Según CNN y The Guardian, la Asociación de Suministradores Independientes de Carne (AIMS por sus siglas en inglés) británica, que representa a carnicerías, mataderos y procesadores, tiene una audiencia concertada con el Ministerio de Justicia de su país para pedir que les manden más presos a trabajar, ya que no encuentran ningún otro sitio donde contratar a personal. Buscan incorporar a más personal a través del sistema Release On Temporary License (ROTL), un programa por el que a aquellos presos en un régimen similar al del segundo grado en España, gente de bajo riesgo o con condenas cerca de su extinción, se les permite salir de las instalaciones para trabajar.
Lo estudiaremos: el sector cifra en 14.000 (el 15% del total de la fuerza laboral de su industria) las vacantes que deben suplir, pero las propias autoridades presidiarias ya indican que el ROTL está desbordado de solicitudes y ni por esas van a conseguir ocupar las plazas necesarias. Pese a ello, un representante de Justicia ha declarado que les parece una idea excelente que estudiarán, ya que, según los estudios, los presidiarios que salen de la cárcel con perspectivas de trabajo son más proclives a no reincidir. Además, este perfil encaja en lo que el Gobierno a su vez está promulgando: que toda la demanda debe cubrirse, antes que por ningún otro grupo, por británicos, sean delincuentes o no. Por eso también se han acercado desde AIMS a grupos de ex trabajadores del ejército y a asociaciones de mujeres, sin mucho éxito.
Los carniceros, los reponedores, los camareros, los camioneros. Hace poco vimos cómo esa combinación de Brexit y Covid (ha habido algunos problemillas con un posible exceso de celo y aumento de contagios a la hora de cubrir los puestos de trabajo) está llevando a unas carestías brutales de trabajadores de sectores de baja cualificación. La cifra repetida hasta la saciedad en los noticiarios acompañados de las imágenes de los supermercados desabastecidos es la de los 90.000 conductores de camiones que faltan para cubrir las necesidades del país. Ya se está hablando de escasez de pavo en Navidad. Esta semana una cadena de pollos asados con decenas de miles de trabajadores ha tenido que cerrar uno de cada 10 establecimientos por falta de personal.
Las empresas están exigiendo al Gobierno que incremente el número de pruebas de conducción de vehículos pesados (congeladas por pandemia) y que proporcione visados temporales para los conductores de la UE mientras no haya suficientes manos en el país, pero el Gobierno se pone de lado.
¿El brexit brexiteando? Las noticias más difundidas desde los principales periódicos sobre esta escasez de trabajadores en Reino Unido, la mayor vista en los últimos 25 años, van orientadas al efecto malicioso que este hecho está causando en empresas y consumidores. Los productores están tirando comida porque no tienen quién se la transporte y las cadenas de supermercados están viendo mermar sus beneficios y pagando mejores tarifas de servicio de suministro o cerrando locales. Bloomberg habla de una inflación salarial que, prevén, provocará después un alza de precios que se trasladará a los consumidores. Para el Financial Times, esa previsible inflación podría en el futuro “elevar las tasas de interés, desestabilizar el cambio de tasas, desencadenar malestar en los mercados laborales [y] empujar a los individuos sobre endeudados a la bancarrota”, por todo lo cual el Banco de Inglaterra podría empezar a trastocar sus programas de estímulos.
Pero, desde el prisma brexitiano, puede que todo esto sea sólo un período algo agitado de ajuste hacia el Reino Unido que los nacionalistas proteccionistas deseaban con su voto. Según varios analistas, los aumentos salariales se encuentran en su máximo de los últimos siete años a lo largo de todo el país, en torno a un 7.4% por encima de la media de 2020. La oferta de puestos de trabajo entre mayo y junio estaba en 953.000, que son 168.000 más de las que había antes de que empezase la pandemia y cuando todavía no se había expulsado a los trabajadores inmigrantes de baja cualificación. A corto plazo, el plan está funcionando.