fort Worth. De forma bastante frecuente, muchos vecinos abandonaban allí a sus perros (como vimos en este artículo, es una tendencia bastante generalizada durante todo el año, especialmente en España). Consciente de la miserable vida que esperaba a los animales, Bostick comenzó a acogerlos en su casa.
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A falta de dueños, Bostick (junto a su hermano, con quien comparte casa) ejercía las labores de padre adoptivo durante sus largos días sin nada más que hacer: "Empezamos a alimentarlos, a dejarlos pasar a casa, a llevarlos al veterinario, a estirilizarlos y a castrarlos. Les dimos un lugar donde vivir", explica en The Dodo. ¿Era suficiente? Más que suficiente, pero Bostick también quería entretenerlos (y entretenerse él, como es lógico).
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La solución fue hacer de sus paseos diarios algo divertidísimo y único. Les llevaría a dar vueltas por el pueblo en un tren casero, tirado por un pequeño tractor que los hermanos poseían.
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"Un día vi a un hombre con un tractor que arrastraba carros para llevar rocas. Pensé, 'Dang', eso daría para un tren de perros. Soy bastante buen soldador, de moto que cogí unos barriles de plásticos, les hice agujeros, les puse ruedas y los ensamblé", dice. Resultado final: el que veis en la foto de más arriba: un anciano conduciendo un tractor por las calles de una anónima ciudad tejana con adorable cargamento de perros ladrando de pura felicidad.
"Cada vez que me oyen cogiendo el tractor para pasearlos se excitan mucho. Vienen paseando y saltan por ellos mismos en el tren", añade. En este vídeo les vemos alegremente ladrando y saliendo de su habitáculo. Bostick les lleva a arroyos cercanos donde pueden refrescarse y relajarse.
El hombre y su perro-tren se han convertido en una sensación en la zona, y en cuanto la noticia ha saltado a las redes, ha sido compartida masivamente. No es de extrañar: es una acción tan encomiable como singular. Según explica, intentará seguir paseando a sus perros (antiguamente abandonados) tanto tiempo como pueda. "Tengo 80 años, no creo que duro mucho más". Hasta entonces, habrá colmado de felicidad a unos perros destinados a deambular y sobrevivir.